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Grecia espera acordar un nuevo paquete de austeridad con sus prestamistas y que la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional resuelvan sus diferencias sobre cómo reducir la deuda del país cuando los líderes europeos se reúnan el 18 y 19 de octubre, dijo el sábado el primer ministro, Antonis Samaras.
El país se encuentra en conversaciones con la Unión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional respecto a un nuevo conjunto de recortes de gastos y reformas a cambio del próximo tramo de préstamos que están salvando a la endeudada Grecia de la bancarrota. Las negociaciones se han extendido más a lo esperado y Atenas afirma que se quedará sin dinero a fines de noviembre sin el tramo por 31.500 millones de euros (40.850 millones de dólares).
En una entrevista para la edición dominical del periódico griego Kathimerini, Samaras afirmó que espera que se llegue a un acuerdo a tiempo para la cumbre de la Unión Europea. "Para entonces, habrán sucedido dos cosas. Primero, habremos completado el acuerdo sobre acciones fiscales y estructurales previas al desembolso; y, segundo, Europa y el FMI habrán probablemente superado sus diferentes estimaciones sobre cómo asegurar la sustentabilidad de la deuda", explicó Samaras.
Con Grecia sumida en una recesión de cinco años, el FMI ha respaldado dar a Atenas otros dos años, hasta el 2016, para alcanzar sus metas de reducción del déficit. El financista de la zona euro, Alemania, dijo que quiere esperar a la divulgación de un informe de funcionarios de la "troika" de la Unión Europea/Banco Central Europeo/Fondo Monetario Internacional antes de que se adopte cualquier decisión.
Deuda y PIB
La Unión Europea también enfrenta presión, en parte del FMI, para reestructurar deudas que Atenas debe al bloque, una perspectiva incómoda para algunos líderes europeos, particularmente para la canciller alemana, Angela Merkel, para quien aceptar pérdidas a partir de la deuda sería políticamente desagradable con elecciones programadas para septiembre del próximo año.
Dos rescates internacionales desde el 2010 por más de 200.000 millones de euros están manteniendo a flote a la economía griega, pero sólo a cambio de fuertes recortes de gastos y aumentos de impuestos que han ahondado la recesión en el país y han hecho más difícil recortar deuda. La fuerte caída de los estándares de vida y el aumento del desempleo han hecho que los griegos salgan a las calles en protestas a veces violentas.
El nuevo paquete de recortes de gastos que está siendo negociado, por un total de casi 12.000 millones de euros, incluye un plan para aumentar la edad de jubilación de 65 a 67 años y para que resulte más rápido y barato a los empleadores despedir a trabajadores. Pero una recesión que ha restado un quinto de la producción económica griega desde el 2008 y que se prevé que continuará por otros dos años significa que Atenas ya está incumpliendo con metas de reducción de deuda acordadas con sus prestamistas.
En un informe esta semana, el FMI dijo que espera que la deuda griega llegue a un máximo de un 182 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) el próximo año y que caiga a un 153 por ciento del PIB al 2017. Bajo al plan de rescate, debería alcanzar un 120 por ciento al 2020.
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