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La información oficial precisa que las obligaciones de la administración pública con sus propios organismos trepan a US$7 billones
La deuda nacional bruta de Estados Unidos alcanzó un nuevo récord histórico al totalizar US$31,12 billones, según los datos informados por del Departamento del Tesoro en momentos en que crecen las especulación sobre los posibles reemplazos de la titular del organismo, Yanet Jelllen, y del director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca, Brian Deese.
La información oficial precisa que las obligaciones de la administración pública con sus propios organismos trepan a US$7 billones, mientras que la deuda federal en poder de privados, empresas, gobiernos estatales y locales, gobiernos extranjeros y fondos de ahorro se ubica en US$24 billones.
Se trata de un aumento récord en un contexto en el que las tasas de interés, históricamente bajas, están siendo impulsadas al alza por la agresiva política desplegada por la Reserva Federal (Fed) en su intento por combatir y cuando la economía presenta un alto grado volatilidad e incertidumbre, al tiempo que los inversores se muestran cada vez más cautelosos por los pronósticos de una recesión de escala mundial.
En mayo pasado, la Oficina de Presupuesto del Congreso (OBC, por sus siglas en inglés) advirtió sobre los posibles peligros que encierra el nivel alto endeudamiento del sector público. "Un endeudamiento elevado y en aumento tendría importantes consecuencias negativas, tanto para la economía como para el presupuesto federal", afirmó el organismo, advertencia en línea con las estimaciones de los analistas, que destacan la creciente probabilidad de una crisis fiscal.
Las alertas de la OBC y de los analistas apuntan a que el veloz ritmo de endeudamiento del Gobierno federal erosiona la confianza en el dólar como moneda de reserva global y podría derivar en una mayor dificultad para financiar tanto la actividad pública como la privada en los mercados financieros local e internacional, provocando así una disparada en el costo del crédito, que reimpulsaría a su vez la inflación, que se ubica ya en niveles récord.
La información difundida por el Departamento del Tesoro se conoce, además, en momentos en que los medios estadounidenses recogen las versiones sobre una posible salida de la Yellen, pese a que el presidente Joe Biden y la propia titular del organismo las desmintieron. “No hay nada de cierto en eso”, dijo Yellen, de 76 años, en un acto en Washington, ocasión en la que añadió que “está dispuesta a seguir después de las elecciones legislativas” previstas para el 8 noviembre, según reportó la agencia de noticias Bloomberg y recogen los estadounidenses.
El comercio mundial, a la baja
Por su parte, la Organización Mundial del Comercio (OMC) redujo drásticamente este miércoles su previsión de crecimiento del comercio mundial para el próximo año. "El panorama para 2023 se ha ensombrecido de forma considerable", declaró la directora general de la OMC, Ngozi Okonjo-Iweala, al presentar las previsiones.
Los economistas de la OMC esperan un crecimiento del volumen del comercio mundial de bienes del 3,5% en 2022, ligeramente superior al aumento del 3% previsto en abril, pero proyectan un incremento de apenas el 1% para 2023, cifra que implica una fuerte disminución respecto a la estimación anterior del 3,4% publicada en abril.
En cuanto al PIB mundial, las nuevas previsiones de la OMC indican que crecería un 2,8% en 2022 y un 2,3% en 2023, un punto porcentual menos que la anterior proyección, estimaciones menos optimistas que las del Fondo Monetario Internacional (FMI), que previó en su último panorama mundial crecimientos del 3,2% del 2,9% durante 2022 y 2023, respectivamente.
La OMC, sin embargo, se mostró cauta con relación a las proyecciones. “Existe una gran incertidumbre sobre las previsiones debido al cambio de política monetaria en las economías avanzadas y a la naturaleza imprevisible de la guerra iniciada por Rusia en Ucrania", dijo Coleman Nee, economista del organismo.
Según los analistas de la OMC, la demanda de importaciones “se reducirá en todo el mundo por el efecto de la ralentización del crecimiento”, causado por diversos factores. En Europa, el alza de los precios de la energía por la guerra en Ucrania “provocará una compresión de los gastos en los hogares y un aumento de los costos para el sector manufacturero”.
En Estados Unidos, en tanto, el endurecimiento de la política monetaria “tendrá repercusiones en los gastos sensibles a las subas de las tasas y el mayor costo del financiamiento”, dinámica que tendrá fuerte impacto en el sector de la construcción de viviendas, en las automotrices y en la inversión en capital fijo.
El informe de la OMC, al igual que las previsiones del FMI con relación a los crecientes niveles de la deuda pública, advierte que los mayores costos asociados a las importaciones de combustibles, alimentos y fertilizantes podrían acentuar la inseguridad alimentaria y reimpulsar un ciclo de veloz endeudamiento en los países en desarrollo, como así también en los países desarrollados, como en el caso de Estados Unidos.
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