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El país va a segunda vuelta para definir si ratifica la vuelta del correísmo de la mano de Andrés Arauz, o se inclina por Guillermo Lasso
Ecuador está en la recta final para definir a su presidente tras las elecciones del 7 de febrero, donde se impuso el candidato de Rafael Correa, Andrés Arauz (32,72%), aunque no fue suficiente para evitar la segunda vuelta contra Guillermo Lasso (19,74%).
Los últimos sondeos -la ley electoral ecuatoriana prohíbe difundir encuestas 10 días antes de las elecciones- apuntan a una victoria de Arauz (Unes), aunque Lasso (Creo) parecería haber recortado gran parte de la diferencia en el segundo tramo de la campaña.
Por un lado, Arauz propone un gobierno de corte progresista que sigue la herencia de Correa -aunque en los últimos días intentó despegarse un poco de la figura del expresidente- y se alinea con figuras como la de José ‘Pepe' Mujica o el estadounidense Bernie Sanders.
En el contexto de una feroz crisis económica derivada de la pandemia (el PBI de Ecuador cayó 7,8% en 2020) Arauz ha prometido, entre otras cosas, entregar US$1.000 a un millón de familias y plantea financiar el impacto económico de la crisis con reservas del banco central.
Con un mensaje pro-mercado, Lasso prometió fomentar la inversión extranjera, la minería y el campo. Ambos candidatos respaldan la dolarización.
En la cuenta regresiva, Arauz se concentró en sellar alianzas en varios frentes, como el electorado indígena, que representa cerca de 7% de la población ecuatoriana. Pero el sector está dividido: Arauz había sumado apoyos de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía (Confenaie) y el respaldo del presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), Jaime Vargas.
Más tarde, la Conaie desmintió a Vargas y ratificó su "voto nulo ideológico", en apoyo al pedido de Yaku Pérez, líder del movimiento Pachakutik (brazo político de la Conaie) que quedó tercero (19,39%) en la primera vuelta, en medio de denuncias de fraude.
El candidato de izquierda también reclutó a un sector del Consejo de Pueblos y Organizaciones Indígenas Evangélicas del Ecuador (Feine).
Arauz también buscó conquistar a los sindicatos como el de transportistas, al que le prometió un congelamiento del precio de los combustibles por cuatros años, o al Parlamento Laboral Ecuatoriano, con el que se comprometió a aprobar un nuevo Código de Trabajo, con foco en la precarización, uno de los principales problemas del mercado laboral en el país.
Y pese a ligar gran parte de su campaña a la figura de Correa, Arauz ha tratado de desligarse un poco de la imagen del expresidente, que le impone un techo. El economista visitó al embajador de Estados Unidos en Ecuador, Michael Fitzpatrick, y tuvo reuniones con representantes del Fondo Monetario Internacional en Washington. Incluso moderó su retórica sobre el FMI al proponer una renegociación del acuerdo de US$6.500 millones, en vez de romper de romperlo, como había propuesto en primera vuelta.
Por otra parte, Lasso trató de sacudirse su poco popular imagen de banquero -fue presidente del Banco de Guayaquil cerca de 20 años- y trató de fortalecer su figura entre los sectores más jóvenes, abordando temas como los femicidios y los derechos de la mujer, medio ambiente, y el respeto a los animales. También propuso la creación de un fondo ‘capital semilla' para fomentar el emprendedurismo.
El candidato cuenta con el apoyo de la mayoría de sus rivales en primera vuelta como Xavier Hervas (cuarto en las elección con 15,68%), Guillermo Celi, José Freile, Gustavo Larrea, César Montúfar y Lucio Gutiérrez.
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