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La aceleración del cambio climático, la privatización de servicios públicos y bajos impuestos de renta empresarial son las causas
Conforme avanza el Foro Económico Mundial que se celebra en Davos, Suiza, la agenda de temas a tratar se empieza a desarrollar con temas como el cambio climático, la transición energética y el crecimiento económico mundial. Sobre el último punto, uno de los temas de más urgencia es la desigualdad económica que año a año se acrecienta; así fue enunciado por el último informe de Oxfam que indica, en pocas palabras, los ricos siguen siendo ricos mientras que los pobres siguen esta tendencia gracias a factores como el monopolio de la riqueza y el poder empresarial.
Oxfam, en su informe de desigualdad, expresa que la década en curso será definitiva para definir qué tan amplia o estrecha será la brecha entre los ricos y el resto de la población mundial. A pesar de que la humanidad se ha enfrentado a una coyuntura tan relevante como la pandemia por el Coronavirus y a otros fenómenos como el cambio climático y guerras, poco se ha hecho por reducir la desigualdad.
El poder monopolístico de empresas y multinacionales es el factor que incide en que la brecha entre ricos y pobres no se reduzca. La concentración empresarial ha incidido en factores como el poder para aumentar o disminuir los precios, presionar los salarios a la baja, limitar el acceso a bienes y servicios y/o privatizar bienes y servicios públicos.
Junto a esto, las condiciones laborales de los trabajadores han sido uno de los factores clave en el empeoramiento de la desigualdad. Las grandes empresas, que usualmente tienden a la deslocalización de la producción, ofrecen trabajos mal remunerados, precarios y peligrosos por un salario bajo. Sin embargo, el aumento en el salario mínimo de los trabajadores se ha frenado, incidiendo directamente en la brecha entre ricos y pobres. A esto se le suma el hecho de que las multinacionales se aprovechan de sus recursos para promover leyes que mantengan la precariedad en los salarios y en las condiciones de trabajo.
Otra de las formas en las que las empresas (y por consiguiente, sus dueños y accionistas) aumentan sus ganancias en contraste con la expansión de la brecha entre pobres y ricos son los bajos impuestos sobre la renta empresarial. Las reducciones fiscales, principalmente los tipos impositivos, han sufrido una dramática caída desde 1980 en los países de la Ocde: mientras en dicho año, el tipo impositivo promedio era de 48%, en 2022 bajó a 23,1%.
Sin embargo, para compensar la pérdida de ingresos fiscales fruto de, precisamente, los impuestos bajos a las empresas, los gobiernos han aplicado impuestos regresivos como el IVA que recaen en los hogares de bajos ingresos.
Uno de los factores menos considerados pero que más contribuyen en el empeoramiento de la desigualdad es la privatización de los servicios públicos. El poder empresarial presiona al sector público mercantilizando o segregando el acceso a servicios públicos como el agua, la salud y la educación. A través de la venta directa de activos y la integración deliberada al sector público, las empresas aumentan sus riquezas a costa de los contribuyentes y reduciendo la capacidad de los Estados de proporcionar servicios públicos universales, incidiendo en la exclusión y en el empobrecimiento de la población mundial.
Los principales sectores en la que la privatización del servicio fomenta la desigualdad son la educación, la salud y la protección social en tanto que cada vez son menos personas las que pueden acceder a estos servicios que solo tienden a aumentar su precio. Incluso, en países como Sudáfrica, la privatización también fomenta la desigualdad racial desencadenada en tasas más altas de pobreza y explotación laboral.
Finalmente, el poder empresarial incide en la brecha entre pobres y ricos a través de la aceleración del cambio climático. Los combustibles fósiles aún alimentan el progreso de la gran mayoría de los países del mundo, contribuyendo a la aceleración del calentamiento global y provocando veranos más calurosos, incendios forestales e inundaciones.
Según cifras de la Oxfam, 125 de los multimillonarios del mundo emiten en promedio, a través de sus empresas, tres millones de toneladas de dióxido de carbono al año; esto supera en un millón de veces las emisiones que cualquier persona del 90% más pobre del mundo. Las personas más afectadas tienden a ubicarse en el Sur global que, paradójicamente, tiene a algunas de las naciones más biodiversas del mundo como Colombia y Brasil ubicadas.
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