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Las operadoras logran sus primeros éxitos en uno de los objetivos estratégicos del sector para embridar el crecimiento del tráfico y limitar las inversiones asociadas y el gasto energético
Telefónica, Vodafone y otras compañías de telecomunicaciones han iniciado una batalla para lograr que los grandes gigantes de los servicios digitales -empresas como Meta, Google, Amazon, Netflix o TikTok, a las que se conoce como las Big Tech- reduzcan el tráfico de datos que originan con sus servicios online y que están colapsando las redes de las operadoras de telecomunicaciones de todo el mundo.
Telefónica está trabajando con Meta (la propietaria de Facebook, Instagram y WhatsApp) para reducir el volumen de datos que este grupo emite sobre las redes de telecomunicaciones.
Y lo mismo está haciendo el grupo británico Vodafone, que ha anunciado trabajos conjuntos con Meta para implantar medidas que contribuyan a reducir el flujo de tráfico de datos, fundamentalmente de vídeo, que el gigante de las redes sociales vierte sobre las redes de telecos en todos los países de Europa.
Telefónica y Meta han colaborado en varios experimentos desarrollados en las redes 4G y 5G de Movistar en España. Por su parte, Vodafone y Meta lanzaron una prueba de tres semanas en la red del grupo en Reino Unido el pasado abril, logrando "una reducción significativa del tráfico de red para las aplicaciones", según ha señalado la compañía británica.
Se trata de cambiar la codificación de su vídeo en origen para lograr la misma calidad con menos datos.
Fuentes del sector conocedoras de las pruebas, señalan que el volumen de reducción logrado con las nuevas tecnologías que Meta ha aplicado se sitúa en el orden del 20%, una mejora muy notable.
Además, dado el peso que las aplicaciones de Meta -Facebook e Instagram, sobre todo, así como la aplicación de vídeos cortos reels- tienen en el conjunto del sector, un 20% de recorte en esos servicios puede suponer una reducción de entre el 3% y el 5% en el tráfico total.
La batalla por reducir el volumen de datos que se emiten por parte de los gigantes digitales -no solo las redes sociales, sino también YouTube o los grandes grupos del streaming de TV como Netfllix, Disney+, Max o Amazon Prime Video- es crítica para los operadores de telecos.
El crecimiento imparable del tráfico de datos está tensionando desde hace años las redes de los operadores, que se ven obligados a invertir de forma incesante para aumentar la capacidad, pero sin lograr monetizar ese aumento de consumo de datos, debido a los esquemas tarifarios imperantes con tarifas planas o con bonos de creciente capacidad, dada la ultracompetencia que existe en los mercados.
De hecho, la rebaja del flujo de datos fue uno de los principales objetivos que se marcaron Telefónica y las otras tres grandes operadoras europeas -Vodafone, Orange y Deutsche Telekom- en el Mobile World Congress (MWC) de febrero.
Vodafone señaló durante el MWC que el tráfico "basura" que se enviaba por los grupos digitales y ni siquiera era consumido podía llegar hasta el 20% del total.
Y el recorte del flujo de datos no sólo supone un ahorro de inversión material (capex) en capacidad nueva, sino también en gastos (opex) por el aumento del coste que supone el crecimiento del tráfico en términos de consumo eléctrico y, por tanto, de emisiones de CO2.
El objetivo de las telecos de reducir los datos vertidos sobre sus redes no deja de ser, en realidad, algo parecido a un premio de consolación, ya que el objetivo principal de las operadoras de telecomunicaciones desde hace unos años -especialmente de las europeas, las que más sufren esta pinza de aumento de inversión de capacidad sin crecimiento de ingresos-, era lograr que los gigantes digitales se vieran obligados a coinvertir con los operadores en el aumento de las capacidades de las redes, para hacer frente al boom del tráfico que ellos mismos estaban provocando.
Esa iniciativa, conocida como fair share, y que había sido apoyada por el comisario europeo Thierry Breton, no ha logrado, en ningún momento, el suficiente consenso en Europa para imponerse debido, entre otras cosas, a las reticencias de los países del centro y el este de Europa a generar un punto de conflicto con EEUU -casi todas las Big Tech son estadounidenses- justo cuando el imperialismo ruso amenaza sus fronteras.
El problema para las telecos es que en general los grupos digitales no tienen incentivos para acometer las inversiones necesarias para rebajar su caudal de tráfico, como ocurre en el caso de TikTok, el gigante chino de los vídeos cortos, que no ha mostrado, hasta ahora, ningún interés en reducir su consumo de datos.
De hecho, muchos de estos grupos siguen considerando como una estrategia la ocupación de la mayor cantidad posible del ancho de banda del operador, para cerrar el paso a otros competidores al lograr que su experiencia de usuario sea peor.
En una reunión de la GSMA, la patronal mundial de las telecos, a comienzos de este año, José María Álvarez-Pallete, el presidente ejecutivo de Telefónica que también preside la GSMA, esbozó una idea acerca del consumo de datos que posteriormente ha venido repitiendo en diferentes foros: que aquellas empresas tecnológicas que supongan más del 5% del tráfico mundial de las redes tengan un plazo de dos años para bajar de ese umbral, aplicando para ello herramientas tecnológicas, como compresores de la señal de video más avanzados, que hasta ahora no han usado masivamente. Y si en ese plazo de dos años no lo han logrado, entonces se podría volver a hablar de compensaciones económicas.
La estrategia de Telefónica y de otras telecos con esta iniciativa es triple. De un lado, ponen de manifiesto que no sólo es cuestión de obtener dinero, como podría parecer por su apoyo al fair share. En segundo lugar, se les da a las tecnológicas un plazo razonable y por último se trata de provocar la presión de la opinión pública a las tecnológicas como ha ocurrido en los últimos años con las compañías aéreas, al hacerlas responsables de los incrementos de consumo, que aún van a crecer más de forma exponencial con el auge del cloud y, sobre todo, de los modelos de inteligencia artificial, ávidos consumidores de energía y agua.
Además de intentar embridar los consumos de datos del sector de los vídeos cortos, como los reels de Instagram o los de TikTok, el sector de las telecos también intenta encauzar el tráfico generado por las compañías especializadas en vídeos de larga duración, como Youtube (Alphabet) o los de las grandes empresas de streaming como Netflix, Disney+, Amazon Prime Video o Max.
En este caso, se trata de incluir el nuevo codec -un sistema de compresión de video e imágenes- denominado AOMedia Video 1 o simplemente AV1. Este sistema, que puede ahorrar entre un 25% y un 30% del tráfico proporcionando la misma calidad, está apoyado por la Alliance for Open Media, y empresas asociadas como Google, Facebook, Amazon, Netflix, Nvidia, Intel, Microsoft, Samsung, Hulu o Apple.
Por tanto, el problema no es la falta de colaboración de la industria del streaming, que ya lo ha incluido en sus emisiones. El problema es lograr que los fabricantes de los procesadores de los móviles, grupos como Qualcomm o Mediatek, lo incluyan también en los chips que equipan a los smartphones. Qualcomm, por ejemplo, incluye AV1 de serie, pero sólo está operativo en móviles de alta gama, porque cobra al fabricante por tenerlo activado.
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