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La oposición es una generación completa
Con el reconocimiento internacional de Juan Guaidó como presidente encargado de la transición en Venezuela se quiebra la legitimidad de la “institucionalidad sumisa” que sostenía al régimen, pero el chavismo conserva el control de la estructura del Estado venezolano.
Las circunstancias, la estrategia y la torpeza del adversario han permitido el resurgimiento del liderazgo opositor y su reconexión con un pueblo que interpreta todo lo que está sucediendo como la última oportunidad para recomponer el sistema democrático, lograr la salida de la crisis económica y de la crisis humanitaria, salir del Chavismo.
Cuando se hacer referencia a la oposición venezolana se suele reseñar: por un lado, su incapacidad para construir unidad, y por el otro, su ineptitud para salir del chavismo.
Si bien es cierto que los egos personales de los líderes opositores son también responsables de que el chavismo destruyera a un país como Venezuela, no se puede olvidar que el precio que han tenido que pagar por sus errores es bastante alto: la cárcel, el exilio y hasta la muerte.
¿Qué hace diferente a la oposición que hoy representa Juan Gerardo Guaidó, y por qué ha logrado que los países más relevantes del continente lo respalden?
A diferencia de los anteriores líderes opositores, los cuales jugaron su papel que tampoco se puede despreciar, Guaidó y el nuevo liderazgo no representa la posibilidad de ungir un presidente antichavista sino la posibilidad de organizar y construir una transición que no solo se limite al regreso del sistema democrático sino a la reconstrucción del Estado venezolano, de sus sistemas sociales y de su economía.
La generación que en 2007 propinó su primera derrota electoral a Hugo Chávez, en el referendo de reforma constitucional, y que parecía cooptada por las diferencias de los partidos opositores ha emergido para conectarse por encima de las diferencias y aprovechando las circunstancias.
Jóvenes menores de 40 años, en su mayoría, quedaron en la primera fila de sus partidos por la persecución del régimen. Miguel Pizarro, Stalin González, Juan Guaidó, el detenido Juan Requessens, los exiliados Gavy Arellano y José Manuel Olivares, entre otros, hacen parte de una nueva forma de hacer oposición: conectada internacionalmente, sin grandes pretensiones personales, pero sobre todo dispuestos a trabajar por llevar al país en camino a la transición. Comprendieron que la meta de la oposición no es salir del chavismo sino reconstruir a Venezuela, y eso es más difícil.
El camino no es fácil, el éxito del nuevo liderazgo opositor dependerá de lograr convocar a unas elecciones universales, libres y secretas, pero sobre todo unas elecciones legitimas.
Pero la institución con la capacidad y la legitimidad para hacer elección en el menor tiempo posible no existe, por un lado, la capacidad la podría tener el Consejo Nacional Electoral CNE, pero es chavista y no tiene legitimidad. Por el otro el grupo de universidades que realizaron la consulta nacional de la oposición sobre la Asamblea Nacional Constituyente ANC, el 16 de julio de 2017, pero no tienen capacidad. Los retos aumentan con cada minuto, pero la nueva oposición ha estado a la altura de las circunstancias.
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