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El paso del virus por la cuidad asiática dejó como resultado 50.340 casos confirmados y 3.869 fallecimientos
Wuhan, la ciudad china que fue hace nueve meses epicentro del COVID-19, ha dejado atrás el virus y renace, pero asiste con desolación al balance de un millón de muertos que ha causado la pandemia en todo el planeta.
En esta ciudad del centro de China, sometida a principios de año a un durísimo confinamiento, el orgullo de haber derrotado a la enfermedad se mezcla con la tristeza que provoca ese trágico balance.
“Un millón de personas, hablando en términos relativos respecto a la población global, quizá no sea mucho” afirma Hu Lingquan, un científico residente en Wuhan.
“Pero hablamos de gente real, de personas que tenían, todas, una familia” agrega.
Este lunes en Wuhan, los niños acudían al colegio, en medio del denso tráfico de esta ciudad, que ha vuelto casi totalmente a la normalidad.
A principios del 2020, las fantasmagóricas y sombrías imágenes de Wuhan confinado y aislado habían dado la vuelta al mundo que aún apenas imaginaba la pandemia que se le vendría encima.
Hoy, China asegura haber derrotado al virus, mientras que de Londres a Melbourne, pasando por Madrid o Tel Aviv, se vuelve a confinar o se amenaza con confinar
Tras meses de duras medidas, la economía se recupera en China, con fábricas que vuelven a funcionar y consumidores de vuelta a las tiendas. La propia Wuhan, considerada la “zona cero” de la epidemia, alardea ahora de su vuelta a la normalidad, con masivas fiestas acuáticas en piscinas o con sus atestados parques de atracciones
Pedir cuentas a China
Pero quienes han padecido las devastadoras consecuencias económicas y sociales de la pandemia, piden a menudo cuentas a China sobre las causas de la epidemia.
El virus surgió en esta ciudad de 11 millones de habitantes, que registró 50,340 casos confirmados, y 3,869 fallecimientos, el mayor número de contagiados y víctimas mortales en China.
Pero desde mayo no ha habido nuevos casos en Wuhan, y muchos ahora en esta ciudad critican la respuesta mundial a la epidemia, que sí parece haber sido controlada por China.
Pero algunos dirigentes culpan a este país de forma directa, como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que se refiere a la enfermedad como el “virus chino”.
“Desde el punto de vista chino, ha sido realmente mala” la respuesta de otros países ante el virus, afirma Hu.
La Organización mundial de la Salud (OMS) ha advertido que el balance de víctimas de la epidemia puede seguir subiendo hasta que se halle una vacuna eficaz y que pueda ser distribuida globalmente.
“Cuando estalló la epidemia, jamás imaginé que el número de víctimas mortales pudiera llegar a ser tan elevado” dice otro residente de Wuhan, Guo Jing. “Ha superado todo lo imaginable, y sigue subiendo”, agrega.
Entretanto, en Wuhan, este lunes la mayoría de las mascarillas colgaban de los mentones de sus usuarios, en lugar de cubrir boca y nariz, mientras los centros comerciales estaban repletos.
“Wuhan ha renacido” dice An An, residente en la ciudad. “La vida ha vuelto a ser lo que era antes. Todos los que vivimos en Wuhan nos sentimos bien”, agrega.
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