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Lo que muestra el mercado actual es que el precio tiende a la baja, y esta es una buena noticia para los consumidores colombianos. Es así como hoy en día el precio del saco de cemento de 50 kg en Colombia está entre US$7 y US$8 (entre $20.000 y $22.800), una cifra por debajo del promedio de la región, que es de US$9,6 ($27.400), y similar a los precios que manejan países como Perú, México y Ecuador. Mientras tanto, los compradores de cemento en Nicaragua deben pagar por esa misma cantidad de cemento un promedio de US$13 ($37.700), en Panamá US$11,5 y en Estados Unidos unos US$12 ($36.300).
Este precio es un claro reflejo de los cambios en el panorama cementero colombiano en los últimos años. Si bien Argos, Cemex y Holcim siguen siendo los grandes productores del país, no son estos los que muestran el mayor crecimiento desde 2012. Según una lista elaborada a partir de datos de la Superintendencia de Sociedades y de cámaras de comercio, tres de las empresas que registraron un promedio de crecimiento en ventas más alto entre los años 2012 y 2015 fueron Cementos Atlas, Cementos del Oriente y Cementos Tequendama con promedios (en pesos colombianos) de 78,6%, 45,6% y 27,4%, respectivamente. De estas, la primera es una empresa importadora, la segunda una planta integrada tradicional y la tercera una de las que decidió incursionar en el mercado en los últimos años. Una muestra de la dinámica competitiva del mercado actual del cemento.
Crecimiento con pasos concretos
Con la proyección de grandes obras de infraestructura y de vivienda de los últimos gobiernos, una de las primeras empresas en buscar un pedazo de la torta cementera fue Cementos Tequendama, que en 2008 entró al mercado con un modelo tradicional integrado, y en el 2015 tuvo ingresos de alrededor de $150.000 millones de pesos. En años recientes ha invertido US$60 millones para poner a funcionar un horno que produce clínker con menos consumo de agua y menos emisiones contaminantes, y planea invertir otros US$10 millones en su proceso de expansión en los departamentos de Boyacá, Cundinamarca, Huila, Tolima y Santander.
Ultracem, que en el 2015 facturó más de $320.000l millones, estuvo entre las cuatro empresas con más ingresos de dicho año. Esta empresa incursionó en el mercado colombiano en 2013 con el concepto de molienda, en el que se importa un producto intermedio (clínker) para luego mezclarlo con otros minerales y llegar al producto final del cemento. Otras empresas nuevas que trabajan bajo esta modalidad son Cementos Vallenatos, Fortecem y Cementos Nacionales.
También se destaca el crecimiento de algunas cementeras regionales. Uno de los referentes es Cementos Patriota, de Boyacá. Con una inversión de $20.000 millones, la planta que inauguró Procemcol-Cemento Patriota en Sogamoso en septiembre del 2016 tendrá capacidad para producir 90.000 toneladas de clínker al año, implementando un proceso de enfriamiento que no requiere de agua para producir cemento.
Sin embargo, una de las apuestas más ambiciosas es la de Corona, que se alió con el grupo español Molins para entrar a la industria del cemento. A partir del 2018 la tradicional empresa colombiana pondrá en funcionamiento una planta en Sonsón, Antioquia, que tendrá una capacidad de producción de 1,3 millones de toneladas de cemento al año y en la que se invertirán cerca de US$370 millones.
De acuerdo con previsiones de analistas del sector, la capacidad de molienda estimada para 2020 es de 9,5 millones de toneladas para Argos; 4,8 millones para Cemex; 2 millones para Holcim; 2,7 para otras empresas; 1 millón para Ultracem y 1,2 para Corona, cifras que muestran la relevancia que tendrá este nuevo actor en el panorama de la producción del cemento en Colombia y el constante aumento de la competencia.
Los importadores: riesgos y beneficios para la industria
Otro factor que ha jugado un papel importante en el aumento de competencia en la industria del cemento es la entrada de los importadores. Desde 2011, el mercado del cemento ha recibido a por lo menos un nuevo actor por año, entre los que se encuentran Atlas, Selvalegre, Chimborazo, Tulipán y San Pío, entre otras. En los últimos seis años, el renglón de importadores en la industria ha experimentado un crecimiento anual promedio de 55%, pasando a representar más de 18% del cemento que se consume en Colombia actualmente.
Desde el punto de vista de los consumidores, esto es generalmente positivo, ya que un clima de alta competencia presenta una gran variedad de marcas y especificaciones disponibles para los consumidores, además de llevar los precios en una tendencia a la baja como se ha visto en los últimos años. Sin embargo, la apertura de Colombia a la libre importación del cemento y todas sus materias primas desde 2009 y ratificada en 2015 ha facilitado el ingreso masivo de este producto al país, a veces en condiciones inequitativas con respecto a los productores locales.
En algunos casos, estos productos importados no están certificados de conformidad con las normas técnicas colombianas (NTC y NSR), que garantizan que los cementos tengan las especificaciones necesarias para asegurar la sismorresistencia de las viviendas y la durabilidad de las edificaciones e infraestructura en general.
Países como Turquía o China manejan grandes excedentes de producción y pueden comercializar el cemento a precios muy bajos; en ocasiones, como es el caso de Turquía, incurren en la práctica conocida como dumping, cuando se exporta a precios inferiores a los del mercado local del productor cuando el consumo en su país de origen está deprimido. Además, cuentan con controles ambientales e industriales laxos en sus países, lo que representa una desventaja para las empresas locales que sí deben cumplir con la normatividad ambiental y técnica colombiana.
Por otra parte, la inversión que tiene que hacer un productor local es mucho mayor a la que hace un importador. El montaje de una planta requiere de una inversión de varios años, que solo se recupera más de dos décadas después. Las empresas que manejan una producción integrada tienen que cumplir no solo con las normas de fabricación, sino también ambientales y de explotación minera. Sumadas a la inversión y los gastos de operación, los productores locales llevan a cabo inversiones sociales que benefician a las comunidades y hacen un aporte a la generación de empleo de hasta 400 empleos directos y 1.500 empleos indirectos por planta.
Es así que mientras a los productores locales se les exige más en cuanto a normatividad e inversión, los importadores pueden obtener ganancias más rápido y sin una inversión tan grande. Una mala señal para quienes toman la arriesgada decisión de invertir en Colombia y hacer empresa en medio de un mercado cada vez más competido.
Boom en pausa
Entre 2010 y 2015, la industria cementera experimentó un boom, con un crecimiento anual de 7,5% en promedio. Las expectativas por los proyectos de infraestructura de cuarta generación y las políticas para disminuir el déficit de vivienda han sido los principales factores para impulsar el crecimiento de la capacidad instalada de los productores locales de cemento, así como la llegada de nuevos actores externos. De acuerdo con estadísticas de la Federación Interamericana del Cemento (FICEM), en el 2015 Colombia fue el tercer país, después de Brasil y México, tanto en producción como en consumo de cemento (13,1 y 12,8 millones de toneladas, respectivamente) en Latinoamérica y el Caribe.
Sin embargo, el crecimiento parece haber tomado un ritmo más lento a partir de 2016. Debido a la desaceleración económica, no solo en Colombia sino en Latinoamérica, la cementera Cemex, por ejemplo, tuvo una disminución en ventas de 9 % en la región, de acuerdo con su reporte anual de 2016. Según este informe, las demoras en los proyectos de infraestructura y los retos macroeconómicos impactaron el consumo, sobre todo en la segunda mitad del año. A pesar de estos obstáculos, la operación de cemento gris en Colombia solo disminuyó 5,5% en 2016.
Por su parte, Lafarge Holcim consignó en su reporte anual del año pasado que hechos como el paro camionero de 2016 afectaron la demanda, pero las obras en el Aeropuerto Internacional Eldorado ayudaron a mitigar esa reducción. Las ventas netas de esta cementera en la región de Latinoamérica disminuyeron en un 4%.
En cuanto a Argos, el mayor productor del mercado, presentó una disminución de 19% en el volumen de cemento despachado y de 12,8% en los ingresos en Colombia en 2016. No obstante, sus ingresos totales aumentaron 7,7%, alcanzando $8,5 billones, ya que su buen desempeño en Estados Unidos, el Caribe y Centroamérica atenuaron la desaceleración en Colombia.
Según cifras del Dane, la producción de cemento gris entre marzo de 2016 y febrero de 2017 experimentó una variación negativa de 5,7%. Pasó de una producción de 13,1 millones de toneladas en el mismo periodo entre 2015 y 2016 a una de 12,4 millones. También los despachos del cemento al mercado nacional disminuyeron en este periodo, pasando de millones 12,8 de toneladas entre marzo de 2015 y febrero de 2016, a 12,03 millones de toneladas entre marzo de 2016 y febrero de 2017.
País en obra, trabajo para todos
A pesar de la disminución en la demanda del cemento y en medio de una desaceleración económica, el sector de la construcción no ha dejado de jalonar la economía nacional. Una de las pocas buenas noticias de la economía colombiana en el 2016, que registró su menor crecimiento en 7 años, fue el buen comportamiento de la construcción. Este sector creció 4,1%, lo que según el Dane se explica por la variación positiva de 6% de construcción de edificaciones y 2,4% de obras civiles.
Y según todas las predicciones, el panorama será mucho mejor a partir de 2017. En gran parte, gracias a que las apuestas del gobierno para recuperar la economía están en políticas que impactan directamente en el sector de la construcción, y por ende, en la industria del cemento. Según declaraciones recientes del ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, “entran en plena marcha programas de alto impacto en materia de crecimiento económico como el desarrollo de los proyectos de vivienda, la puesta en marcha de las 4G y las aulas escolares, entre otros que han impulsado el optimismo del Gobierno”.
De acuerdo con cifras de la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI), tan solo para la construcción de las 4G se necesitarán 5 millones de toneladas de cemento. Y en cuanto a la construcción de vivienda, la ministra de esta cartera, Elsa Noguera, dijo que “2017 tendrá mejores condiciones para la construcción que 2016”. Los 144.000 subsidios que todavía quedan por adjudicar en el programa ‘Mi casa ya’ hasta 2019 serán un impulso extra para la construcción de vivienda.
Teniendo en cuenta estas proyecciones, analistas locales e internacionales estiman que para 2020 la industria del cemento experimentará un crecimiento cercano a 50% con respecto al consumo del 2012. De acuerdo con los anuncios de los productores, la capacidad de la oferta seguirá creciendo y aumentará alrededor de 38% para 2020. Todo indica que el verdadero boom cementero aun está por llegar, y habrá oportunidades para que todos los actores puedan participar.
Sin embargo, debe haber una regulación de las importaciones para que todos los actores jueguen bajo las mismas reglas. En un mercado de libre competencia, en donde una veintena de actores diversos compite por tener su parte en la construcción del país, es necesario exigir calidad a productores locales y a importadores por igual, y reconocer el aporte adicional de los empresarios que se arriesgan a crear y consolidar empresas en Colombia. Solo así se podrá seguir beneficiando el consumidor final y el país en general, con precios competitivos, mayor generación de empleo y un cemento de calidad que hable con obras ante el mundo.
Por ahora, los ojos están puestos en la SIC que, tras varios años de investigación, dictaminará si aun en medio de una industria altamente competida se puede presentar una cartelización. Pronto se conocerán las pruebas que determinen si el precio del cemento en Colombia responde a la dinámica de un mercado en constante crecimiento o a la fijación de precios acordado por unos pocos productores
Las opiniones
Sandra Forero
Presidenta de Camacol
“La reducción de despachos se da por el aumento de los ciclos. Aún faltan por iniciar 68% de los proyectos, lo que genera una buen expectativa”.
Francisco Suárez
Analista de infraestructura
“A medida de que se impulsen los proyectos de cuarta generación, la industria cementera va a tener mejores indicadores”.