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Uno de los más importantes ha sido la implementación de paneles solares en zonas no interconectadas a la red se suministro de energía, como es el caso del municipio de Vigía del Fuerte en Antioquia, donde se adecuaron 66 casas con estos dispositivos que aprovechan la radiación permitiéndoles por lo menos cuatro horas de luz en la noche a las comunidades indígenas que allí tienen asiento.
Este departamento, después del Cauca, es al que más se han asignado subsidios a vivienda con más de $123.300 millones destinados a casi 7.800 hogares.
“En la medida en que se van desarrollando los proyectos analizamos bajo qué situaciones está el terreno para buscar la manera de mejorar las condiciones de vida para las personas”, aseguró Juan Carlos Ortega, gerente de Vivienda de Interés Social (VIS) Rural del Banco Agrario. Tal es el caso de Vigía del Fuerte, una zona selvática distante de los centros poblados a la cual no está planeado llevar el servicio de energía en los próximos 25 años.
“También lo queremos aplicar en zonas del Meta, Vichada y la Amazonía donde ya se colocaron algunos”, dijo. Sin embargo, estas adaptaciones requieren el apoyo de otras entidades que financien el proyecto que termina costando hasta 30% más de lo planeado inicialmente (el valor promedio de hoy por vivienda es de 30 salarios mínimos mensuales) “para que no se tenga que sacrificar calidad en otros aspectos”. Las alcaldías, gobernaciones y el Fondo de Adaptación han sido algunos de los aliados para compensar el presupuesto.
Otro ajuste tuvo que ver con la tradición de dormir en hamacas en departamentos como La Guajira, es por ello que para el proyecto del Banco Agrario en el corregimiento de Paraguachón las estructuras de las viviendas se reforzaron para soportar los movimientos que genera una familia en estas condiciones.
Del mismo modo, al sur del departamento de Bolívar se construyeron 3.000 viviendas sobre pilotes para disminuir al máximo las posibilidades de inundación. Esta tecnología es diferente a la que se utilizó en el resto del país pos tratarse de una zona con altas probabilidades de desbordamiento de fluviales.
En cuanto a la utilería, también se implementaron estufas coeficientes en Norte de Santander, donde la mayoría de los campesinos llevan por tradición cocinar con leña; las nuevas estufas permiten continuar con la práctica pero al interior de la casa.
También se han venido revisando los sistemas de acumulación de agua para pasar de tanques sobre el techo a depósitos en albercas a nivel del suelo, lo que implica modificaciones en las normas de construcción.
“Para nosotros nada de esto es un impedimento, al contrario, nos abrimos a las posibilidad que tenemos con los terrenos que los entes territoriales nos certifican”, concluyó Ortega.
Lista reforma a los proyectos del campo
A inicios de abril el Ministerio de Agricultura dará a conocer el nuevo decreto de las especificaciones de la vivienda de interés social para el campo. Una de las modificaciones que contempla el documento es una adición al presupuesto que pasa de 30 salarios mínimos mensuales a 50 por cada casa. Pero no solo serán más grandes, será la distribución de los espacios que se espera esté acorde con una familia promedio en el campo que se compone de más de seis personas.
Las opiniones
Juan Carlos Ortega
Gerente de VIS rural del Banco Agrario
“En la medida en que se van desarrollando proyectos de vivienda rural analizamos bajo qué situaciones está el terreno para buscar cómo mejorar sus condiciones de vida”.
Francisco Solano
Presidente del Banco Agrario
“Estamos trabajando en la reducción de tiempos en el proceso, en hacerlos más ágiles para cumplir con la meta de entregas que se puso el Plan Nacional de Desarrollo”.
