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La clave está en definir el propósito de tu asistente y darle la información suficiente para que entienda lo que necesita.
Con el paso del tiempo, estos asistentes le ayudan a optimizar la productividad y le liberan espacio espacio para la creatividad
La inteligencia artificial está transformando la manera en que interactuamos con la tecnología, pero para quienes la usan con frecuencia, hay un problema recurrente: la repetición. Escribir las mismas instrucciones una y otra vez, subir los mismos archivos o ajustar los mismos parámetros hace que el proceso se sienta tedioso. Sin embargo, hay una solución: asistentes de IA personalizados.
ChatGPT los llama “GPTs personalizados”, Claude los bautizó como “Proyectos” y Google Gemini los conoce como “Gemas”. En esencia, todos cumplen la misma función: recordar lo que necesita, entender sus tareas repetitivas y hacer que la IA se convierta en una extensión de su flujo de trabajo.
Construir un asistente de IA no es complicado. No hace falta programar ni tener conocimientos avanzados en tecnología. Todo comienza con una idea: ¿qué parte de su trabajo le gustaría automatizar o hacer más eficiente? Puede ser la redacción de correos electrónicos, el análisis de datos o la planificación de proyectos. La clave está en definir el propósito de tu asistente y darle la información suficiente para que entienda lo que necesita.
El primer paso es elegir la plataforma adecuada. Una vez elegida, llega el momento de darle forma a su asistente. La personalización es clave. En lugar de darle órdenes sueltas en cada sesión, puedes escribirle un manual de identidad: ¿quién es?, ¿cuál es su objetivo?, ¿cómo debe responder? Puede definirlo como un asesor financiero meticuloso, un editor creativo o un gestor de proyectos. Mientras más detalles le de, más natural y útil será su respuesta.
Pero un asistente no es solo una serie de instrucciones. También puede alimentarlo con información específica: documentos de referencia, ejemplos de textos anteriores o cualquier otro archivo que pueda servirle como base de conocimiento. Esto es especialmente útil si trabaja en áreas donde la precisión es clave, como el análisis de datos o la generación de reportes.
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