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Mucho se habla hoy de la sostenibilidad en todos los sectores, lo cual de por sí es un motivo para celebrar, teniendo en cuenta que apenas unos años atrás esto no sucedía.
Sin embargo, algo que todavía falta poner en boca de todos es el rol que las comunidades indígenas pueden tener en este amplio y poco definido mundo de la “sostenibilidad”.
Mientras la gran mayoría de las empresas y gobiernos hace promesas y esfuerzos para llegar a la carbono-neutralidad, poco se oye de estrategias que puedan involucrar activamente a comunidades que durante cientos de miles de años han ejercido esta practica de “sostenibilidad” en el entorno en donde se han desarrollado.
Está más que comprobado que los territorios gobernados y habitados por comunidades originarias se encuentran en un estado de conservación casi prístino, sin embargo, hoy se encuentran asediadas por presiones externas que las están llevando a abandonar sus territorios o a que pierdan la gobernanza sobre los mismos, lo que inevitablemente conllevará a un deterioro sobre el estado de conservación y por consecuencia, un aumento en la concentración de partículas de CO2 en el aire.
Una de las alternativas que ha surgido para involucrar a las comunidades indígenas (y otras tantas), son los proyectos que generan o emiten bonos o créditos de carbono. Más allá de que estos pueden ser una solución, como lo mencioné, son a penas una de las alternativas que existen.
Estamos en un momento de la civilización donde tenemos que empezar a preguntarnos el porque las comunidades indígenas han logrado vivir armónicamente con sus territorios y su entorno, dejando de un lado el ego de aproximarse a esta pregunta desde una visión simplista que dicte que el motivo es porque en la historia reciente de la humanidad se ha alcanzado un desarrollo nunca antes visto.
La pregunta y la respuesta no apuntan necesariamente a esto, más allá de las verdades o falacias que la hipótesis pueda contener. Es necesario comprende la visión y la manera de entender el mundo y las relaciones desde la perspectiva de las comunidades indígenas, para lograr realmente dimensionar la manera en que milenariamente han convivido en armonía con su entorno.
Y ahora la única manera de realmente lograr esto, es que las comunidades sean parte activa del desarrollo de metodologías y proyectos, que las empresas empiecen a mirar hacia las mismas buscando las maneras de apoyarlas y de invitarlas a las mesas en donde se estructuran y se toman las decisiones más oportunas.