MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
Agregue a sus temas de interés
Una de las claves más importantes en términos de digitalización, es la necesidad de adaptarse rápidamente
Estamos en una sociedad cada vez más avanzada donde el ritmo hacia el desarrollo y el cambio tecnológico ha sido atractivo para diferentes actores, países, sociedades, sectores y empresas. Todos entienden que la aceleración digital es la respuesta estratégica que se traducirá en ventajas competitivas, crecimiento, buen margen y alta rentabilidad.
El entorno se muestra altamente incierto y volátil en un proceso de cambio donde los directivos de las compañías lanzan planes e invierten recursos buscando digitalizarse en su afán de mantenerse vigentes y competitivos, sin embargo, esto todavía les resulta difícil cuando se deben fijar escenarios probables a mediano o largo plazo.
Estos retos, unidos a la oleada de tecnologías emergentes como la inteligencia artificial, la gestión masiva de datos en tiempo real, el resonado machine learning o el enigmático, pero popular, blockchain, son un verdadero desafío para Colombia. El país ha asumido el reto y ha adoptado un rol de liderazgo clave para la economía digital en la región. Su economía y su ubicación geográfica, sumados a la voluntad del sector público y la empresa privada para que una apurada transformación digital permee cada rincón del país son los principales factores de competitividad que hacen de Colombia el líder regional en este ámbito. Hay que aplaudir sin duda, los esfuerzos que Colombia en su conjunto está realizando para estar en los vagones cabeceros de la digitalización.
Los más recientes datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) sobre transformación digital, advierten que solo 17 de los 32 países de la región tienen una agenda digital. Esta constituye el más alto poder político, institucional y oficial para el aprovechamiento de las TIC en todos los sectores, y es justamente en ese punto donde convergen los actores para entender que el proceso de cambio y aceleración no es solo de unos cuantos, sino de todos.
Una de las claves en términos de digitalización, es la necesidad de adaptarse rápidamente a la velocidad de la disrupción, donde exista voluntad para invertir en infraestructura tecnológica, educar y desarrollar competencias digitales y gestionar avances en investigación, innovación y desarrollo. De otra parte, la transformación digital no se enmarca únicamente en lo que a tecnología se refiere, sino que implica un cambio cultural, que potencie las capacidades de todos los equipos para generar redes y ecosistemas que permitan una ventaja competitiva importante sobre otros.
El proceso de cambio y transformación de una compañía tradicional debe también poner foco en el cliente, impulsando soluciones adaptadas sus necesidades y comportamientos (especialmente en el ámbito digital), que sean convenientes y fáciles de usar y pensadas de principio a fin para sorprender. Bajo este panorama, la creatividad, la innovación, la incorporación de mediciones que evalúen la experiencia de cliente y el uso inteligente de los datos, no son capacidades opcionales para los directivos, pues hoy ya son capacidades básicas en toda organización.
En esta carrera por liderar e innovar en cada ámbito del negocio, las empresas convencionales están copiando estrategias y tácticas para empatar un partido que los nativos líderes digitales ya están ganando.
El punto de partida debe ser transformar los modelos de negocio lo más rápido posible y adaptarlos al nuevo entorno competitivo, teniendo en cuenta los nuevos hábitos y comportamientos de los clientes. Vale la pena destacar que, si se quiere ganar y ser empresas líderes, se debe empezar a plantear la forma de reinventar cada negocio, la forma de aprovechar las nuevas tecnologías para crecer y crear nuevas empresas capaces de situarse a la vanguardia de la economía digital. La transformación es supervivencia, la aceleración y la disrupción son liderazgo.
