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Al borde de los acantilados de Trancoso (Brasil), el campo de golf de Terravista ofrece un recorrido de infarto. Justo a 25 kilómetros de este punto de la costa llegaron los portugueses hace 500 años. Hasta aquí peregrinan hoy los “gypset” que aterrizan en “jet” privado para jugar.
Fundado por los jesuitas en 1.586 y redescubierto por los hippies en los años 70, Trancoso es a día de hoy el destino más selecto de Brasil y para el golf. Hasta este pequeño pueblo del estado de Bahía, que hasta hace poco no tenía electricidad, peregrinan los gypset: esa tribu afortunada de maneras nómadas y gustos de la jetset, según acuñó Julia Chaplin en sus libros editados por Assouline, que emigran de Montauk (Nueva York) a Deià o Ibiza (Baleares) para terminar el año aquí, tras pasar por Byron Bay (Australia).
Este arquitecto estadounidense, Dan Blankenship, aprendiz del maestro Pete Dye, el más prominente diseñador de campos de golf de Brasil donde ha firmado más de una decena, no esconde que Terravista es el más especial. “Es sin duda el proyecto más fascinante de mi carrera.
Trabajar en un lugar con una vista increíble del mar, en plena mata atlántica [bosque neotropical nativo de Brasil], con un relieve natural perfecto para un campo de golf, consciente de que Brasil fue descubierto exactamente en este lugar hace más de 500 años, fue una experiencia maravillosa”, rememora.
El protagonista de Terravista es, en cualquier caso, el fotogénico hoyo 14, un par 3 con 216 yardas (197 metros) del tee (soporte donde se pone la bola de golf), que requerirá un golpe preciso sobre el precipicio a 40 metros sobre la playa.
Javier Pintos, director de WeGolf, agencia especializada en eventos y viajes de golf en Buenos Aires, descubre los secretos del trazado. “El 10 me parece un hoyazo. Muy lindo tiro de salida. Recuerdo también un green largo y, a continuación, el par 3 contra el agua (que creo que es el 13, y el par 4 que le sigue, el 14) me tocó jugarlos viento a favor y la verdad es que eran realmente muy especiales”, resaltando el nivel del terreno.
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Este sustantivo, que se incorporó al Diccionario de la lengua española en su última actualización, se impuso a las otras 11 candidatas