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Carlos Enrique y Alejandro Riascos son marimberos. Cuando dicen que trabajan con marimba la gente se sorprende.
Pero lejos de la connotación popular que tiene esa palabra, asociada a la marihuana, ellos se sienten orgullosos de haber creado una empresa para fabricar y vender instrumentos musicales propios del Pacífico colombiano.
Esa es su contribución a la cultura de esa región del país. Por eso fundaron Marimbas Palma Chonta, su pyme que hoy, con casi tres años en el mercado ya vende instrumentos en varios países.
Así como los hermanos Riascos vieron una oprtunidad en la música, Blanca Lozano notó que la pintura es uno de los mejores espacios en los que se pueden encontrar padres e hijos. De ahí que su idea de negocio se convirtió en una tendencia entre cientos de familias caleñas.
Blanca creó el Café Pintado, un estudio en el oeste de Cali en donde padres e hijos pueden llegar, adquirir una cerámica en blanco y crear, con pintura, una obra única, mientras comparten tiempo de calidad.
En otro rincón del Valle del Cauca, el compromiso con el medioambiente hizo que Julio César Quiroga buscara un mineral amigable con la naturaleza y las personas que pudiera suplir los abonos nitrogenados. Creó su empresa Llanpacífico y comenzó a probar las propiedades de la zeolita, un compuesto de origen volcánico.
Las pruebas y estudios fueron contundentes. Logró reducir en un 25% el uso de abonos químicos en diferentes cultivos. Ahora, su empresa vende zeolita que importa desde Ecuador y su proyección en el occidente de Colombia cada vez crece más.
Por su parte, a Catalina Argote le dio por cambiar el concepto de rodizio. Creó un restaurante para vender pizza en vez de carne y además con recetas gourmet. Así logró innovar con su negocio y cautivar un segmento de consumidores en la capital del Valle del Cauca. Y si de productos poco comunes, pero exitosos se trata, Martha Cecilia Jaramillo logró un desarrollo gastronómico que se volvió una delicia para sus clientes. Ella, en su misión de rescatar la cocina tradicional de su departamento, se inventó los pinchos de chicharrón. Y desde su restaurante Ringlete, este producto se volvió en una delicia de la culinaria contemporánea caleña. Es tal el suceso, que la fama de esa receta traspasó las paredes de su local y llegó a eventos masivos en ferias y congresos. Todo por la calidad de su presentación y por su excelente sabor.
Estos son cinco casos de negocios en el Valle del Cauca y que hoy, se volvieron un referente en el mercado de ese departamento y se abren paso de manera acelerada en el país y el exterior. Ideas que en algún momento parecieron raras, pero hoy son ejemplos de negocio.
El mineral que reemplaza los abonos químicos
Julio César Quiroga está convencido en que su aporte es ayudar a cuidar el medioambiente. Por eso un viaje a Ecuador le potencializó esa misión.
Allá conoció sobre la zeolita, un mineral de origen volcánico extraído cerca de las costas de Guayaquil. Investigó y se dio cuenta de que suple el abono nitrogenado. Así creó, hace nueve meses, su empresa Llanpacífico y comenzó a importarlo.
“Traje unas muestras e hice unas pruebas con diferentes tipos de plantas y los resultados fueron óptimos. Así colaboramos con el medio ambiente y cuidamos las aguas subterráneas”, dice Julio César.
Los ensayos en diferentes tipos de cultivos como café, arroz, caña, mora y lulo, entre otros, lograron reducir en un 25% el uso de abonos nitrogenados en Cauca y Valle del Cauca.
Uno de los principales objetivos de Julio César con la zeolita es que los productores tomen conciencia de que no se necesita de químicos para producir a gran escala.
La tonelada de zeolita la vende Julio César en su empresa por $700.000 y dentro de las proyecciones de corto plazo de Llanpacífico está ampliar el conocimiento de ese recurso, que se reemplace la úrea, y vender 15 toneladas mensuales.
Pinchos de chicharrón, un plato tradicional y elegante
Cada vez que Martha Cecilia Jaramillo cocina, sus recuerdos la devuelven a la infancia; a las jornadas en la casona de sus padres donde aprendía los secretos de la sazón vallecaucana. A los 13 años, Martha se obsesionó con la preparación de un alimento: el chicharrón. Empezó a experimentar con diferentes formas de elaboración y logró sacar lo mejor de esta comida.
Años después, y convencida en que su misión es “recuperar la tradición gastronómica del Valle del Cauca”, inauguró Ringlete, su restaurante. Allí tiene un producto estrella: los pinchos de chicharrón. “Soy obsesiva de la cocina de región. De preparar lo nuestro con un estándar diferente y más estético”, comenta Martha. El producto se volvió un éxito en su restaurante, ubicado en el barrio Granada, al norte de Cali. Se venden en tres tamaños y se acompañan de arepa, chips de plátano y salsa barbacue de mango y mamey.
Los platos cuestan, en promedio, $13.500 y su calidad hizo que sea producto obligado en convenciones, ferias y eventos. Ahora va a vender los pinchos de chicharrón congelados para llevarlos a otras regiones del país. “No sirve de nada que se vea bien y que no sepa a nada. Por eso es un producto ligero de grasa y con un sabor impecable”, agrega Martha.
Un lugar para pintar en familia
En el lugar es común ver llegar algún ejecutivo, separado de su esposa, con su hijo. Piden una cerámica en blanco y se ponen a pintar. Días después vuelven por la pieza horneada o piden una nueva y vuelven a pintar. De ese modo padres e hijos comparten tiempo de calidad.
Así funciona Café Pintado, un espacio en el barrio El Peñón, de Cali, donde los papás (no solo separados) y los niños se encuentran. Ese es el emprendimiento de Blanca Lozano, quien materializó una idea que hoy se volvió un negocio exitoso que abrió sus puertas en 2010. Los padres y los hijos pueden escoger piezas en cerámica de entre más de 100 modelos. Hay, además, un “bar” de pinturas. También toman plantillas, libros de ideas o las bajan de internet para poder decorar las piezas.
“Les damos instrucciones iniciales, pero no somos academia de arte. El resultado es muy bonito no hay que tener conocimientos en pintura. Queda algo único y muy curioso”, asegura Blanca.
El lugar, de 100 metros cuadrados, es un estudio con música lounge, rock en español o jazz. Los padres pueden además tomar un café o compartir una comida ligera con sus hijos. Está abierto de 11:00 de la mañana a 8:00 de la noche.
Las piezas de cerámica se consiguen desde $10.000 y es tal el suceso de Café Pintado que asisten unas 700 personas al mes. Próximamente abrirán una sede en Villavicencio.
Otro concepto para disfrutar la pizza
Una visita a Brasil disparó el ánimo emprendedor de Catalina Argote. Tras su regreso a Cali pensó en implementar allí el concepto de restaurante rodizio. En este caso no sería carne lo que pensaba vender. Ella se decidió por la pizza.
Catalina, economista, no tenía ninguna experiencia en restaurantes. Eso no la desanimó. Hizo un estudio de mercado y llegó a la conclusión de que había que variar el concepto. Lo que tenía que ofrecer no eran los sabores tradicionales. “Nos centramos en hacer una pizza gourmet y así venderla bajo el concepto de rodizio. No era solo pagar y comer de manera ilimitada”, recuerda Catalina. Y desde 2010 Capriccio Pizza Rodizio, se convirtió en un referente obligado para muchos al momento de ir a degustar una pizza en el oeste de Cali. Entre esos sabores gourmet hay pizza de champiñones rellenos de queso azul, berenjenas, calamares, carnes en salsa de vino y atún. “Son 30 sabores diferentes. Los precios varían en un promedio de entre $10.000 y $20.000. Ya pensamos en abrir más locales y trabajar con franquicias”, dice Catalina.
Marimbas para rescatar la tradición
El sonido de la marimba se estaba perdiendo. Así recuerda Carlos Enrique Riascos que empezó, junto a su hermano Alejandro, a darle forma a su idea. En 2010 comenzaron la fabricación de instrumentos musicales del pacífico y crearon Marimbas Palma Chonta.
Desde el inicio les tocó librar una pelea. Que la gente no asociara lo que vendían (las marimbas) con el sinónimo del lenguaje popular con que se conoce, en algunos lugares, a la marihuana.
“Lo que hacemos es explicarle a la gente que marimba es otra cosa, un instrumento del Pacífico colombiano, que da unos sonidos muy bonitos”, sostiene Carlos Enrique.
Una marimba de palma chonta, que también se fabrica con guadua y guasca, de 18 tablas tiene un costo promedio de $600.000. Marimbas Palma Chonta vende unos 120 de estos instrumentos al año. Ya empezaron a exportar y sus productos a Chile, Argentina, Honduras, Uruguay y Francia.
Las opiniones
Julio César Quiroga
Gerente de Llanpacífico
“Es muy importante que se conozca que la zeolita puede reemplazar abonos nitrogenados. Esto mejora el medioambiente. Por eso promovemos su uso”.
Martha Cecilia Jaramillo
Propietaria del restaurante Ringlete
“No sirve de nada que un producto se vea bien si no sabe delicioso. Por eso el pincho de chicharrón no solo es ligero de grasa y se ve bien, sino que tiene un sabor impecable”
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