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Además de formar chef y aficionados, las escuelas de gastronomía apuntan a un nicho que viene creciendo a de doble dígito
Por segundo año consecutivo, Colombia brilló en las semifinales del Bocuse d’Or, lo que en el mundo gastronómico equivaldría al Mundial de la cocina. Carlos Pájaro, un empresario y chef cartagenero, lideró el equipo que clasificó a la finales del mismo evento, que se realizarán el próximo año, en Lyon.
Al igual que Pájaro, egresado como chef profesional en la Escuela de Gastronomía Mariano Moreno, miles de jóvenes se están formando en institutos similares, en un mercado que se está reactivando y dejando atrás las consecuencias de la pandemia.
Pero, además de formar chef profesionales y aficionados, las escuelas de gastronomía están apuntando a un nicho de mercado promisorio que, en algunos casos, viene creciendo a tasas de doble dígito: el de las empresas, sus ejecutivos y empleados.
“La cocina estimula los cinco sentidos y a través de la gastronomía podemos emular muchas cosas que pasan en el trabajo”, explica Carolina Parra, fundadora y presidenta del Instituto de Gastronomía Gato Dumas.
“Podemos ver el trabajo, el liderazgo, el trabajo en equipo, la capacidad de negociación, la toma de decisiones rápidas y fortalecer esas habilidades blandas en talleres para ejecutivos”.
Para ello, el Instituto abrió una línea de negocios que se llama “cook and coach” y que según Parra, ya representa 10% de sus ingresos totales, dado que cada vez hay más interés en las empresas y de los propios ejecutivos.
Según la presidenta de Gato Dumas, que está en el país desde 2003, la experiencia es flexible y se ajusta a las necesidades de las compañías. Por ejemplo, los talleres tienen una duración de entre cuatro y ocho horas para grupos que pueden oscilar entre 20 y 40 personas. El costo por alumno es de $350.000.
Con cinco sedes en el país, la Escuela de Gastronomía Mariano Moreno, al igual que Gato Dumas, cuenta con tres líneas de atención: la principal para quienes como Pájaro quieren dedicarse profesionalmente a la cocina, una para aficionados con cursos y diplomados y otra dirigida a las empresas.
“Estamos viendo una explosión en el interés alrededor de la cocina y la gastronomía”, dice Felipe Villar, director de la Escuela. “A veces, las actividades tienen qué ver con liderazgo, planificación o trabajo en equipo, y usamos la cocina como pretexto para hacer capacitaciones”.
Según Villar, el interés por este tipo de cursos aumentó tras la pandemia a tal punto que se puede hablar de una especia de boom, ya que las jornadas se convierten en un espacio que les permiten a los ejecutivos manejar el estrés.
Federica Galeani, chef directora de la Escuela de Cocina Carulla, señala que el propósito de sus cursos es “regalar experiencias a las personas”. “En nuestros cursos, dirigidos a los aficionados de todas las edades, las personas aprenden sobre ingredientes, recetas nuevas y, sobre todo, a compartir porque es un espacio donde se conocen, se generan interacciones, amistados y donde literalmente queremos regalar una experiencia alrededor de la gastronomía”. Según Galeani, además de Bogotá, el objetivo es llegar a Medellín, Cali y Barranquilla.
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