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El susto es una respuesta emocional pasajera a un estímulo repentino e inesperado. El miedo, un estado de ánimo y mental permanente sobre peligros reales o imaginarios
¿Cuál es la frase que más se repite en la Biblia? “No temas”. 365 veces -en la mayoría de las versiones-.
Prácticamente un “no temas” para cada día del año. Ulises, en la Odisea, escucha y aconseja permanentemente en los 24 cantos del recorrido de vuelta a Ítaca “no tengas miedo”, “sé valiente”, “ten coraje”.
Los budistas sostienen que el rechazo natural e inconsciente hacia el sufrimiento es la esencia del miedo. Creen en lo inevitable del dolor y en lo opcional del sufrimiento. Lo primero tiene que ver con la comprensión del miedo; lo segundo, con la forma de asumirlo.
“Asústate. No puedes evitarlo. Pero no tengas miedo”, afirmó el Premio Nobel de Literatura William Faulkner -y no escribía autoayuda-.
El susto es una respuesta emocional pasajera a un estímulo repentino e inesperado. El miedo, un estado de ánimo y mental permanente sobre peligros reales o imaginarios. Parafraseando el célebre dicho sobre los gustos, “para miedos, los colores”.
El miedo no es exclusivo de ninguna religión, filosofía o libro de autoayuda. Podemos temer a la enfermedad, a la muerte, al fracaso, al compromiso, al desamor, a la soledad, etc. Incluso los inversionistas se inventaron el cada vez más familiar ‘índice del miedo’ para ayudar a mapear los niveles de volatilidad en los mercados bursátiles.
Cuatro años después del crac del 1929 -la caída catastrófica de la bolsa en Estados Unidos- fue el presidente Roosevelt en su discurso inaugural quien aseguró que el miedo era una elección, el enemigo real, porque no hacía más que agravar la situación.
Shakespeare, trescientos y pico de años antes, ya había dicho “asumamos las circunstancias tal como nos llegan”.
Coraje: La decisión de hacerse cargo. “De intervenir en una situación, en ti, en el destino (…) Podemos maldecir la oscuridad o podemos encender una vela. Podemos esperar a que alguien venga a salvarnos o podemos plantarnos y actuar”, escribe Ryan Holiday.
El miedo es un punto de inflexión decisivo, es “La llamada del coraje” -que es el título del libro- el punto para tomar la determinación de dar un paso adelante haciendo lo que corresponda, y eso no es un superfluo “tú todo lo puedes”. Es darle cara con acciones y actitudes realistas.
“No tengas miedo” no es un imperativo porque él no desaparece simplemente al decir que no se sienta. El miedo se enfrenta con coraje y se supera. Lo que me recuerda la popular cita -esta sí de autoayuda- “si tienes miedo, hazlo con miedo, pero hazlo”. Ten coraje.
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