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Muchas personas, sin saberlo, poseen piezas artísticas que son activos financieros. No saben cómo darle valor o igualmente es un coleccionista primíparo
Muchas personas pueden tener en este momento un objeto de valor incalculable, colgado en la pared, en el baúl de los recuerdos o simplemente en un rincón lleno de polvo. Pero ese bien puede tratarse de toda una obra de arte con valor monetario, que un coleccionista o galería estaría dispuesta a adquirir por una suma considerable.
Una pintura, un dibujo, o una escultura, son algunas piezas que podrían entrar en la categoría de obras de arte. Sin embargo, la gran pregunta es qué hace que una pieza valga $300.000 y otra millones o, simplemente no tenga ningún valor; por lo menos, a luz de las lógicas del mercado.
Dentro de esta industria el precio del arte puede variar según quién y cómo lo está vendiendo. Pero, para determinar el valor justo de una obra, que es lo que llaman “fair market value” si existe un consenso.
Según los expertos en avalúo, para determinar ese valor se investigan los mercados actuales, que incluye subastas, galerías, y mercados privados. Por otro lado, se toman en consideración los elementos particulares de la obra.
“Lo primero que uno debería mirar, es si una obra tiene futuro en valorización es qué tan famoso es el artista que hizo la obra. Por ejemplo, si ha tenido exposiciones, si ha aparecido en prensa o simplemente ha cultivado un mercado”, dijo Ricardo Andrés Perdomo, perito avaluador en arte de Ablac.
Sumado a eso, se revisan otros elementos como el valor histórico, el tema de la obra, la trazabilidad de la misma y la autenticidad. En este último factor Perdomo agrega que las obras de arte son limitadas, “son las que el artista pudo hacer en vida o las que le permitió su capacidad de producción durante un tiempo determinado, lo cual hace que su valor aumente al tener cientos de personas pujando por una sola obra de una figura determinada”.
Ese avalúo muchas veces los coleccionistas lo hacen de manera formal, es decir, mediante estudios que investigan la autenticidad y valor de la obra y que entregan un certificado de arte. Estas firmas son investigadores de arte privado, que reciben las piezas y empiezan un análisis histórico de la obra.
Las copias: unas sin peso y otras con cierto valor
La fama y curriculum del artista es la pieza clave del costo
Aquí, lo primero es revisar la trayectoria de ventas del artista y si el autor es emergente, establecido o famoso. Los emergentes no son conocidos y tienen un precio no muy alto que lo establece la galería que lo exhibe. Los establecidos ya tienen historia, y venden en galerías y a través de subastas. Y los famosos son los más costosos ya que muchos han muerto y hay pocas obras disponibles, un ejemplo de ello es el artista local Antonio Caro.
El tema, una de las preferencias de los coleccionistas
Muchos artistas son conocidos por un tema y las obras de ese eje son las más cotizadas y más caras. Por lo que los coleccionistas quieren piezas icónicas en las que se reconozca de lejos quién es el creador. También hay temas que son difíciles de vender y, por lo tanto, tienen un precio inferior. Una obra de un tema religioso de Fernando Botero no se vende tan bien como uno de la serie de la corrida de toros. Por lo que una representativa, gana en cotización.
La trazabilidad puede tener un valor agregado
Al avalúo de obras físicas hay que agregarle el arte digital
Este año, la FILBo contará con la participación especial de 30 países, entre los que destacan Alemania, Argentina, Brasil, Canadá, Francia, México, Portugal y España