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TURISMO

Crucero de expedición a US$1.080 la noche para gente que no le gustan los cruceros

lunes, 4 de septiembre de 2023

Una de las excursiones propuestas en el Seaburn Venture es salir en zodiacs a contemplar los acantilados de Moss, en Escocia, donde miles de pájaros marinos viven parte del año.

Foto: Expansión

Ni discoteca, ni aglomeraciones en el buffet. Estos cruceros se convierten en la tendencia estrella del sector para los viajeros que buscan lugares remotos en barcos de lujo

Expansión - Madrid

En Fair Isle, una remota isla escocesa del Mar del Norte, solo viven 55 personas. El lugar cuenta con un pequeño embarcadero para zodiacs y una pista de aterrizaje donde, de vez en cuando, consigue llegar un avión de ocho pasajeros.

Viajar a Fair Isle, santuario de especies únicas de pájaros y acantilados de una gran belleza, es un ejemplo del tipo de experiencias que buscan los clientes de un crucero de expedición como el Seabourn Venture, que durante diez días recorre Escocia e Islandia con solo 200 pasajeros a bordo. Además de Fair Isle, sus viajeros tendrán ocasión de contemplar edificaciones prehistóricas apenas visitadas; navegar en kayaks; dar paseos con un guía experto en aves; y visitar volcanes y cascadas islandesas donde no llega el turismo de masas.

Exclusividad y aventura

El objetivo de este exclusivo tipo de cruceros es siempre el mismo: llegar a lugares de difícil acceso, de una gran belleza natural, y, sobre todo, fuera de cualquier ruta de barcos comerciales con miles de pasajeros dentro. Como explica un viajero, "es un crucero para gente que odia los cruceros".

Estos viajes, solo disponibles para grupos de investigadores hasta hace pocos años, se han convertido en uno de los segmentos de mayor crecimiento en el mundo de los cruceros. El último informe de la Asociación Internacional de Empresas de Cruceros (Clia) asegura que es una de las grandes tendencias del sector para los próximos años e indica que aunque el número de cruceristas en este segmento es pequeño, sobre todo por su elevado coste, tiene un gran potencial.

En 2022, 137.00 personas se unieron a uno de estos viajes, más del doble que hace cinco años. Además, el interés crece: las búsquedas en Google para viajes a la Antártida, uno de los destinos estrella de estas expediciones, se han incrementado en un 51%. "Los viajes inmersivos y los viajes que uno quiere hacer una vez en la vida están ganando peso, especialmente tras la pandemia", comenta Juan Rodero, director general de la agencia de viajes Mundo de Cruceros.

Las navieras ya han puesto medios para responder a la demanda creciente. Más de la mitad de todos los barcos que se construirán en los próximos cinco años en el planeta estarán destinados a cruceros de expedición.

Las embarcaciones se caracterizan por su pequeño tamaño (alojan a unos 250 pasajeros, frente a los 6.000 que puede albergar un crucero tradicional) y por sus características técnicas: más ecológicos, con doble casco y capaces de romper hielo en sus aventuras en Alaska o el Polo Sur.

Los grandes grupos turísticos han creado divisiones específicas para hacer frente a esta demanda. Carnival es propietaria de Seabourn; Royal Caribbean Group, de Silversea, y el gigante italiano MSC cuenta con la marca Explora. Otras empresas, como Ponant, ofrecen únicamente este tipo de experiencias.

La exclusividad tiene un precio. El coste promedio de uno de estos cruceros asciende a unos US$1.080 por persona y noche, aunque aquí se incluyen comidas, actividades y propinas. Un viaje a la Antártida de 20 días cuesta a partir de 20.000 (US$21.600) euros por persona, vuelos a parte.

Además del confort y servicio de ultra lujo que se ofrece a bordo -todas las suits tienen balcón al mar y se puede pedir caviar sin coste adicional, parte del gran atractivo de estos cruceros es el programa de actividades que ofrece.

En lugar de bajar del barco en un gran puerto, los cruceristas de expedición se montan en zodiacs y se sumergen en el agua hasta la rodilla si la marea ha subido más de la cuenta. En lugar de clases de zumba, hay conferencias sobre flora y fauna; y en lugar de cena con el capitán y discoteca, los cruceristas visten ropa elegante, pero cómoda, y se retiran a dormir pronto porque a la mañana siguiente hay que madrugar. Las zapatillas Hoka y las prendas North Face son habituales entre el pasaje.

El éxito de este programa de actividades depende del equipo de expedición. formado por 25 profesionales entre los que se encuentran biólogos, geólogos, arqueólogos e historiadores. El equipo también incluye varios ex pilotos de avión que se encargarán de sumergir los dos pequeños submarinos que lleva el Venture y que permiten descubrir restos de barcos hundidos en la II Guerra Mundial.

Vida en alta mar

Entre las 7 y las 8 de la mañana, el jefe de equipo de expedición, Seb Coulthard, un ex militar británico con larga experiencia en el mundo de los cruceros, saluda por megafonía anunciando la agenda de la jornada. A esa hora, los cruceristas desayunan en alguno de los espaciosos restaurantes, aunque muchos eligen utilizar el servicio de habitaciones y tomar café, huevos y fruta mirando al mar. Las 132 suites del barco disponen de terraza.

Los cruceros de exploración atraen al público más maduro

Edad media de los cruceristas y duración del viaje, por destino.

Unos minutos más tarde, la actividad en la zona reservada a las zodiacs es frenética y poco a poco el barco se queda vacío. Apenas una veintena de pasajeros prefiere quedarse a bordo y trabajar unas horas o disfrutar del spa y las terrazas exteriores.

Antes de salir, los pasajeros deben ponerse ropa de abrigo, la suya o la que proporciona la compañía. En el caso de Seabourn, todo el kit de bienvenida es de la marca Helly Hansen. El barco también proporciona botas altas que permiten andar por terrenos resbaladizos de forma segura.

Actividades

Cada día, el equipo de expedición organiza una serie de actividades que pueden modificarse según la climatología. Los paseos en kayak, por ejemplo, tienen que ser aplazados en varios momentos por las condiciones del mar. Y también se modifica la forma de embarcar y desembarcar, dependiendo de las mareas.

Muchos expertos recomiendan elegir el crucero no solo por el barco, sino teniendo en cuenta el programa de actividades y la experiencia del equipo de expedición en ese destino. En algunos lugares, como Antártida, donde el viaje tiene un componente de riesgo en algunos momentos, la experiencia es un grado.

La profesionalidad del equipo también se nota en las charlas a bordo y en las conversaciones informales durante las excursiones. Los integrantes del Venture están también disponibles para almorzar o cenar con los pasajeros interesados en temas específicos. El tamaño del barco permite que conozcan el nombre y la nacionalidad de los pasajeros desde el comienzo del viaje.

La vuelta al barco suele ser a tiempo para comer en alguno de los restaurantes o a media tarde, con tiempo para ir al gimnasio o a la sauna, o simplemente descansar. Antes de la cena, el pasaje se reúne en la sala de exploración donde se dan las directrices para día siguiente y se atiende una o varias conferencias sobre temas relacionados con el siguiente destino.

Quién viaja a bordo

Jim (nombre ficticio para salvaguardar el anonimato de los pasajeros), es canadiense y lleva varios cruceros a sus espaldas. Está jubilado y se dedica a viajar.Coincidimos en una charla sobre cómo se originan las mareas en alta mar y cuáles son las causas del mareo. "Vengo de hacer el segundo campo base en el Everest, ahora hago este crucero y en septiembre haré el Camino de Santiago en bicicleta con un grupo de amigos", explica. "Estoy dos o tres meses en mi casa de Toronto y el resto del año en otra propiedades o viajando".

El caso de Jim no es aislado. El crucerista de expedición, por lo general, ha recorrido el mundo con viajes tradicionales y ahora busca lugares casi inaccesibles, como el Amazonas o las islas Galápagos, donde descubrir partes del planeta donde el turismo no ha llegado.

Embarcarse en una de estas aventuras exige tener una buena forma física y una dosis de interés por el turismo de aventura. La jornada que trascurre en la impresionante catarata de Dynjandi, en Islandia, exige subir por un terreno resbaladizo durante 40 minutos y después subirse a las lanchas cuando la marea ha subido.

El mareo también está a la orden del día, especialmente en alta mar cuando las olas superan en algún momento los 4 ó 5 metros. En malas condiciones, pueden llegar a los nueve metros de altura. La biodramina está disponible para todos los pasajeros en la recepción del barco y muchos se ponen parches contra el mareo en cuanto vislumbran un poco de oleaje.

La duración de estos cruceros y su alto coste hacen que la edad del pasaje sea elevada: unos 63 años de media, algo que las compañías intentan cambiar. "Nos gustaría ver a emprendedores y directivos más jóvenes en estos barcos. Las conexiones son buenas y se puede trabajar perfectamente durante varias horas al día", explica Glen Varelst, director de Desarrollo de Negocio de Seabourn.

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