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Una disputa entre los productores franceses y compradores rusos llevó a que las tarifas de las mejores botellas subieran
Algunos compradores de champaña en América Latina vieron cómo este mes la misma botella que hace un año costaba US$100, ahora rondaba hasta los US$115 (por dar un ejemplo). La razón, un boicot entre productores y compradores rusos: parecía un pleito pequeño, pero tuvo coletazos globales.
Para empezar, Rusia ganó la primera ronda de una batalla en el mundo del champán, pues lograron que los productores galos reanudaran las exportaciones y acataran una controvertida regla local sobre el etiquetado.
Los productores acordaron modificar las etiquetas traseras de las botellas para describir el contenido como vino espumoso, según el codirector del Comité Interprofessionnel du vin de Champagne (Civc). (Lo cual para ellos no es lo más acertado, incluso muchas familias de tradición lo ven como un insulto).
“Hemos decidido invertir en diplomacia para encontrar una solución”, dijo Jean-Marie Barillère, director del Civc; “La pelea está lejos de terminar”, agregó.
La medida francesa se produce a pesar de que Rusia no ha dado indicios de que revocará una Ley de julio que otorga derechos exclusivos al término “Shampanskoe”, en ruso para Champagne, en botellas de champán fabricadas localmente. La legislación enfureció a los productores franceses de champán, que son notoriamente protectores de la designación geográfica arraigada en el área noreste donde se cultivan las uvas.
El lobby de la Civc, cuyo lema es ‘El champán solo proviene de Champagne, Francia’, había expresado su indignación por el gobierno ruso, y al menos 95% de los productores obedecieron el boicot, según Barillère, y los valores atípicos solo cumplían con los pedidos prepagos. Por eso hubo menor movimiento de botellas “100% autenticas”, y eso se sintió hasta en supermercados latinos.
Moet Hennessy, del gigante del lujo Lvmh, estuvo entre los productores que detuvieron los envíos. Sus marcas incluyen Dom Perignon, Ruinart, Moet & Chandon y Krug.
Bajo la regla rusa, los productores franceses todavía pueden usar los caracteres latinos de Champagne en la etiqueta principal. Pero las botellas también deben decir “vino espumoso” en caracteres cirílicos en la parte posterior; ahí la disputa y el desacuerdo. Incluso el gobierno francés expresó su oposición a la Ley rusa, y el ministro de Relaciones Exteriores, Jean-Yves Le Drian, dijo que consideraría plantear el tema en la OMC.
Rusia es el mercado 15 más grande por valor para los productores franceses de champán, según los datos de Civc con ventas de US$41 millones, por eso fue curioso que un pleito menor generara tanto caos.
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