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Según los médicos Rada, colombia es uno de los líderes en materia de medicina estética tanto a nivel latinoamericano, como mundial. El país cuenta con tecnología de punta en sus clínicas
La medicina estética es un mercado en potencia que cada vez atrae a más público y profesionales. Y es que, dejando los parámetros de belleza impuestos a un lado, quién no quiere verse ‘bonito’ ante sus propios ojos.
Esto, según expertos, es solo uno de los muchos caminos con los que las personas logran crear o aumentar su autoestima, de ahí a que cada día el número de procedimientos realizados crezca.
Sergio y Alexandra Rada son una pareja de esposos que desde hace 34 años se dedican a este negocio. En estas tres décadas, los profesionales destacan los cambios médicos, tecnológicos y en el mercado en general, que pasó de tener ningún cliente hombre, a casi la mitad del total hoy en día.
¿Cuál es la diferencia entre la medicina estética que ustedes hacen y los procedimientos quirúrgicos?
SR: Es una especialidad en la que se trabaja todo el ámbito estético: facial y corporal, y las comorbilidades asociadas, pero sin cirugía.
AR: Por decir algo, cuando tú operas una cara, haces un lifting, estiras una cara: agarras piel, la estiras, pegas, coses y ya. Nosotros lo que hacemos es mejorar la calidad de la piel. Lo mismo en una lipo: quitan la grasa, moldean un cuerpo, pero nunca le enseñan al paciente a alimentarse en forma correcta.
¿Es decir que es más o menos lo mismo pero sin los riesgos de la cirugía?
SR: Correcto. Estos procedimientos no tienen estos riesgos, ni los anestésicos. Nuestros tratamientos no tienen postoperatorio ni hay ningún tipo de incapacidad.
¿Y cómo es la diferencia en precios?
SR: Es importante. Obviamente nosotros al ser un manejo ambulatorio y de consultas, por supuesto que es más barato.
AR: Una lipo, dependiendo del grado de áreas que vaya a sacar la persona o del doctor, estamos hablando de entre $10 millones a $12 millones. Nosotros, también dependiendo de los casos, podemos hacer el proceso que va desde los $2 millones o $3 millones, pero obviamente se deben tener en cuenta varios de esos gastos adicionales como lo que implica un cambio en el estilo de vida del paciente y suplementos dietarios.
Ustedes llevan más de tres décadas en el mercado, ¿cómo ha evolucionado?
SR: Mucho. Nosotros iniciamos aplicando productos derivados de piel de bovino o del ácido hialurónico de la cresta de gallo, y utilizábamos equipos que eran solamente unos ultrasonidos. Ahora todos estos productos son sintéticos y se venden en diferentes concentraciones que se adaptan al paciente. En la parte tecnológica también habido un avance extraordinario.
Existen láseres para todo, y equipos biomédicos que van desde la radiofrecuencia, hasta los de ultrasonidos, de frío, de calor. Básicamente todos los años hay cosas nuevas en las conferencias y eventos a los que nos invitan. Alexandra estuvo en París en una feria y me contaba que eran dos o tres pisos llenos de nuevos avances.
¿Qué tan actualizado está Colombia?
AR: Hemos evolucionado y estamos a la par, tenemos muchas personas profesionales en esto. Sin embargo, también hay un lunar y es la precariedad en cupos para hacer esta especialización. Si de por sí ya son pocos en general, para la medicina estética ahora hay menos. Colombia necesita cupos universitarios y que retomemos nuevamente esta especialidad.
¿Han hecho saber esto para la reforma a la salud?
SR: Sí, hemos ido a compartir nuestros puntos de vista a la Comisión Séptima del Senado, pero vamos a ver qué va a pasar.
Y en términos de procedimientos, ¿cómo han cambiado?
AR: Antes teníamos mucho ácido hialurónico. Entonces también tuvimos una época en la que las mujeres eran muy voluptuosas, no solamente con sus curvas corporales, sino también con sus detalles en la cara.
Ahora con el colágeno, hay un impacto vital en las pieles de los pacientes. Entonces se cambió el concepto de ‘juventud’. Hoy La juventud no está en tener la boca grande, ni el pómulo grande, sino tener la piel linda.
¿Cómo ha evolucionado el cliente masculino?
SR: Mucho. Hace 30 años no venía ningún hombre a consulta. Hace más o menos 15 ó 20 años comenzaron a aparecer los primeros y hoy podemos decir que de cada 100 pacientes, 40 son hombres. Hay días en los que vienen más hombres que mujeres.
AR: A mí me gusta contar que cuando yo venía de Cali a visitar a Sergio, él tenía como una salita VIP escondida y ahí se metían todos los hombres que venían a consulta porque no querían que las mujeres los vieran en estos escenarios.
Hoy ya tenemos muchos tratamientos que implican la masculinidad. Por decir algo, te cuento que soy la primera médico en Latinoamérica en hacer engrosamiento de pene.
Entonces mira cómo ya hay una población directa que le interesa un procedimiento en particular. Y culturalmente el hombre de ahora es diferente e invierte más en su belleza y estética. A las mujeres ya le gusta tener un hombre lindo a su lado.
¿Cómo es eso de masculinizar hombres?
AR: Cuando les ponemos un borde mandibular o un mentón más proyectado. Pero también hoy en día lo que hacemos es feminizar un poco a los hombres que así lo desean. El mercado cambió totalmente.
¿Feminizar a los hombres?
AR: Sí, son procedimientos que se les hacen a los hombres que quieren tener rasgos un poco más femeninos y menos bruscos. Eso implica un paradigma en el tema de unificación e inclusión. Aunque la mayoría de quienes se hacen esto son de la comunidad Lgtbiq+.
¿Qué es lo que más se hacen los hombres?
SR y AR: Hoy en día lo que más se hacen mis pacientes son: adelgazamiento, botox para líneas de expresión y engrosamiento de pene.
¿Cuánto gastan sus clientes en tratamientos estéticos?
AR: Mi ticket promedio es más o menos $8 millones. Acá vale la pena aclarar que esto implica todo un tratamiento, no es la cita o la consulta lo que vale eso.
SR: El mío es un poco más bajo porque los tratamientos que yo hago son menos costosos que los que hace mi esposa, pero pues en conjunto podemos estar hablando de un ticket entre $2 y $3 millones.
¿Cuál es el perfil de sus clientes?
SR: Vamos prácticamente de los 16 años hasta los 80 años, pero la concentración está básicamente entre 30 y 50. El perfil es de todo: trabajadores, estudiantes, profesionales, amas de casa.
Nuestro trabajo frente al cliente es totalmente aspiracional. Muchas veces el estrato no alcanza, pero la gente lo siente como una necesidad, que se lo merece y hace muchos esfuerzos también para conseguir sus arreglos físicos. Entonces no tiene un rango socioeconómico definido.
¿Cuántas sedes tienen y en qué lugares?
SR: En este momento son cinco. Propias tenemos tres, en Bogotá, Cali y Cajicá; y en franquicia dos, en Barranquilla y Valledupar. Estuvimos en Medellín, Cartagena y Santa Marta, pero ahora mismo solo en las cinco primeras.
¿Hay planes de internacionalización?
AR: Sí, estamos pensando en abrir sedes en Panamá o República Dominicana, que son dos mercados importantes en el sector. Antes ya estuvimos en Guatemala pero cerramos hace un tiempo.
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