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La escritora española Irene Vallejo y autora del best seller ‘El infinito en un junco’, estuvo como invitada especial en la Filbo, donde habló sobre el futuro del sector
La industria editorial estuvo a punto de quedarse sin una de las escritoras más relevantes de los últimos tiempos y sin un “best seller”. Irene Valllejo, la escritora española y autora de ‘El infinito en un junco’, contó en una entrevista en medio de su visita a la Feria Internacional del Libro de Bogotá, Filbo, cómo surgió esta obra en 2019 que, como ella dijo “estaba destinada al fracaso en tiempos en donde se pensaba que los libros físicos iban a desaparecer. Además habló del potencial literario de Colombia.
No lo sé bien, pero sí recuerdo que desde los siete u ocho años tengo un cuaderno en donde escribí que de mayor quería ser escritora. Así que creo que es lo único que he querido hacer siempre en la vida, por amor a los libros. Pero, hay algo más, y es que yo le debo la vida a los libros, porque mi mamá se enamoró de mí papá cuando él le regaló ‘Trilce’ de César Vallejo. Así que la poesía es el detonante de mi existencia.
Yo sufrí de bullying y fueron en ese momento los libros mis compañeros, mi bote salvavidas. Por eso me pareció que ser escritor es probablemente la profesión más hermosa del mundo y cuando yo leía los libros no quería ser el protagonista, si no quería ser el escritor. También fue clave mi mamá, desde muy pequeña me hizo interesarme por la poesía.
Colombia es el lugar donde se habla el mejor español del mundo y donde su literatura tiene una dimensión poética, con representantes de la prosa como Álvaro Mutis o de García Márquez. Ahora he descubierto a Arnoldo Palacios en una visita al Chocó, entre otros que también son pura poesía como Piedad Bonnett. Así que el potencial literario de Colombia ya es una evidencia. Además, estoy convencida de que Colombia es un referente internacional de primer orden en proyectos de bibliotecas.
Mucho. La lectura y la escritura pueden ser herramientas para evitar y atajar tempranamente la violencia. La cultura es una herramienta de libertad y de ascenso social, transforma sociedades.
Me gusta el experimento, y de hecho, creo que ‘El infinito en un junco’ es un libro que está en un territorio fronterizo entre la ficción y la no ficción. El material es una investigación histórica y filológica, pero el tratamiento, la arquitectura del libro, es absolutamente narrativa. Me gusta entonces el ensayo.
Me falta formación para leer un libro especializado, por lo que siempre había sentido un enorme agradecimiento hacia los libros divulgativos. Entonces pensé que tenía la obligación de ofrecer una versión ensayística y accesible de todo lo que había estudiado durante una década que era la historia de los libros.
Jamás. En ese tiempo era una insensatez escribir un ensayo de 500 páginas sobre humanidades y la historia de los libros, precisamente en un momento en el que todo el mundo parecía de acuerdo en que los libros se iban a acabar. Entonces había pensado que era un libro abocado al fracaso, por lo que lo escribí con esa libertad de las bajas expectativas.
En realidad, en ese entonces lo que estaba haciendo era intentar salir adelante en una de las etapas más duras de mi vida: mi hijo había nacido enfermo, y pensé que se había acabado la posibilidad de seguir practicando la literatura, entonces este libro estaba concebido como una despedida. Precisamente por eso decidí escribir sobre los libros, por pensar que, si me despedía del sueño de dedicarme profesionalmente a la literatura, pues lo mejor era expresar esta gratitud por todo lo que me habían dado los libros. Cuando la editorial lo decidió publicar, pensé que eso era la recompensa máxima al trabajo.
La verdad es que quienes aman la lectura nunca hemos sido una mayoría ni ahora ni en ninguna otra época, pero creo que somos ahora mismo muchos más de lo que se suele pensar y la prueba es precisamente la Feria del Libro de Bogotá que es cada año más multitudinaria, donde se percibe un auténtico fervor por los libros. Así que, en mi experiencia como escritora y lectora, es un error pensar que los libros de papel se acabarán. Habrá una convivencia amigable con los libros electrónicos, pues serán útiles para cada necesidad.
Hay algo muy interesante y que está pasando desapercibido y es que por primera vez en la historia hay una movilización espontánea de la gente para reunirse a través de los clubes de lectura. Estos mismos están ayudando a impulsar los libros escritos por mujeres.
Ya he escrito dos novelas, libros infantiles y juveniles, ilustrados, recopilaciones periodísticas y ensayos. Curiosamente, lo único que no, es poesía.
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