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El escritor Mario Mendoza habló con LR sobre su más reciente libro 'Los vagabundos de Dios'; la industria literaria y compartió algunas de sus reflexiones
Mario Mendoza es uno de los escritores más relevantes del país y uno de los imperdibles en la Feria Internacional del Libro. En el marco de su más reciente obra, ‘Los vagabundos de Dios’, el autor habló sobre qué lo inspiró a escribir esta obra, qué otros géneros le gustaría explorar y compartió su opinión sobre la industria.
Soy un escritor de novela urbana. He coqueteado con otros géneros como novela de viajes y aventuras, tengo una saga juvenil y he escrito también libros de literatura fantástica, pero en términos generales sería novela negra, urbana y también policiaca.
La impronta principal del arte en general en Colombia es el realismo. Hemos tenido que dedicarnos al realismo por la guerra. Vivimos en una sociedad convulsa, atravesada por un conflicto armado de muchos años. Escribir sobre estos temas es un ejercicio de subversión, de salir de los esquemas tradicionales. Entonces siempre me he preguntado por qué no podemos ser una potencia mundial en literatura fantástica o en literatura de viajes y aventuras.
De alguna manera, Colombia es una potencia literaria, ya hay autores que trascendieron fronteras como García Márquez o Álvaro Mutis; pero hace falta apoyo institucional. No importa la ideología de los gobiernos, ninguno ha sido capaz de enfrentar el tema literario con agudeza.
Es fundamental porque las ferias del libro son focos de resistencia civil y en ellas hay un mensaje: la riqueza no es tener dinero, bienes inmuebles o criptomonedas; la riqueza es patrimonio inmaterial, es decir, la inteligencia, la cantidad de libros que se lee, las galerías que se visitan o conocimiento del cine contemporáneo. Pero es difícil que sociedades pasadas por el narcotráfico entiendan esto.
En algún momento me encantaría hacer una crónica de viajes.
Definitivamente con la novela negra me siento a mis anchas.
En la pandemia estábamos perdiendo el principio de realidad. Yo me encontraba bastante mal, entonces decidí prestarle mi propia enfermedad y mi propia locura al personaje principal que es Adam Santana; construí un alter ego y narré la locura individual y grupal.
Totalmente. Fue una época de duelos; también tuvimos una oportunidad magnífica, todo el planeta se detuvo y tuvimos la oportunidad de proponer otro ritmo de vida y no fue así, lo que la gente deseaba era volver a ‘la normalidad’, y eso ha sido penoso. Estamos viendo un cambio climático, unos conflictos y un delirio general que nunca habíamos visto. La gran pandemia no fue el covid-19, es la salud mental.
Me parece grave. Mucha gente va a perder sus empleos, vamos a estar subyugados y teledirigidos. En buena parte ver a la gente adicta a sus celulares me parece catastrófico. Ya algunos expertos vienen alertando sobre el tema, entonces creo que vamos a terminar esclavizados y mal aconsejados.
En la oficialidad nada sucede, ahí todo se repite. Venimos desde hace varias décadas sufriendo de lo que se llama positividad tóxica; es decir, tienes que estar bien, tienes que ser exitoso, tienes que ser bello, tienes que ser delgado, tienes que ser atlético, y esa positividad tóxica te condena a una sonrisa ficticia, a una falsa alegría.
En contraste, en la medida que te vas yendo hacia el borde, en extramuros, en la periferia, ahí acontecen grandes aventuras humanas; ahí se ilumina la condición humana con una luz particular y eso es lo que a mí me interesa, ahí suceden cosas que se emancipan, que piensan de un modo diferente que nos iluminan al resto, entonces esa es la gente que a mí me interesa y creo que literariamente es donde pongo el foco y es para lo que tengo sensibilidad. Habrá gente que tenga sensibilidad para narrar el centro, pero ya no la tengo.
Que la condición humana es de contrastes, de luces y sombras. Creo que hay una serie de capas y el problema que tiene el establecimiento justamente y la positividad tóxica es que solo le interesan las capas claras, las capas más superficiales, las que están de alguna manera más iluminadas, y a mí me interesa la oscuridad, las cloacas me interesan las cañerías, los subterráneos de la condición humana, la positividad tóxica no me interesa.
Tenemos que entrar en la oscuridad porque de ella no escapamos. La gente que amamos se nos enfermará, se nos morirá, nosotros mismos vamos a enfermar y a morir, y tenemos que enfrentar el lado oscuro. Si nosotros solo creemos que la vida es alegría, fuerza, ilusión, esperanza, y no sabemos descender, y no sabemos comportarnos en la oscuridad, ¿qué va a ser de nosotros? Cuando nos toque pasar una prueba difícil o dura. Entonces a mí como autor sí me interesa el contexto general y me interesa viajar por esas capas.
El libro propone olvidarse de sí mismo, nos dice: ‘tú no eres importante, ven a este viaje’. Entonces la biblioteca es lo contrario a las redes sociales y por eso me parece tan importante. Leer es una forma de resistencia frente a lo que nos proponen las pantallas.
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