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Entrevista inédita con el dibujante y periodista Joe Sacco, uno de los precursores en la fusión de cómics con periodismo narrativo
De unos años para acá, se ha vuelto frecuente y hasta común mezclar ilustraciones con periodismo. Ya no es raro ver cómics sobre hechos reales, informativos. Cada vez resulta menos innovador, pero mucho antes de todo eso estaba Joe Sacco, dibujando novelas gráficas sobre la guerra de Bosnia a mitad de los noventa.
Es uno de los padres del periodismo dibujado. Él y obras como Maus, de Art Spiegelman, marcaron un camino que a muchos nos ha emocionado recorrer, conscientes o no de su influencia (así sea por los laditos). Tuve la oportunidad de sentarme a hablar con Sacco en 2014 en Cartagena, en la terraza del Hotel Santa Clara, en un Hay Festival que cubría para el diario La República.
Entonces era mucho más inédito el cuento que él se había inventado. Aunque todavía al escucharlo hoy, siete años después, se le siguen viendo fibras de frescura como alternativa en el panorama de la narrativa de no-ficción.
Fue desempolvando viejos archivos que encontré el audio. Conecté el más viejo de mis discos duros y me puse a hurgar laberintos de carpetas, convencido de que debía existir algún motivo valioso enmarañado en el anaquel de megabytes.
Con el tiempo uno va atesorando recuerdos; a veces, son cosas que no le cuenta a nadie. Memorias que uno elige guardar. Dejan su huella en fotos, notas de celular, rayones en cuadernos, dibujos. Se nos vuelven parte. En el caso de los periodistas, a veces es una lista de cubrimientos que no se comparten, proyectos o grabaciones perdidas a las que se promete volver algún día. Cosas bonitas que quedan guardadas.
La entrevista con el estadounidense Joe Sacco entra en esa categoría. Es un maestro del oficio, un reportero de guerra, un pionero, que reveló otra forma de apostarle al periodismo de autor. Una invitación a abrazar la subjetividad – tan desprestigiada desde los salones de clase –, y, además, a explorar otro recursos expresivos y narrativos. Las historietas también se tratan de echar un cuento. Como en el periodismo, donde algunos pretenden dibujar con palabras.
Ahí estaba Sacco, con sus brazos largos y manos gigantes, desproporcionadas para su cuerpo menudo, con un sombrero de músico de Jazz a pleno sol de mediodía. Fresco e inmune, como las palmeras que se batían a sus espaldas. Él, que había retratado el salvajismo humano en las guerras en los Balcanes y Medio Oriente, parecía en sí mismo una caricatura, un pequeño Inspector Gadget. Un heredero de Hunter S. Thompson, un Spider Jerusalem relajado, de carne y hueso.
Y aquí seguían su voz y la mía, como el primer día.
¿Cómo nació esta idea de mezclar cómics y periodismo?
Fue por accidente, orgánicamente. No es resultado de ninguna teoría, no lo pensé demasiado. He dibujado desde que era un niño, como caricaturista, pero estudié periodismo. Cuando empecé a estudiar periodismo quería escribir, no pensé para nada en usar cómics, aunque siempre estaba dibujando caricaturas en mi tiempo libre.
¿Ya publicabas cómics cuando estudiabas?
No, era como un hobby. Más que un hobby, porque significaba mucho para mí. Desde que tenía 10 años, cuando estaba en la escuela secundaria y en la universidad. Pero estudié periodismo; yo nunca pensé en que podría ganarme la vida dibujando. Pero después de que salí de la escuela de periodismo no encontré ningún trabajo que me interesara, así que recurrí a los cómics como medio de autoexpresión. Cuando estaba haciendo libros de cómics estaba muy motivado políticamente, viajé a Medio Oriente y pensé: bueno, voy a hacer cómics de mi experiencia en el Medio Oriente. Se volvieron periodísticos, porque cuando estaba ahí empecé a entrevistar a la gente, algo que fluyó de manera natural porque era mi formación profesional. Así que no fue como que yo tuve esta idea desde antes. Simplemente yo hacía cómics, estudié periodismo y naturalmente las cosas empezaron a juntarse.
¿Cuáles son tus influencias en cómics y periodismo?
En cómics, gente como Robert Crumb me influenció mucho. Trabajó mucho en cómics underground en los 60. Y en cuanto a escritores, George Orwell ha sido muy influyente en mi trabajo, y Hunter S. Thompson. Antes de empezar con los cómics periodísticos hacía muchos de ficción o de sátira. Solo algunos eran autobiográficos. Y eso es parte de como yo me aproximo al periodismo; cuando fui a Medio Oriente, pensé: voy a hacer cómics sobre mis experiencias autobiográficas. Pero se volvió un proyecto periodístico; si bien los elementos autobiográficos se mantienen, por encima está el elemento periodístico.
¿Enfrentaste problemas para que te publicaran en el inicio?
Yo estaba ya publicando cómics cuando empecé a hacerlos periodísticos, por lo que recurrí a la misma editorial que accedió a publicarlos. Mi primer libro se titula Palestina, pero inicialmente era una serie de nueve capítulos de cómics. Cada tres o cuatro meses salía un nuevo número, y así fue publicado antes de ser compilado. Cuando salió como una serie vendió muy, muy mal, nunca le fue muy bien comercialmente. Pero después, en la forma de libro, alcanzó una audiencia diferente. En ese entonces, la gente que iba a las tiendas de cómics no era la misma gente que iba a las librerías. Y la gente que iba a las librerías, se podría decir que buscaba algo un poco más serio. Entonces, cuando mi trabajo empezó a llegar a las tiendas de libros empezó a encontrar una audiencia, eventualmente. Tomó mucho tiempo; tardó tal vez unos 15 años hasta que mi trabajo se empezó a vender bien.
¿Sobre qué temas o hechos hiciste cubrimientos?
Hice una historia en India, sobre pobreza. He hecho historias en Estados Unidos, sobre pobreza. Hice una historia en el sur de Rusia, sobre los refugiados chechenos. Hice una historia en Irak, una historia en Malta –de donde soy originalmente - sobre migrantes africanos tratando de llegar a Europa.
¿Y con los dibujos, dónde queda la objetividad e imparcialidad?
Pienso de mi trabajo como periodismo subjetivo. Vengo con un punto de vista y mis propios prejuicios, pero trato de mostrar eso. Trato de mostrar que, como la mayoría de periodistas, venimos de un lugar, tenemos un contexto del que venimos, y traemos ese contexto a nuestros cubrimientos. Yo estoy interesado en el periodismo subjetivo. Si un reportero tiene una opinión sobre los hechos, o quiere contarnos cierto punto de vista, yo no voy a juzgarlo si me gusta o no su punto de vista. Confío menos en esos periodistas que pretenden que son neutrales y no tienen un punto de vista. Porque como un periodista americano que voy al Medio Oriente, voy con unos prejuicios. Es tan simple como eso. Y es bueno reconocer eso, en lugar de pretender que eres neutral. Pienso que esa neutralidad es falsa, en general.
¿Crees que se puede contar mejor una historia con dibujos que con palabras?
No mejor, pero sí diferente. Las palabras tienen sus fortalezas, y las imágenes tienen sus fortalezas. Los cómics son muy inmediatos. Si abres un libro y he dibujado un campo de refugiados, espero que los lectores sientan que están ahí en el campo de refugiados. Es más visceral, lo sientes más. Pero la buena escritura en prosa es fantástica también; como lo es el cine documental, o la buena radio. Todos tienen sus fortalezas, y los cómics tienen sus propias ventajas.
¿Y cuáles crees que son esas ventajas de los cómics?
Pienso que los cómics más grandes son los que tienen muchas imágenes. En fotografía, en el fotoperiodismo, el fotógrafo usualmente apunta a tomar una muy buena foto para contar toda la historia. Un dibujante usa muchas imágenes para dar una atmósfera; si tienes múltiples imágenes, eso sumerge al lector en un sentido. Cada viñeta puede tener un fondo de cierta manera similar, para que sientas que estás en determinado lugar, ¿sabes? Por el hecho de que ves varias imágenes repetidas. Lo otro que pueden hacer los cómics, es que puedes muy fácilmente llevar a alguien al pasado. Si estoy contando la historia de algo que pasó cinco años atrás, o 15 años atrás, puedo dibujarnos a nosotros hablando en este momento y luego tu historia de 15 años atrás. Es fácil hacer esa transición, porque la forma en que dibujas es la misma, ya sea que dibujes el presente o el pasado. Eso es difícil de lograr en una película documental.
¿Qué nos puedes decir sobre tu proceso? ¿Usas fotografías?
Yo uso fotografías. Algunas veces confías en la memoria, pero la memoria dura por uno o dos años. Si aún estoy trabajando algo tres o cuatro años después, necesito algo más que me recuerde. Así que muchas de las notas que tomo son visuales, sobre cómo se ve algo, pero también muchas fotografías como referencia. Yo mismo las tomo, pero no son fotoperiodismo. Por decir algo: en esta zona todo el mundo se sienta en este tipo de sillas, así que le tomo una foto a la silla para recordar cómo se ve. Cuando vuelvo escribo el script completo. Es no-ficción, así que para mí debe ser muy bien organizado. Escribo todo el script, y entonces puede tomar seis semanas, o seis meses, empezar a dibujar. Es primera persona y aparezco en los dibujos. A menudo estoy mostrando reacciones que la gente tiene hacia mí, especialmente. Para mí es parte de la historia; obviamente no toda la historia, no soy un completo narcisista.
Mencionaste a Hunter S. Thompson como referencia del trabajo que haces. ¿Te refieres a la perspectiva subjetiva del periodismo, o también otros elementos?
Bueno, hay algo. Él tiene una especie de periodismo literario, que es interesante de leer, más que solo registrar bien los hechos – o los datos. De hecho, él tenía los hechos precisos en muchas de sus historias. Pero es casi como leer literatura, y esa es otra de las influencias de Hunter S. Thompson. De alguna manera, se lee como si estuvieras leyendo a un loco hablando de algo. Pero cuando lees ‘Fear and loathing: On the campaign trail acerca de las elecciones de 1972, es el mejor libro acerca de la política americana que se haya escrito jamás. Él te lo dice como es, de una manera muy ‘engaging’ (atrapante) como lector. Quieres seguir leyendo. Esa es una lección.
¿Qué piensas sobre trabajar para otros formatos y nuevas tecnologías?
He hecho trabajos para el iPad. Hice un trabajo sobre la masacre de Srebrenica en 1995, y fue específicamente para el iPad. Es una forma muy diferente de trabajar. Experimento, pero al final, soy una persona de libros, de impresos. Al final, es papel lo que importa para mí. No estoy en contra de experimentar, pero lo que es satisfactorio para mí es llevarme un libro a la cama para leer, no un iPad.
¿Esta combinación de periodismo y cómics puede ser un camino para salvar al periodismo?
Es un camino, pero obviamente no es la respuesta, porque no todo periodista es un dibujante, y no todo dibujante es periodista. Funcionó para mí, pero no necesariamente va a salvar al periodismo. El periodismo necesita dinero para sobrevivir. Si quieres educar a la gente, enviarla a algún lugar, eso cuesta dinero para hacer ese tipo de trabajo. Ese es el problema. La web ayuda porque es más barato poner reportes en la web, pero, también, la web realmente no paga. Mucha gente no se paga con la web. Me preocupa el periodismo y el hecho de que cada vez hay menos, que puede ser recompensado financieramente. Y los periodistas necesitan comer.
¿Y qué les dirías a los que están empezando en el camino de contar con dibujos?
Toma mucho tiempo dibujar, tienes que ser muy comprometido con ello y no es claro que vaya a haber recompensa. Pero si vas a tener éxito, debes ser muy persistente y muy paciente. Aunque eso solo no garantiza el éxito, ese es el problema.
Twitter: @ibernalmarin
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