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Los modelos, por su diferencia con otros instrumentos, son solo por pedido
Hace ocho años el argentino Diego Vila era ayudante de cámara de cine y músico aficionado. Entonces empezó a construir guitarras que hoy alcanzan precios de hasta 6.000 euros (US$6.692) y viajan a EE.UU. para grandes artistas y ejecutivos que ven allí un hobby fuera de la oficina.
Sus guitarras son herederas de modelos clásicos, como la Fender Jazzmaster y Gibson Firebird, pero incorporan elementos de la iconografía americana comunes de los años de otra época como los 50.
“Me gusta pensar que mis instrumentos transmiten cierta sensación de atemporalidad, como de déjà vu: parecen antiguos, pero en realidad están jugando al despiste con referencias retrofuturistas y guiños a diferentes estéticas: una caja Les Paul, una pastilla Telecaster, un mástil atornillado allí, un clavijero inclinado allá... El resultado es una silueta inusual que sirve de vehículo a épocas pretéritas”, explicó Vila.
La elección de las maderas marca la diferencia, tanto al ojo como al oído. “Utilizo materiales inusuales, como una variedad especial de pino importado de bosques de Suecia o un tipo de cedro español que imprime carácter y personalidad a la guitarra. El arce puede ser muy cañero y agresivo, pues captura mejor el armónico fundamental, mientras que la caoba produce un sonido más meloso”, aclaró.
Hoy sus referencias al empezar a verse como instrumentos exclusivos ahora son hechos solo por encargo.
Entre las piezas más cotizadas de su taller se encuentra el modelo Lezama (a partir de 3.600 euros o US$4.000), una guitarra thinline (más ligera) con golpeador embutido y detalles exclusivos de construcción. “Estamos hablando de un instrumento sensible pero contundente, al más puro estilo Scotty Moore (el que fuera guitarrista de confianza de Elvis Presley), pero que no desdeña la riqueza sonora del rock and roll más moderno”.
Como estas hay varias referencias que se dedican a la historia de la música.
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