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Arquitectura y Concreto trabaja en la renovación del espacio
Si las estatuas de odaliscas que están sobre el barandal de la escalera de Villa Adelaida fueran de carne y hueso, probablemente ya hubiesen muerto, no solo por los 98 años de construcción que tiene la casa, sino por el descuido por el que pasó desde inicios de la década de 1990.
Sin embargo, las casi tres décadas de oscuridad que vivió la edificación están a punto de terminar gracias al proceso de renovación que inició Arquitectura y Concreto en mayo de 2017 y que finalizará entre diciembre y marzo próximos con el objetivo de que en ese espacio, de unos 1.400 metros cuadrados, se ubiquen uno, dos o hasta tres restaurantes.
Fueron 27 volquetas las que cargaron los escombros que salieron de la casa cuando la compañía inició las obras, encomendadas por el Estado (que tiene 60% de la propiedad) y los acreedores de la extinta constructora caleña Holguines (dueños de 40% restante), últimos propietarios de la estructura.
Hoy, un equipo de 42 personas es el que trabaja en la renovación del espacio, proceso en el que se han invertido $5.700 millones, y que dejará a la estructura equipada para que una empresa gastronómica pueda realizar sus actividades.
Un solarium con una zona cubierta en vidrio, un sótano amplio para ubicar un cuarto frío y ascensores montaplatos son algunos de los elementos que Arquitectura y Concreto ha tenido en cuenta para incluir en el proyecto para adaptarlo a las necesidades de un restaurante.
La historia de Villa Adelaida
Aunque las nuevas generaciones de la capital reconocen a este espacio como el City Parking ubicado frente al local de Crepes & Waffles de la Zona G, muchos de ellos se han preguntado qué albergaba la casona, que hasta hace unos años parecía abandonada.
Familias, cantantes, políticos, personalidades y comensales han paseado entre los muros de la villa, que lleva el nombre de Adelaida en honor a la esposa de su primer dueño: Agustín Nieto Caballero, fundador del Gimnasio Moderno, quien encomendó su construcción a Pablo de la Cruz, un arquitecto recién egresado de la Escuela de Bellas Artes de Chile. “Esta es una casa biográfica, hecha a la medida de su propietario, que alberga la condensación de muchos estilos (...) es ecléctica, por lo que tiene lo mejor del arte de su época”, afirmó Rodolfo Ulloa, arquitecto restaurador de la obra, quien contó que la ayuda de una de las hijas de Nieto Caballero, Gloria Nieto de Arias, ha sido fundamental para reconstruir la casona.
“Ella conserva fotos antiguas de la casa y nos ha facilitado algunas fotocopias de su diario para que la restauración se haga con el máximo detalle”, agregó Ulloa.
Altos relieves de niños en los muros, rostros de ángeles en los bordes superiores de las paredes, el estilo panóptico que permite ver la entrada de la casa desde el jardín trasero, arcos en todas y cada una de las puertas que asemejan el Arco del Triunfo y que, además, están interconectadas, son solo algunos de los detalles de la estructura que aparecen en las fotos de Nieto de Arias, que están teniendo un nuevo protagonismo con esta renovación.
Incluso, muchos de los elementos de hace 98 años que encontró el equipo restaurador cuando llegó a Villa Adelaida están siendo reutilizados para que el resultado sea lo más fiel posible a esa imagen original. Por ejemplo, muchas de las puertas que datan de hace casi 100 años han sido restauradas para este nuevo capítulo de la estructura.
De casa familiar a club
Sin embargo, la familia Nieto no fue la única que habitó ese espacio, pues aproximadamente una década después pasó a manos de Alfredo Camacho, quien la renombró Villa Viola, tal como hizo su primer dueño, como homenaje a su esposa.
Pero fue en la década de 1970 cuando la casona pasó de ser un espacio residencial a uno social, gracias a su nuevo propietario: el español Manuel Abajó, quien usó la estructura para albergar su club, llamado Barón Club. Incluso, en el sótano de Villa Adelaida se ubicaba La Cueva, un espacio que funcionaba como bar y discoteca y donde se presentaron los artistas más famosos del momento, entre ellos Jimmy Salcedo y las Supernotas.
El Gran Vatel, un restaurante icónico de la capital en la década de 1980 perteneciente a una pareja belga, fue el último huésped de la casona, que funcionó hasta 1989.
A inicios de los 90, la compañía vallecaucana Holguines, reconocida por construir el complejo Holguines Trade Center en Cali, quiso realizar una restauración de Villa Adelaida. Sin embargo, el proyecto no vio la luz debido al momento difícil por el que pasaba la empresa y que culminó con su liquidación en 1998.
Desde ese entonces, en la villa, que tiene un lote de 6.400 metros cuadrados en total y que fue pensada en sus inicios como una casa a las afueras de Bogotá, se ubica un parqueadero. Gracias a este, los propietarios de la casona han generado ingresos a lo largo de estos años que, incluso, han servido para financiar este proceso de renovación.
Tras este, se espera que Villa Adelaida regrese a sus momentos dorados, cuando las odaliscas del barandal de la escalera le daban la bienvenida a sus visitantes.
¿Por qué la casa de Agustín Nieto es considerada biográfica?
Villa Adelaida es una casa hecha a la medida del autor, pues su arquitecto, Pablo de la Cruz, puso en ella muchos detalles que dan cuenta de los gustos de Agustín Nieto Caballero, su primer propietario. Esculturas de Félix Otálora hechas bajo la concepción del artista antioqueño Francisco Antonio Cano, imágenes de niños que representan la alquimia, un cuarto de armas y la simbiosis con la naturaleza son detalles del espacio que muestran la personalidad de Nieto.
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