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A veces la cabina ejecutiva de un avión comercial no es suficiente, por horarios, o por la congestión en medio de la pandemia; empresas detallan cómo tomar vuelos privados
Por mayor confort, rapidez y privacidad, los ejecutivos se han acostumbrado a movilizarse por medio de vuelos chárter. Básicamente es un servicio de vuelo privado en el que una o varias personas alquilan, toda una aeronave, para poder transportarse a los destinos que estos elijan, incluso, a lugares remotos donde un vuelo comercial no podría llegar.
Pero además de ese método, hoy en día, existe una variada oferta en vuelos privados la cual incluye lo que se conoce como los “Uber de los vuelos” o “taxis aéreos”, que no es otra cosa que servicios compartidos que ofrecen elegir entre la compra de un cupo para un trayecto en pequeñas aeronaves; muy diferentes al avión comercial con más de 200 pasajeros.
En Colombia la oferta de estos vuelos compartidos la lideran empresas como Flapper o plataformas como Flapz. En la primera, por ahora, en Colombia, existe la opción de comprar todos los cupos del avión, que por lo general lo pagan de forma individual pero las personas pertenecen todas a un mismo círculo social. En cambio, en Flapz, también existe esta opción pero además, encuentra la posibilidad de comprar de a un cupo para un trayecto en específico con desconocidos.
De otro lado, los vuelos chárter permiten además de alquilar todo el avión, elegir la ruta para donde desea ir; la opción de “taxis aéreos”, no; aquí la metodología sí es igual a los de los vuelos comerciales: se elige un destino, pero se compra el pasaje de acuerdo a la disponibilidad de rutas, horarios y precio que disponga la empresa.
“Son vuelos en aeronaves tipo chárter, sin embargo, tienen un horario y ruta establecida y esos se venden por sillas, explicó Ionathan Galeano, CEO y cofundador de Flapz.
Precisamente, ese es uno de los grandes beneficios de este moderno servicio de transporte que permite además de viajar a un menor costo, seguir disfrutando del lujo y confort que se encuentran en las rutas y los vuelos chárter.
Por ejemplo, viajar en un “taxi aéreo” en una ruta Bogotá-Medellín podría costar alrededor de $350.000 y, de Bogotá a Cartagena, entre $500.000 a $700.000; o a lugares remotos, como Barichara, Chiribiquete, o desierto de la Tatacoa, costaría más o menos $300.000 . En cualquiera de estas o u otras rutas, las personas podrán viajar en aviones tipo chárter, acceder a salas de espera VIP, evitarse procesos rutinarios como los que incluye los vuelos comerciales con la exigencia del check in y, encontrar a otros beneficios como servicios de catering, o una bebida antes de abordar.
Este tipo de servicio nació de la idea de aprovechar un vacío que la industria de aviación privada estaba generando y es que la mayoría de estos vuelos suelen devolverse con el total de los cupos desocupados una vez terminan una ruta y retornan a sus bases de operaciones. Lo que sucede entonces, es que ahora, otras empresas deciden monetizar esos cupos vacíos vendiéndolos y ofreciendo pasajes a un menor costo.
“Son trayectos que se venden a precios mucho más económicos que los normales, se vive la misma experiencia de volar en aviación privada pero a un costo bastante reducido”, dijo Claudia Tello, country manager de Flapper.
Según Tello, las rutas más demandadas en esta categoría de vuelos compartidos, los que salen de Bogotá con destinos a Medellín, Cali, Cartagena, y en las remotas, son las que van a la Amazonía o la Orinoquía.
En la pandemia, estos vuelos privados han tenido un crecimiento de 200% según Flapper; además, el paro duplicó reservas el último mes.
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