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Niza, Dusseldorf, Praga, Viareggio están entre los lugares que se llenan de color en Carnaval.
Carnaval se asocia automáticamente al sambódromo de Río de Janeiro, a la elegancia de las capas y máscaras venecianas; a las divertidas chirigotas gaditanas o a los imponentes trajes tinerfeños. Sin embargo, también merece la pena vivirlos en otras ciudades de Europa donde su ambiente y sus tradiciones son igualmente únicos.
Praga
A ambos lados del río Ultava, que divide la elegante ciudad de Praga, se vive el carnaval con euforia. Masopust, "adiós a la carne", el nombre que los checos dan al carnaval, tiene su primera referencia conocida en el siglo XIII. Este año, entre el 22 y el 25 de febrero, un gran ambientese apoderará de la calle, con el colorido de los disfraces y las misteriosas máscaras. Un ambiente del que se contagian museos, palacios, teatros e incluso restaurantes, haciendo honor a esta tradición de la Bohemia medieval.
Entre todo el programa, destaca el concierto y el baile real en el Clam- Gallas, un imponente palacio barroco, donde actuaron Mozart o Beethoven. También el tradicional baile de máscaras conocido como CrystalBall. Para no perderse probar las rosquillas Masopust, deliciosos pasteles fritos en grasa; y los platos de la matanza que se celebra en esos días por todo el país y se elaboran en una cacerola que solo se utiliza en Masopust.
Merece la pena acercarse un día a la ciudad de Hlinecko, a dos horas de la capital checa, con un carnaval reconocido por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Dónde dormir: Buddha-Bar Hotel Prague, en el centro histórico, un cinco estrellas de 35 habitaciones y tres suites, de ambiente asiático colonial (desde 158 euros). Eurostars Thalía, en un edificio neoclásico del casco histórico con la música como hilo conductor de sus interiores (desde 57 euros).
Dónde comer: Grand Cru, a modo de invernadero, donde su chef reinterpreta el recetario checo y francés. En Pohostinec Monarch, de cocina tradicional checa, están especializados en carnes. No deje de merendar en el histórico Café Savoy.
Niza
Día y noche, la siempre bonita ciudad de la Costa Azul entra en erupción por carnaval, que este año se celebra entre el 15 y el 29 de febrero. Desde la Edad Media, cuando fue documentada su primera versión por el Conde de Provenza y rey de Sicilia en 1294. El famoso Desfile de las Flores, en el que se utilizan 20 toneladas de mimosas, se celebró por primera vez en 1876. Más tarde, a partir de 1882, los habitantes de Niza construyeron un rey de paja que se colocó en el balcón del palacio y se decidió que el rey falso abriría y presidiría el carnaval. Así que uno de los actos más importantes es la llegada de las carrozas reales con los personajes de "la realeza del carnaval", con sus 50 grandes figuras de papel machè. En la última noche, el rey es enviado al mar en un pequeño bote que se quema, tras lo que se lanza una espectacular exhibición de fuegos artificiales.
Bajo el lema este año de Roy de l'espace, que es la mascota del carnaval, los desfiles de Las Luces y de Carnaval tienen lugar alrededor de la Place Masséna; mientras que el Desfile de las Flores es en la Promenade des Anglais, en el centro de la ciudad, donde se pueden adquirir asientos reservados en las tribunas para verlo cómodamente. No deje de pasear por las coloridas calles del casco antiguo, mientras recorre Cours Saleya, la principal zona peatonal, famosa por su enorme mercado de flores y repleta de pintorescas tiendas y cafeterías; además de caminar por la Promenade des Anglais para empaparse del azul y la luz mediterránea, subir al castillo de Niza o visitar el museo Matisse.
Dónde dormir: Hotel Negresco, imponente cinco estrellas de 1913, frente a la playa (desde 181 euros). Le Saint Paul, frente al mar, recién reformado (desde 85 euros).
Dónde comer: Fine Gueule, platos tradicionales en el casco viejo, frente al ayuntamiento. Flaveur, con dos estrellas Michelin, uno de los mejores de la ciudad.
Düsseldorf
Junto a los de la cercana Colonia y los de Maguncia, los carnavales en Düsseldorf son una de las fiestas más destacadas de Alemania. Dada su larga duración, empiezan el 11 de noviembre, son conocidos como "la quinta estación". Pero es en los días previos al Miércoles de Ceniza cuando la tranquila y seria Düsseldorf se convierte en la ciudad enloquecida y fiestera al grito de ¡Helau! y bufones y comadres se lanzan a la calle en la máxima expresión renana del folklore y el alborozo. El Jueves Gordo, o Weiberfastnacht, las mujeres toman al asalto el ayuntamiento, perpetran el secuestro ficticio del alcalde y "ejercen" el poder durante todo el día. El domingo de carnaval, la Königsallee, conocida como ko, una lujosa avenida con palacios, galerías de arte y elegantes tiendas, es el punto principal de reunión. Mientras el culmen de la fiesta llega al día siguiente, con el Desfile del Lunes de las Rosas, Rosenmontag, donde 70 carrozas satíricas recorren un trayecto de 6,5 kilómetros, con más de 5.500 participantes, 50 bandas de música y se reparten casi 40 toneladas de bombones y caramelos. El carnaval termina el Miércoles de Ceniza con la quema de Hoppeditz, un bufón que es la figura típica de estas fiestas. Además, se celebran unas 300 reuniones carnavalescas, recepciones y bailes de disfraces.
Paseando por el casco antiguo podrán notar el corazón de la ciudad y descubrir "la barra más larga del mundo". Hay que recorrer el popular paseo a orillas del Rin; y detenerse en el museo Kunstpalast, donde ver obras de Beuys y Rubens y disfrutar con una de las colecciones de objetos de cristal más grandes del mundo.
Merece la pena descubrir toda la moderna arquitectura de Düsseldorf, desde la Puerta de la Ciudad en acero y vidrio, hasta el puente Kniebrücke, el parlamento y la Torre del Rin, que se concentran en el MedienHagen. Los edificios de Frank Gehry, con sus inclinadas torres, se han convertido en un emblema de la ciudad.
Dónde dormir: Das Carls Hotel, un cuatro estrellas en el centro histórico (desde 86 euros). Intercontinental- Düsseldorf, un cinco estrellas en la exclusiva calle comercial Königsallee (desde 164 euros).
Dónde comer: Berens am Kai, con una estrella Michelin, de magnífico producto; y Schwine Janes Altstadt, el mejor codillo de la ciudad.
Viareggio
Con fama de tener las mejores carrozas del mundo, el carnaval de Viareggio no se parece en nada a ningún otro. Ya su situación es única, en el mar Tirreno, rodeada por los picos de Massa Carrara, en la provincia de Lucca, en La Toscana, a 15 minutos en coche de Pisa, con una preciosa arquitectura Art Decó. El carnaval, que comenzó en 1873 cuando la alta burguesía comenzó a disfrazarse en protesta por pagar impuestos excesivamente elevados; además de una manera de burlarse de los políticos electos de la ciudad, se celebra este año entre el 1 y el 25 de febrero y comienza tradicionalmente con un disparo de un triple cañón al mar.
Con cinco desfiles, a lo largo de los cuatro fines de semana de febrero y el martes anterior al Miércoles de Ceniza, discurren por los extraordinarios bulevares costeros de Libertyseaside, en un área conocida como La Passeggiata. Allí desfilan las gigantes carrozas de más de 20 metros de altura de papel machè, con unas cuarenta toneladas de peso. Muchas de ellas articuladas, moviéndose como en una coreografía, cada una tiene su propia banda sonora y van acompañadas de cientos de bailarines que usan máscaras y disfraces acordes a la temática de la carroza. Son verdaderos teatros itinerantes que se inspiran en los acontecimientos de la política italiana y mundial.
El Burlamacco es la máscara oficial y el símbolo del carnaval. En cada desfile va acompañado por una carroza solo compuesta de mujeres para honrar los lazos de la ciudad con el mar. Cada barrio organiza una fiesta en la calle, conocidas como las Veglioni Colorati, que duran toda la noche. Además, eventos culinarios y culturales; fiestas y bailes de disfraces todas las noches en los hoteles, restaurantes y clubs nocturnos; y espectaculares fuegos artificiales.
Dónde dormir: Grand hotel Príncipe di Piemonte, un cinco estrellas frente al mar. BW Premier Collection Gran Hotel Royal, todo un monumento en una villa art nouveau.
Dónde comer: Romano, con más de 500 años de historia y trato familiar, es una referencia en toda Italia. También, Il Piccolo Príncipe, con dos estrellas Michelin.
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