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Luis Felipe Gómez Isaza, autor de 'Por una cabeza', habló sobre el acercamiento que hubo entre su caballo estrella y la vida del cantante Carlos Gardel
Con la llegada del caballo a América en el segundo viaje de Colón y luego de que Rodrigo de Bastidas fundó el primer criadero equino en Santa Marta en 1525, este animal empezó su camino para convertirse en patrimonio cultural y, para muchos, una forma de vida que gira en torno a él.
Luis Felipe Gómez Isaza, médico del Instituto de Ciencias de la Salud (CES), empresario, científico, caballista, quien fue profesor y jefe del departamento de medicina interna de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia y participó en numerosas competiciones con sus equinos, ha escrito más de seis libros y publicó una serie de cuentos recopilados en su libro ‘Por una cabeza’, que agrupa sus primeros acercamientos a estos animales y la forma en la que se volvió una pasión ferviente.
LR habló con el doctor Gómez Isaza sobre la narración del libro y el acercamiento que hubo entre su caballo estrella y la vida del cantante de tango y baluarte argentino Carlos Gardel.
¿Por qué decide articular al tango con los caballos?
El tango se articula con los caballos por la conciencia astrológica y, segundo, porque trae unos movimientos muy artísticos, elásticos, seductores y eróticos. Tiene un contenido en sus letras muy hermoso y con muchas metáforas.
Este tipo de poesía va narrando vidas, hechos, poner a Gardel, un caballo tan exitoso como el cantante, se da porque ambos fueron un icono.
¿Qué le generó su primer encuentro con los caballos?
El caballo me generó muchas emociones desde lo físico, por el olor, el sudor, la parte táctil, motriz, lo que llamábamos antes “al ancla”. Me asombraba el sonido del casco sobre el barro, las quebradas, la piedra, y también lo que iba viendo encima de él. Eso me permite ver muchas más cosas que si yo voy caminando, es un tema ancestral casi que ontológico. Arriba de un caballo se piensa y se resuelven problemas. Viene a la consciencia de manera remota y se percibe, ya trae unas consecuencias ancestrales.
Yo tengo unos caballos que llevan muchos años conmigo, desde pequeños y en es sitio hay un bosque y los entierro allá, y tengo la esperanza de que me sepulten con ellos, para compartir hasta la eternidad.
Yo tengo en uno de mis libros un pasaje que dice "yo quisiera, si es que puedo, cuando la eternidad tome mi partida, morir en los logos de mi caballo favorito, para poder llegar a un potrero lleno de relinchos y de estrellas donde ellos habían partido primero”.
Hay un hombre rendido sobre el caballo en la portada...
Mi hija me ayudó con la ilustración, ella me vio muchas veces sufrir encima de ellos, abrazándolos y llorando, sacando el dolor. Los caballos son como un amigo, lo escuchan y entienden perfectamente.
Con el caballo hay una ambivalencia con el ser y el tener, hace parte del ser emocional, artístico y de la caballería, son herencias, es parte de la intimidad, una forma de ver la vida, ellos se hacen parte de uno y viceversa. Es una comunicación mental con ellos increíble.
¿Cuándo fue por primera vez a una exposición equina?
Cuando estaba adolescente, en el colegio, fui por primera vez a una exposición equina por un amigo que me invitó y me quedé deslumbrado por el caballo criollo colombiano, le dije a mi papá que yo quería tener un campeón, pero él dijo que "si no teníamos finca mucho menos un campeón".
Se me quedó grabado que quería participar y quedar campeón con un caballo criollo. Cuando uno está joven busca competir, en la década del 70 ingresé a la universidad a estudiar medicina, pero fue una carrera que generó mucha demanda, esfuerzo académico, y devoción.
Me encontré con un profesor cirujano, de apellido Aristizábal y tenía un caballo que se llamaba 'Monarca', uno de los grandes iconos de los padrillos colombianos, fue gran campeón en trocha y galope, en ese tiempo lo conozco a él y me acogió como mi tutor, lo acompañé a las exposiciones.
En ese momento afinqué muchos conceptos y se me metió elaborar un caballo estrella, por curiosidades de la vida nació el 23 de junio de 1985 mi caballo Gardel, el mismo día que murió el cantante argentino en 1935. El libro se llama 'Por una cabeza' porque es una metáfora de lo que es él, le gustaron mucho los caballos.
¿Todavía va a exposiciones y competencias?
Ya no voy a exposiciones, con el caballo hice todo el sueño que me había presupuestado, y empecé a buscar el camino, para mi montar en una travesía larga y una meditación. La semana pasada estuve en las selvas de Antioquia, me subí al Páramo de Sonsón, eran caminos bellísimos, es un senderismo equino con campesinos que regresan a sus tierras y han desarrollado ese tipo de experiencias que es montar a caballo.
Yo todavía conservo mi criadero de caballos criollos, pero a una escala moderada y tengo algunos para recorrer caminos, no es la cabalgata de música y alcohol, sino tiene mística en el camino.
¿Por qué se articuló en su vida los caballos y la medicina?
Yo creo que antes de la pasión por la medicina comenzó el amor por los caballos, aunque yo no me levanté en una finca o en la ruralidad, tenía ancestros y antepasados que se dedicaban a la labor del campo, mi abuelo paterno fue arriero y vendía caballos y mulas, se iba por todos sus caminos de la geografía de Colombia, salía desde el oriente de Antioquia, por Marinilla y terminaba en Cauca. Esto fue a inicios del siglo XX, así empezó ese negocio de los caballos.
Mi padre me llevó cuando tenía seis o siete años en un paseo a caballo y ahí quedé impregnado de ellos, y me nació esa inquietud y un asombro como animal, ya que me permitía desplazarme a muchos sitios.
¿Cómo se da la conexión con los caballos?
Hay caballos que no le generan a uno esa energía o esa vibración, pero uno se los va encontrando y una vez está la conexión uno jamás deja el caballo, porque le dicen a uno “no viniste, me hiciste mucha falta, llevas una semana sin montarme”, es una comunicación mental con ellos, ya que tiene sus bandas de frecuencia, toca sintonizar y haciendo eso se vuelve como un amigo de uno, es un tema casi de intimidad.
El senderismo ecuestre en el mundo es impresionante, hay gente que le gusta caminar, o andar en bicicletas, pero cuando usted se encuentra con un senderista ecuestre, que quiere conocer el mundo en cualquier parte, está en un proceso de arte, de su ser. Esto es lo que a mí me gusta y el deseo que me produce.
Entonces al principio puede haber mucha novelería, pero a veces te coge el impacto del disfrute. Alquilan caballos, etc. La gente va cogiendo esto como una forma de ver la vida.
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