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No es una disciplina olímpica, pero tiene múltiples beneficios para la salud del que la practica y del cuidado del entorno
*Planeta inteligente
Cada vez que salía a correr, la misma historia: una lata aquí, una bolsa de patatas allá, colillas por todas partes... El sueco Erik Ahlström estaba harto de ver la ciudad en la que vivía, Estocolmo, salpicada por basura que otros habían dejado tras de sí. Convencido de que no era el único que se indignaba ante esta situación, en 2016 hizo un llamamiento -a través de una web que creó para la ocasión- para animar a otros corredores a que recogieran la basura que se encontrasen mientras practicaban deporte.
Así fue como nació el plogging, una suerte de nueva disciplina deportiva que toma su nombre de la convergencia de la palabra sueca plocka upp (“recoger del suelo”) y la inglesa jogging.
Ahlström quiere invertir cierta paradoja: que el que sienta pudor sea el que se dedica a tirar basura en la calle, ya sean mascarillas o colillas, y no el que se detiene a recoger lo que otro ha tirado.
“Nos hemos quedado estancados pensando que está mal recoger la basura de otras personas”, asegura, cuando debería ser justo al contrario, lo que no debería ser tolerado es que alguien no se preocupe por el cuidado de los espacios que comparte con otros cientos de miles de personas. Y más, cuando este mal hábito sostenido en el tiempo puede generar acumulaciones de basura que pueden acabar convirtiéndose en foco de enfermedades. Para muestra de lo afianzada que está esta actitud incívica en nuestra sociedad, solo hay que fijarse en cómo, en los últimos meses, calles y parajes naturales se han poblado de mascarillas y guantes desechables. Queda mucho camino por recorrer.
Miles de personas en 50 países de todo el mundo se han sumado ya a un movimiento que pretende revertir esta tendencia y cuyo objetivo es, precisamente, “mantener limpias nuestras calles, sacar el plástico de los espacios naturales y hacer que la gente se mueva” a través de carreras multitudinarias (en tiempos precovid) en la que el reto no es superar ninguna marca deportiva sino recoger la máxima basura posible.
En España, son ya varias las organizaciones que animan a sumarse a esta práctica que pone coto a los residuos ya sea en las calles, donde su acumulación puede llegar a suponer -como decíamos- un riesgo para la salud pública, como en la naturaleza, donde pone en peligro la supervivencia de miles de especies.
Una de las más activas es Ibiza Sostenible, promovida por Óscar Caro. Su consigna es clara: “No hay suficiente dinero ni suficientes agentes para desescombrar los municipios, los campos, las playas y las montañas, pero si cada persona asume un pequeño espacio, al final la tarea titánica resulta realizable a escala humana”.
En estos certámenes hay cuatro tipos diferenciados de participantes: los que practican habitualmente deporte, los principiantes, los niños y las personas que tienen algún tipo de diversidad funcional. “Cada uno de ellos tiene un programa adecuado a su nivel.
Los pequeños, por ejemplo, además del ejercicio físico también participan en juegos de búsqueda de restos de plástico entre la arena de la playa. En definitiva, se trata de hacer una actividad física mientras tomas conciencia de los graves problemas que sufre el medioambiente”, explica Caro.
La basura que se recoge en cada una de estas quedadas acaba siendo transformada en obras de arte por artistas locales: “Queremos impulsar el pensamiento circular, es decir, que lo que hay que hacer es dejar de generar nuevos residuos y dar un nuevo uso a los que ya existen”.
Algunas de estas esculturas han acompañado a representantes institucionales de Ibiza en distintas ferias de Turismo alrededor del mundo, “el objetivo es que la gente sepa que Ibiza va mucho más allá de la imagen que tienen algunos de ella, también es el compromiso de los que la habitan con la sostenibilidad”.
En las cinco convocatorias celebradas en Ibiza hasta la fecha, participaron en torno a 2.500 participantes que recogieron 4.200 kilos de basura. "Solemos encontrar plásticos, botellas, latas, artículos de higiene íntima… Pero también motores de coches, de motos, neumáticos, bidones llenos de aceite industrial… Hay que tener en cuenta que las corrientes aquí son muy fuertes y traen basura de todas partes del mundo".
Este elocuente "catálogo" de residuos pone de manifiesto que no sólo podemos culpar a las grandes corporaciones de contaminar mares o ríos sino que también son las pequeñas acciones diarias de cientos de miles de individuos en todo el planeta las que están contribuyendo a deteriorarlo.
El pasado mes de abril tendrían que haber dado el salto a la Península con el inicio de su primer tour nacional pero el coronavirus les obligó a echar el freno de mano. Han aprovechado el parón obligado para desarrollar un plan de contingencia que implica desde la limitación del número de participantes hasta la presencia de un equipo médico pasando por la habilitación de una sala de aislamiento. “Hemos ido un paso por delante de lo que las autoridades estaban pidiendo con el objetivo de que se pueda realizar la actividad de una forma segura.
La gente solo tiene que preocuparse de pasar un rato divertido a sabiendas de que al final se sentirán doblemente satisfechos por haber hecho algo de ejercicio y por haber contribuido a cuidar el medioambiente”.
La pandemia también obligó a cancelar la celebración del primer Congreso Internacional de Plogging en Cornellá, los pasados 13 y 14 de marzo. La cita estaba impulsada por Muévete por el mar e iba a contar con la asistencia de Erik Ahlström. En los eventos organizados hasta entonces por esta plataforma a lo largo de la Costa Brava, en colaboración con las cofradías locales, se llegaron a recoger hasta 10 toneladas de basura.
Los responsables de PloggingRRevolution también tuvieron que interrumpir las quedadas que llevan organizando los últimos dos años en las playas de Alicante y gracias a las cuales habían llegado a alrededor de 5.000 kilos de residuos.
Eso sí, aprovecharon el tiempo de barbecho para dar forma a una tienda online en la que ofrecen, según explican, “una selección de productos ecológicos dando una alternativa sostenible a los residuos más comunes de plástico que solemos encontrarnos durante las recogidas”, como son los bastoncillos o los cepillos de dientes.
Aunque todas estas organizaciones están retomando ya su actividad con eventos que ayudan a visibilizar un problema de salud pública que además pone en peligro el hábitat natural de todo tipo de especies, lo cierto es que cualquiera puede animarse a practicar plogging por cuenta propia. Basta con abrir bien los ojos cada vez que se sale a la calle a practicar algún deporte y desprenderse del pudor que supone detenerse a recoger la basura de otro poniendo por delante el bienestar del planeta.
Si todos fuéramos más educados no necesitaríamos que existieran este tipo de iniciativas, pero visto lo visto cuantos más ploggers haya, mejor para todos.
La cadena ofrecerá un menú especial que podrá ser degustado con una reservación; para adultos desde $130.000 y $60.000 para niños
En el primer set plantó cara a Zandschulp, pero al final le rompieron el saque, también le rompieron el saque al inicio del segundo set