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No tendrán la velocidad de Lionel Messi. Ni el remate de Cristiano Ronaldo. Tampoco el desequilibrio de Andrés Iniesta. Pero tipos como el economista Stefan Szymanski son capaces de definir un partido.
Experto en economía del deporte y profesor de la Universidad de Michigan, este inglés simpatizante del Chelsea escribió, junto a Simon Kuper -columnista estrella de deportes de The Financial Times – el bestseller Soccernomics, un libro que revela cómo la economía y la información estadística están revolucionando el mundo del fútbol.
Szymanski y Kuper explican, desde una perspectiva casi científica, los secretos detrás de una definición por penales, pronostican quiénes son los insólitos países destinados a dominar el fútbol moderno, desmitifican que el amor de los hinchas es para toda la vida y promueven las crisis financieras de los clubes, entre otras revelaciones que dejan sin aliento a los seguidores del deporte más popular del mundo.
¿Cuáles fueron los datos más sorprendentes sobre el fútbol que descubrieron durante la investigación?
Desde una perspectiva económica, muchas de las cosas que la gente cree sobre el fútbol no son verdad y no están realmente basadas en hechos concretos. Por ejemplo, hay una percepción de que Inglaterra es un eterno perdedor, pero cuando analizas el tamaño y la población del país, te das cuenta que le va tan bien como le debería ir.
A nivel de clubes, está comprobado que el éxito de un equipo de primera línea se relaciona directamente con lo que se gasta en jugadores. Esto indica que queda un margen de influencia relativamente pequeño para el director técnico y la dirigencia, al contrario de lo que se tiende a pensar.
En cuanto a la fidelidad de los hinchas, es habitual pensar que son muy leales a su equipo, incluso en las épocas malas. Sin embargo, si miras los números es claro que cada vez que un equipo baja a la segunda división pierde una cantidad dramática de seguidores. El fanatismo en el fútbol está sobreestimado.
¿Por qué en cada Mundial, al final siempre ganan Brasil o Alemania?
Esta es una percepción interesante que hay en la gente. Alemania tiene una imagen de equipo exitoso, pero lo cierto es que no gana nada hace mucho. Por más que tienen un poderoso equipo, el último torneo importante que se llevaron fue la Eurocopa de 1996, hace 18 años.
Sin embargo, dado el tamaño y la riqueza de los dos países, no es sorprendente que ganen tanto. Brasil es un país con una población inmensa y en, en este sentido, es más sorprendente que a Argentina le haya ido tan bien con una población relativamente menor.
¿Cuál es el factor determinante para llegar a convertirse en una potencia futbolística?
Hay tres variables claves para que un país sea hoy exitoso en fútbol moderno: su ingreso per cápita, el tamaño de su población y la experiencia de su selección nacional. Por eso argumento que países como los Estados Unidos, Japón, Australia, Turquía e incluso Irak están destinados a convertirse en potencias.
Pero también es importante desarrollar una cultura futbolística, en la que la gente se interese realmente por el deporte, y lograr que los jugadores que son vendidos a las grandes ligas vuelvan y aporten sus conocimientos a sus selecciones. Esto es claro con los jugadores africanos, que tienen a Europa como destino predilecto y luego vuelven, mientras que los norteamericanos eligen quedarse en la Major League Soccer, que tiene estándares inferiores.
¿Hasta qué punto el análisis estadístico y la economía aplicada al deporte están cambiando el fútbol?
Cada vez son más los equipos que utilizan datos estadísticos en el fútbol profesional. La gente siempre intentó usar esta información, lo que pasa es que la habilidad de poder aplicarla al deporte o a cualquier ámbito está limitada por la tecnología disponible en una cierta época. Lo que sucede, ahora, es que se pueden reunir y medir grandes volúmenes de información. Ese es el gran cambio.
¿Por ejemplo, en qué casos?
Estas herramientas están siendo particularmente útiles en medir la condición física de los jugadores. Se puede reunir mucha información para mejorar el desempeño de cada futbolista. También en las divisiones inferiores están utilizando la información estadística para detectar dónde se esconde la próxima gran promesa del fútbol mundial.
Y se aplica en los entrenamientos también. En cuanto a la táctica y al juego mismo, las estadísticas resultaron mucho menos útiles, por el momento. Se seguirá usando el propio juicio, la experiencia y la intuición, pero creo que los datos se están convirtiendo en parte importante de la ecuación.
¿Qué le queda entonces a los directores técnicos más tradicionales?
Creo que esa clase de entrenadores serán superados con el tiempo. De todas formas, no son muchos los técnicos mundialistas que están usando información estadística de manera seria, si exceptuamos los estudios físicos y médicos. En Estados Unidos se habló mucho del efecto Moneyball, en referencia al libro, cuando hubo un furor en los equipos profesionales de baseball por las estadísticas.
Esto todavía no sucede en el fútbol pero irá ganando cada vez más terreno en diversos aspectos. Por ejemplo, hay grandes clubes de Europa que hacen estudios periódicos sobre la felicidad de sus jugadores y luego evalúan, desde una perspectiva psicológica y económica, si el equipo que presentan en cancha está feliz.
En su libro usted argumenta que el fútbol es un mal negocio, y que la estupidez cumple un rol fundamental al respecto. ¿Puede extenderse en esta idea?
Primero, hay que decir que el negocio del fútbol es un mal negocio pero es más estable de lo que parece. Se cuestiona mucho el desequilibrio financiero de los clubes, pero a pesar de que muchos tienen problemas económicos que los llevan incuso a la quiebra, prácticamente ninguno desaparece.
En ese sentido, son más durables que muchas grandes empresas. Por otra parte, hay pruebas de que muchos ejecutivos con experiencia y capacidad en otro tipo de negocios, a la hora de administrar un equipo de fútbol, cometen locuras y gastan montones de dinero sin sentido hasta meterse en serios problemas.
Argentina es un semillero de grandes jugadores, que se venden por cifras millonarias, pero los clubes apenas subsisten. ¿Qué explicación encuentra usted?
La mayoría de los clubes del mundo tienen dificultades financieras. Quizás alguno no pierde dinero, pero es difícil que tenga ganancias. Eso se debe a que se trata de un ambiente altamente competitivo y esto es una de las cosas que la gente suele no entender de la economía. Un mercado competitivo es aquel en el que las empresas obtienen poca ganancia pero los consumidores tienen acceso a bajos precios y a una alta calidad de producto.
Por eso digo que es bueno para el hincha que haya crisis económicas en los clubes. Si algún equipo gana mucho dinero, significa que no hay competencia y eso es sería mortal para el fútbol.
Con respecto al negocio del fútbol en América Latina, creo que países como la Argentina y Brasil, particularmente, todavía no explotaron comercialmente su mercado televisivo y existe una potencial audiencia planetaria que consume buen fútbol. Están sentados sobre una mina de oro.
¿Es una buena inversión pagar cientos de millones de dólares por un jugador, por más que se trate de Lionel Messi?
Se criticó mucho que el Real Madrid gastará 90 millones de euros por Gareth Bale. Pero ahora que metió el gol decisivo para obtener la Champions League, no parece una mala inversión, ¿cierto? Lo que quiero decir es que hay una enorme escasez de jugadores que tengan la capacidad de definir una Champions o un Mundial.
No son más que un puñado de personas con esas habilidades extraordinarias. Y por otro lado hay millones y millones de personas dispuestas a pagar para verlos. Por eso es inevitable que esta clase de jugadores ganen monumentales sumas de dinero. Además, el negocio del fútbol está cada vez más globalizado, por lo que es esperable que la cotización de Messi siga subiendo.
Organizar un Mundial requiere de inversiones millonarias. Esto siempre despierta polémica y Brasil no fue la excepción. ¿Es negocio para un país ser anfitrión de la Copa?
En mi opinión, no hay evidencia creíble de que el Producto Bruto Interno (PBI) de los países que organizaron un Mundial haya crecido a raíz del evento. La mayor parte de las investigaciones demuestra que la construcción de estadios no incrementa el nivel del salario, ni del empleo ni sube el valor de las propiedades. Hay un consenso respecto a la idea de que el efecto económico, luego de organizar grandes eventos como el Mundial o los Juegos Olímpicos, es insignificante.
¿Los penales son una lotería, como suele decirse aquí, o hay realmente una ciencia detrás?
La definición por penales tienen muchísimo de ciencia. El momento más importante es el sorteo que define quién patea primero. Está comprobado que el equipo que patea primero tiene un 60% de chances de ganar, lo cual es muchísimo.
También es necesario contar con una base de datos, con los patrones de las elecciones de los arqueros y de los pateadores. Hay grandes jugadores que son muy predecibles a la hora de patear, estadísticamente hablando. Si haces los deberes, se puede sacar ventaja.
La última: ¿estadísticamente, qué selección tiene más oportunidad de ganar este Mundial?
El ganador debería salir del grupo de países que ya ganó un Mundial, porque se viene demostrando que es improbable que un nuevo equipo se sume a ese grupo. También debería provenir de América latina, porque hay un patrón que indica que los equipos latinoamericanos ganan en su continente y los europeos en el suyo. Si consideramos esos dos datos más la localía y el nivel de su plantel, sería poco inteligente apostar en contra de Brasil.
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