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La casa Sotheby's saca a su subasta parte de la colección privada -nunca antes vista- del cantante nacido en Zanzíbar
¿Adorador irredento de Queen y de Freddie Mercury? ¿Coleccionista de cualquier tipo de objeto o reliquia asociado a la leyenda de la banda y al cantante con mayor mitomanía de los últimos 50 años? ¿Se imagina colocar la capa y la rutilante corona que lucía el cantante al final de sus actuaciones en directo en un lugar preferente de casa?
Pues si se encuentra usted entre los fans más fetichistas -y pudientes- está de enhorabuena. La casa Sotheby's saca a su subasta parte de la colección privada -nunca antes vista- del cantante nacido en Zanzíbar y fallecido en Suiza a causa del sida en 1991 cuando solo contaba 45 años. Trajes y atrezo usado en sus giras, letras manuscritas de sus inolvidables canciones, guitarras acústicas, objetos exóticos y obras maestras de arte en forma de cuadros y esculturas, cristalería fina, iconografía japonesa, telas y kimonos, joyas.. No falta ni la panoplia doméstica (hasta un peine de plata de Tiffanys que combaba su característico bigote).
A tal particular, la casa Sotheby's organiza primero una exposición itinerante que recalará en sus sedes de Nueva York (1-8 de junio), Los Ángeles (14 al 18) y Hong Kong (26 al 30 del mismo mes) y finalmente aterrizará en Londres del 4 de agosto al 5 de septiembre. Seguidamente, se celebrarán seis subastas en la capital británica: tres presenciales (6, 7 y 8 de septiembre) y tres on line (11-12 y 13 también de septiembre)
La muestra y la exposición han tenido como promotora a Mary Austin, el primer gran amor de Mercury y heredera de su vastísimo legado. "Durante muchos años, he tenido la alegría y el privilegio de vivir rodeado de todas las cosas maravillosas que Freddie buscaba y tanto amaba. Pero los años han pasado y ha llegado el momento de tomar la difícil decisión de cerrar este capítulo tan especial de mi vida. Para mí era importante hacerlo de un modo que Freddie hubiera adorado, y no había nada que le gustara más que una subasta. Freddie era un coleccionista increíble e inteligente que nos demostró que hay belleza, diversión y conversación en todas las cosas". No le falta razón a Austin. El propio Mercury estaría encantado con la puja.
En un pasaje de su libro Freddie Mercury: Su vida, contada por él mismo (A life, in his own words, editado en español por editorial Ma Non Troppo) confesaba: "Me encanta ir a subastas y comprar antigüedades... Lo único que echaría de menos si me fuera de Gran Bretaña sería Sotheby's".
Todo el inventario que verá la luz en breve permaneció intacto durante 30 años y ornó las estancias del querido hogar de Mercury, una casa bautizada Garden Lodge, en Kensington, al oeste de Londres, y que fue levantada por un matrimonio de artistas a principios del siglo XX. De estilo victoriano, ricamente amueblada, acabó siendo la traslación escénica del mundo interior del solista y delata su querencia por las artes, el orientalismo y el interiorismo barroco. Un lugar donde aislarse y crear, componer, dibujar y abstraerse.
En el catálogo de la exhibición y posterior puja, destacan sobremanera la corona y la capa, de piel falsa, terciopelo rojo y pedrería, confeccionadas por su amiga y diseñadora de vestuario Diana Moseley. El atuendo parodiaba y tributaba a la vez la coronación de la Reina Isabel y se usó para la interpretación final de God Save The Queen durante su última gira con su banda, The Magic Tour, que culminó con su último concierto como grupo, en Knebworth en 1986. Estimación de salida: algo más de US$77.315.
Para los más melómanos, por unos US$331.353 podrán atesorar la partitura y los lyrics de ese himno titulado We are the Champions, escrito de puño y letra por el bueno de Freddie en 1977. Para el vestidor, hay que estar presto para lograr una chaqueta militar, estilo Sargento Pepper, por unos US$13.254 de salida, o un kimono de la era Showa correspondiente al mandato del emperador Hirohito por US$7.731 ; para el dormitorio, un teléfono de baquelita y un reloj vintage de sobremesa (sí, de los de marcar rodando el disco con el dedo) firmado por Fabergé, engastado con gemas, nefrita y esmalte, de 1908 a 1907, comprado a su vez en otra subasta por Mercury (US$44.180 para empezar...).
Para los amantes del arte, otra de las piezas magnas a despachar es el cuadro Tipo de belleza (1880), de James Jacques Tissot, que podría acabar colgado en casa de algún coleccionista por unos US$662.706. Hay más piezas domésticas con historia: en la cocina colgaba una copia del retrato de Jaqueline au chapeau noir, de Pablo Picasso, mientras que en su comedor dispuso serigrafía de Masque blanc sur fond noir, de Henri Matisse, obra que se acodaba junto a creaciones de Marc Chagall y Georges Braque.
La formación temprana de Freddie Mercury como artista (estudió Arte Gráfico y Diseño en la Escuela de Arte de Ealing, West London, a la que también acudieron monstruos del calibre de Ronnie Wood, de los Rolling Stones, o Pete Townshend, de The Who) sin duda influyó en su querencia por el arte, la moda y las artes gráficas. Ahora está muestra y esta serie de subastas suponen un pasadizo, un atajo a su imaginativo y cromático mundo interior, no exento de sombras y de cierta hermosa melancolía.
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