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ANALISTAS

Comparación entre odiosa e interesante

miércoles, 6 de febrero de 2013
La República Más
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Las comparaciones son odiosas, pero, si de cuando en cuando pusiéramos el espejo retrovisor, alcanzaríamos a vislumbrar por anticipado algunos fenómenos o problemas que se presentan con cierta frecuencia en la economía.

Por estos días se ha presentado un intenso debate en Estados Unidos, sobre la verdadera “identidad” de un negocio popularizado incluso en varios países de América Latina como es Herbalife. 
Inclusive The New York Times y The Wall Street Journal terciaron en el debate sobre si esta distribuidora de productos calificados como suplementos que ayudan al bienestar de la salud y a combatir la obesidad, mediante ventas multinivel es una especie de pirámide. Y ya sabemos lo que ese terminacho significa.
Con más de 30 años en el mercado, el negocio de Herbalife es sencillo, más que vender, lo rentable es conseguir quien venda el producto en los niveles inferiores y así llegan más ingresos a quienes están en la cadena más alta. Es decir el mejor negocio es ser reclutador, más que vendedor.
En comparación, como pirámide fue calificada en Colombia la manera como Interbolsa infló las acciones de una empresa seria del país y trató de hacerse a su control, usando el dinero de otros inversionistas que en ocasiones, ni sabían de las andanzas de la primera casa de corretaje en el país. Aún así esa platica se perdió.
Como hilando suelto, otra comparación bien interesante es la que ha suscitado en estos días el movimiento de multinacionales que como Dell, quiere recoger sus hilos y recuperar la totalidad de la compañía adquiriendo las acciones que como arroz se vendieron en Wall Street cuando salió a oferta pública en busca de dinero para su expansión.
Michael Dell planea volver privada su empresa, una compañía que fundó hace más de 30 años y para lo cual ha invertido la bicoca de US$23 millones con destino a sus actuales accionistas, entre ellos Microsoft Corp y la firma de inversiones Silver Lake Partners. 
La idea es comprar la compañía productora de computadoras para llevarla al siguiente nivel de crecimiento, una labor difícil, un reto que a su dueño le suena interesante.
Hace algunos años, poderosas empresas colombianas, convertidas en multinacionales por la gracia de inversionistas foráneos, también se dedicaron a esa tarea de volver privada una propiedad que era pública por su bursatilidad en el parqué nacional.
Para la muestra el botón, Bavaria pasó años ofreciendo a los tenedores de acciones la compra de sus títulos y así sacar de la bolsa la principal cervecera colombiana luego que el Grupo Santo Domingo vendiera la compañía a SabMiller.
Siguiendo con esa línea, igual ocurrió con el Indio Pielroja que luego de convertirse en producto de Philip Morris dejó de convocar a sus accionistas y se salió del combo de los de la Bolsa, para cerrar su informe a las tradicionales asambleas de accionistas y pasar a ser una compañía exitosa, pero foránea.
La otra cara de la moneda, en cuanto manejo público de acciones, es la que protagonizaron gigantes de la economía colombiana por su presencia en la Bolsa de Valores como Isa, Isagen y la estrella de la corona en materia de caja para el Gobierno: Ecopetrol.
Análisis recientes sobre el comportamiento de Ecopetrol en Financial Times hablaban de que la petrolera colombiana se había convertido en la primera empresa de América Latina por capitalización bursátil, superando de largo a su competidora carioca, Petrobras. 
Lo curioso es que Petrobras es tres veces más grande que Ecopetrol, aunque la petrolera colombiana tiene peso específico en la Bolsa de Valores de Colombia, donde se ha convertido en la ‘manda más’ al cierre de negocios locales cada día.
 De Isa o Isagen, es claro que el ensayo de convertirse en públicas ha sido bueno para los accionistas y para el Gobierno que logró liquidez para invertir en el prominente sector energético, siempre en crecimiento y para socializar esa riqueza nacional digna de admirar y de mostrar.
Eso de poner el espejo no es tan malo, siempre hay ejemplos que vale la pena mostrar. A veces es bueno recordar cómo es que se repiten los males que dañan la confianza o destacar cómo las buenas inversiones siempre se pueden hacer, con ganancia para todos. El mal no puede cundir.

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