La demografía política estudia los efectos de los cambios en la población sobre la política. Los cambios aludidos son: natalidad, mortalidad, pirámide de edades y migraciones. Los efectos en la política se observan hoy en Egipto, Brasil, Irán, Colombia…
Se considera que este campo académico se encuentra en su infancia, a pesar de que ya Cicerón se quejaba de las bajas tasas de natalidad de los patricios romanos, frente a la fecundidad de los menos favorecidos y de sus vecinos bárbaros. Los expertos no se ponen de acuerdo para explicar estas diferencias. Sostienen unos que las tasas de fertilidad son un reflejo de los recursos disponibles, mientras que acuden otros a la cultura y a las religiones para explicarlas.
Las conquistas y las migraciones escribieron gran parte de la Historia hasta mediados del Siglo 19. A partir de ese momento, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, se comienzan a apreciar los efectos de los grandes cambios demográficos como consecuencia de los éxitos de la medicina con las vacunas, los antibióticos… para prolongar la vida. En forma simultánea se afianzó la democratización que le entrega el poder político al partido con el mayor número de votos depositados y comienza el matrimonio entre demografía y política.
Algunos grupos étnicos y religiosos apoyaron en el pasado la elevada natalidad para nutrir sus ejércitos con el fin de defenderse o para realizar sus conquistas. Una de las ramas de la demografía política se ocupa del balance del poder entre los Estados, las religiones y los grupos étnicos. Por ejemplo, el elevado crecimiento del islamismo radical en el mundo es motivo de preocupación en Occidente. No pocas naciones consideran hoy obligación de los Estados ayudarles a sus ciudadanos para que no tengan más hijos de los que desean y pueden educar.
Los jóvenes entre los 16 y los 30 años, figuran como otra de las ramas clave del nuevo campo académico, porque numerosos países presentan hoy tasas de desempleo juvenil cercanas a 50%. Asciende a 20% este desempleo en Colombia y figura como el más elevado en Latinoamérica. Los resentimientos de estos jóvenes son fuente de inestabilidad, violencia y cantera de votos del castro-comunismo.
Los ancianos jubilados también son motivo de estudio, porque en países ricos como Alemania, Francia y Japón les consumen ya cerca de 25% de su PIB. Algunos analistas predicen una desaceleración de las economías de estas naciones por culpa de sus ancianos adversos a asumir riegos y de los pocos jóvenes en capacidad de producir y aportar para sostener a sus jubilados. Consideran que la longevidad puede desfinanciar las democracias liberales de Occidente. Afirman algunos que los jubilados en estos países poseen más capital, conocimientos y experiencia que los menores que ellos en los países en desarrollo, con lo cual mitigan el envejecimiento.