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Como lo mencioné la CAF dentro de la serie políticas públicas y transformación productiva presentó el documento “Educación técnica y formación profesional en América Latina: el reto de la productividad”, que revisa tales sistemas educativos y su impacto en la capacidad innovadora, con énfasis en las buenas prácticas y en recomendaciones de política que mejoran la competitividad empresarial.
Éste informe incluye cuatro secciones, la primera ofrece un marco de referencia sobre como al desarrollar el capital humano se influencia la productividad y el desarrollo económico, así como su rol en la tendencias sociales mundiales, además de justificar la intervención de la política pública y revisar conceptos relacionados.
La segunda parte presenta un diagnóstico sobre los problemas de las empresas al contratar el personal que necesitan, las limitaciones que tienen para cerrar la brecha existente entre sus necesidades y los sistemas educativos, y muestra iniciativas del sector privado en respuesta a la inadecuada atención que reciben.
La tercera sección revisa los retos relacionados con la gobernanza y la estructura institucional, los factores que afectan la pertinencia así como los problemas de la calidad formativa y su vinculación con los sistemas de certificación y acreditación, las evaluaciones de impacto, las formas de provisión de servicios de capacitación y los mecanismos de financiación.
La última parte presenta las conclusiones y los puntos que deben considerarse al elaborar la hoja de ruta de reformas para los sistemas de educación técnica y formación profesional. Considera que para cerrar la brecha de productividad del recurso humano se requiere de “la adecuada alineación de una constelación de políticas educativas, laborales, de impulso al emprendimiento y la innovación.”
Queda claro que éste documento llega en un momento crucial para fortalecer el capital humano de la región y ayudarle a los sistemas educativos a responder de la mejor manera a los retos impuestos por la era de la globalización y los mercados, apoyado por un conjunto muy completo de elementos que contribuirán a despejar la búsqueda del camino que conduzca a la productividad y competitividad.
Sin embargo se quedaron por fuera algunos factores que estimo claves o mejor aún neurálgicos, es decir principales y decisivos, tales como los relacionados con movilizar las masas críticas de la innovación que he descrito están contenidas en el capital humano y el capital emprendedor de clase mundial, en particular en las fronteras del conocimiento y la producción donde adolecemos de capacidades y competencias, pero ciertamente tenemos el potencial y la ventajas comparativas.
Al respecto el plan de Colciencias de repatriar la diáspora de científicos se queda corto, así como las inversiones atraídas por las agencias encargadas del tema, que en su conjunto no alcanzan siquiera a sacudir la estructura y tinglado productivo en la dirección requerida para de verdad cerrar brechas e incorporar en forma continua, competencias y capacidades que nos lleven a la vanguardia productiva.
Un país con el rezago educativo, pero más allá de eso con las falencias y fallas en su aparato productivo tan marcadas y sesgadas como en nuestro caso, necesita de acicates reales que remocen la institucionalidad gracias a nuevas políticas públicas, programas y agencias convertidas en un arsenal eficaz que permita enfrentar de manera decorosa las exigencias y desafíos impuestas por la circunstancia actual.
Hay que aprovechar al máximo las externalidades positivas derivadas de movilizar las referidas masas críticas, acerca de lo cual conviene revisar el caso de Singapur que vinculó desde que inicio su transformación a las corporaciones transnacionales en los eslabones de las cadenas de valor relacionados con el conocimiento, así como Israel que sedujo científicos emprendedores en sectores estratégicos donde adolecía de capacidades y competencias pero tenía claro su futuro potencial.
Por la tanto es preciso, importante y urgente cambiar la pendiente y el patrón que lleva nuestra curva de aprendizaje, de forma tal que logremos insertarnos en las cadenas globales de valor y dejemos de ser una nación condenada al ritmo impuesto por un incrementalismo insulso que cada día nos aleja más y más del anhelado y cacareado desarrollo económico y social sostenible.