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En las últimas décadas, Iberoamérica se ha transformado de manera impresionante. La gran mayoría de los países de la región han consolidado su transición hacia la democracia, se han integrado a la economía internacional y han logrado avances importantes en materia social. Si bien existe todavía un largo camino por recorrer en materia de consolidación institucional, de reducción de la pobreza y la desigualdad, y de aumento de los niveles educativos, hoy Iberoamérica tiene cada vez más peso e importancia en el escenario internacional.
Esta nueva realidad exige una adaptación de nuestros marcos de cooperación. Por ello celebro las iniciativas de Ricardo Lagos, Patricia Espinosa y Enrique Iglesias para dar un nuevo rostro a las Cumbres Iberoamericanas y a la Secretaría General Iberoamericana (Segib), con miras a promover una cooperación más activa y transversal. Desde que México, con el apoyo de España y Brasil, lanzó esta iniciativa en la reunión de mandatarios de Guadalajara a principios de los noventa, las Cumbres Iberoamericanas se han consolidado como uno de los principales instrumentos de cooperación multilateral entre estos países. Ahora tenemos que darle un renovado impulso a este esquema, pero esta vez lo tiene que hacer toda América Latina.
Y es que la región latinoamericana ha venido incrementando su relevancia global en los últimos años, creciendo de manera sostenida durante más de una década. Entre 2003 y 2012, los países latinoamericanos experimentaron un crecimiento promedio anual del 4%,(i) muy por encima de las economías más avanzadas de la Ocde.(ii) Si bien la crisis tuvo un impacto considerable, exponiendo la necesidad de desarrollar aún más la capacidad de crecimiento endógeno de estos países, la resistencia de la región fue notable. Esto permitió que muchos países registraran avances importantes en la reducción de la pobreza, lo cual a su vez ha permitido reducir las desigualdades, sobre todo en países como Brasil, México y Chile.
A pesar de estos logros, gran parte de la población de América Latina sigue enfrentando numerosas carencias económicas y sociales. Una proporción significativa de la gente que ha salido de la pobreza sigue en un estado de “vulnerabilidad”. Estudios recientes estiman que cerca de 66% de la población de América Latina es pobre o vulnerable.(iii) Desafortunadamente, dichas carencias han empezado a afectar a sectores vulnerables de la población en la Península Ibérica. España y Portugal se enfrentan a serios retos económicos y sociales, como tasas insostenibles de desempleo juvenil.
Los grandes desafíos sociales de América Latina, España y Portugal requieren una nueva cooperación Iberoamericana más eficaz, más sistemática y más contestataria. Por eso esta XXIII Cumbre Iberoamericana de Panamá debe lanzar con fuerza nuevos instrumentos de cooperación, siguiendo la ingeniería institucional del siglo XXI. Foros multilaterales como el G20 han cobrado gran relevancia, logrando acuerdos en temas cruciales, entre naciones mucho más disímiles que las que agrupa Iberoamérica. La creación de nuevos esquemas de cooperación regional que promueven el desarrollo a través de la apertura económica y el libre comercio, como la Alianza del Pacífico, son de crucial importancia en la construcción de una región más dinámica y prospera.
Asimismo, los métodos de trabajo de la Ocde en la identificación y diseminación de mejores prácticas en políticas públicas y la firma de instrumentos multilaterales pueden aportar ideas para profundizar esta cooperación. La Secretaría General Iberoamericana puede aprovechar su experiencia y sus logros para transformarse en una fuente de instrumentos multilaterales innovadores, como convenciones iberoamericanas para fomentar la competencia y combatir las prácticas monopólicas, mejorar los sistemas de adquisiciones públicas, promover la innovación y el intercambio de tecnologías para el crecimiento verde, mejorar la educación y las políticas sociales, por mencionar algunos sectores cruciales.
La Ocde ya está trabajando con los países iberoamericanos en muchos de estos campos, impulsada por una creciente interacción con la región. El fortalecimiento de la colaboración con México, el ingreso de Chile, y ahora el inminente ingreso de Colombia y la posible inclusión de Costa Rica, son testimonio de este esfuerzo de acercamiento, al cual hemos dedicado gran entusiasmo y energía. Por ello estoy seguro que la Ocde puede ayudar a Iberoamérica a fortalecer sus esquemas de cooperación a favor de un crecimiento incluyente y sustentable. El estudio Perspectivas Económicas de América Latina 2014 que presentamos en la Cumbre de Panamá, puede ser una herramienta clave, al presentar propuestas para: desarrollar activos basados en el conocimiento; aumentar la productividad y competitividad; y modernizar los sistemas logísticos de la región. La Ocde está lista para sacar el mejor provecho de esta Cumbre y asociarse al esfuerzo de relanzamiento de la cooperación Iberoamericana, para promover un crecimiento más incluyente y sustentable con mejores políticas para vidas mejores.
(i) OCDE/CEPAL/CAF (2013), Perspectivas Económicas de América Latina, p. 5.
(ii) IMF, WEO, October 2013 Update.
(iii) World Bank (2013), Shifting Gears to Accelerate Shared Prosperity, p. 15.