Ganó la mujer

Los comicios electorales del pasado domingo dejaron a su paso interesantes conclusiones. La primera de ellas es que el profundo desencanto del electorado por la clase política terminó por hacer mella en la profundidad de nuestro proceso democrático, llevando al país hacia unas vergonzosas tasas de abstención de 60%. La segunda es que, independientemente de sus críticos, Álvaro Uribe sigue siendo el más sorprendente fenómeno electoral de la historia reciente de nuestro país. La tercera gran conclusión es que la llamada Unidad Nacional - conformada por tres poderosos partidos políticos - obtuvo apenas la cuarta parte del total de la votación, muy por debajo de las expectativas de quienes, tan solo dos meses atrás, sugerían tan soberbia como ingenuamente que el triunfo del presidente Santos se podría dar en primera vuelta. Si el caudal electoral logrado por el presidente-candidato se divide entre tres, cada uno de sus movimientos políticos sería aportante promedio de un número de votos incluso inferior al registrado por la desteñida Alianza Verde. Lo anterior indica que, más allá de Peñalosa, el Partido Liberal, la U y Cambio Radical fueron los grandes derrotados en la contienda. 

Por supuesto que el presidente Santos tiene muchas posibilidades de ganar en segunda vuelta. El voto verde, aunque puede terminar en abstención o perdiendo su tono hasta volverse blanco, parece mostrar menos desprecio por Santos que por Zuluaga, por lo que podría migrar parcialmente hacia el Presidente para equilibrar, en cierta medida, las fuerzas entre los dos candidatos a segunda vuelta. Así las cosas, serían los votos de las dos mujeres en la contienda los que terminarán por decidir su resultado. No cabe la menor duda entonces que tanto Clara López como Martha Lucía Ramírez son dos grandes ganadoras de la jornada. 

Clara López hizo una campaña excelente. En todos los debates dejó ver su talante, experiencia y porte de estadista. Aunque no comparto buena parte de las premisas de su movimiento, es preciso reconocer en ella un gran activo político del país. En particular, me resulta muy interesante ver que, sin ser una mujer de posiciones tibias, su discurso se aleja cada vez más del extremismo maniqueísta de buena parte de sus copartidarios. Como bien lo dijo ella misma en alguno de los debates, su estilo se parece mucho más a la izquierda de Bachelet que a la Chávez. Martha Lucía Ramírez, por su parte, demostró una incansable capacidad de lucha para sobreponerse al elaborado sabotaje a su designación como candidata, perjuicio pretendido por los sectores más “mermelados” de su colectividad. La candidata hizo una disciplinada campaña de bases partidistas, al tiempo que mostró sus capacidades dando un debate de altura, producto de una muy juiciosa preparación programática sustentada en su valiosa experiencia profesional y política. 

En mi opinión, Clara López se convierte en una interesante alternativa para la Alcaldía de Bogotá. En la capital, la candidata obtuvo cerca de medio millón de votos, superando al Presidente en ejercicio y a un exalcalde que se precia de su gran gestión en la ciudad. Si no se logra que otros sectores políticos diferentes a la izquierda vuelvan al Palacio de Liévano, lo que nos ofrecería Clara López sería, en cualquier caso, mucho mejor a lo que hemos tenido con Petro o con Moreno.  Martha Lucía Ramírez, entretanto, debe pensarse muy bien sus decisiones en las próximas semanas. Sobre ella descansa la esperanza de un nuevo Partido Conservador, con una firme vocación de poder de mediano plazo que le permita sobreponerse a las tentaciones clientelistas del ahora. Ramírez y el Partido Conservador deberían hacer valer sus dos millones de votos, manteniendo independencia programática durante los próximos cuatro años. El 2018 está a la vuelta de la esquina, y si algo nos demuestran los recientes resultados es que a los que están gobernando sí se les puede ganar.