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Es una constante la búsqueda de mejoramiento profesional en Colombia por razones laborales, profesionales o salariales. Impresionante cómo aumenta el número de profesionales interesados en avanzar al respecto. No obstante, a medida que las pretensiones toman vuelo, las obligaciones a las que hay lugar, también. Los doctorados y maestrías tienen en común la vinculación de la investigación, pues sin ellas, terminan siendo ambas someras capacitaciones o actualizaciones. A pesar de la exigencia, quienes acceden a dicha formación, más allá de la dedicación, pasan por alto, el saber escribir, redactar y proponer un tema de investigación, y aun hace mella, el solo interés por el logro del título de magíster.
El escenario institucional universitario en la educación superior en Colombia y en cualquier parte del mundo, explica ampliamente lo que implica acercarse a una formación en maestrías o doctorados. Independiente al interés por las razones a través de los cuales el profesional decide formarse en maestrías o doctorados, de manera indeclinable, la universidad no puede disminuir la exigencia. De ahí que, la oferta de educación superior distingue claramente lo que implica dicha formación de investigación o de profundización. En uno u otro escenario, la investigación científica o aplicada está presente respectivamente, de allí, que sobra cualquier animadversión a saber.
El profesional involucrado en estas lides debe comprender que los títulos profesionales deben corresponder a lo que básicamente implica su obtención. Saber escribir, leer de manera permanente y tener la capacidad constante para generar iniciativas es un referente claro para quienes ostentan dicha formación. De lo contrario, hace carrera la idea asumida en muchos casos, en la que solo el interés por el título es el único tema de atención, y lo demás, puede ser obviado por cuanto el interés del título, no es ni mucho menos, integrar las aulas en calidad de docente o investigador. A pesar de esto, aún los profesionales venidos de diversos frentes tienen problemas para aceptar y entender este proceso.
Es importante reconocerse como magíster o doctor de algún aprendizaje o conocimiento; sin embargo, preocupa la confusión que se presenta en términos generales, al pretender para muchos que la maestría tenga el mismo nivel de flexibilidad de las especializaciones o los diplomados. De allí que sea imperante para las universidades depurar, en las ofertas que son propiamente de investigación, y las que apuntan a someras actualizaciones o capacitaciones. Específicamente, magíster que no escriba, investigue, publique o proponga diversas iniciativas, raya con lo que implica efectivamente desenvolverse bajo las cualidades y condiciones de llamarse magíster o doctor en cualquier campo de trabajo profesional.
De otro lado, aun son muchos los docentes que tienen la bondad laboral y profesional de combinar sus estudios con la aplicación laboral de los mismos, de allí que, la réplica desgastada sobre “que una cosa es la universidad y otra la empresa”, raya de comentario sin salida. Lo que se aplica, se hace o es propuesto en el marco de la universidad, debe tener igual o más asidero en las empresas. De lo contrario, no tiene sentido buscar formación superior, cuando se cree que las interpretaciones profesionales en uno y otro ámbito son diferentes. La universidad forma en conocimiento, y corre por cuenta del profesional hacer de ellos utilidad aplicada, investigativa y práctica de manera innata, con dedicación.