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ANALISTAS

Hoy las relaciones de trabajo no son las de antes

martes, 2 de septiembre de 2014
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Usted como empresario, o como empleado, se da cuenta que ni los empleados son lo que eran ni los patronos son lo que fueron. Unos y otros han cambiado y, váyase haciendo a la idea, van a seguir cambiando hasta que se acomoden a las transformaciones que están modelando el mundo empresarial moderno. 

Para empezar las empresas ya no garantizan un trabajo de por vida, ni los empleados una lealtad eterna. Las empresas se van a reestructurar -echando gente- cuando las condiciones del negocio lo exijan, y los empleados van a renunciar cuando les salga una mejor “chanfa” o decidan emprender rumbos más acordes con sus intereses.

Hay cinco tendencias que están transformando las relaciones de trabajo: uno, la presión para lograr resultados en corto plazo; dos, el desplazamiento del valor de los tangibles a los intangibles; tres, los cambios en la fuerza de trabajo; cuatro, la tercerización de las actividades empresariales; y, cinco, la necesidad de organizaciones más planas y ágiles.

Las empresas estaban diseñadas para otro entorno: menos competencia, clientes poco exigentes, mercados más pequeños y estables, accionistas cercanos. En esas condiciones podían planear su futuro, hacer apuestas de largo plazo, proyectar la carrera de sus empleados. Hoy las condiciones son distintas: hay que producir resultados trimestrales, la competencia viene de muchos frentes, los mercados son más grandes y exigentes, los accionistas presionan pues tienen más alternativas de inversión. 

La generación de valor en las empresas se ha venido desplazando de los bienes tangibles a los intangibles, lo que de alguna manera hace a aquellas más móviles e inestables al no depender su valor de las edificaciones, maquinaria o equipos. Según The Brooking Institute el valor generado por los tangibles de las empresas pasó del 62% al 10% entre 1982 y 2006, lo que significa que el 90% es generado hoy por los intangibles. Estos últimos en buena parte representados en conocimientos, organización, procesos, relaciones, etc., lo que aumenta la contribución de los empleados a la generación del valor de las empresas haciéndolos más valiosos.

La fuerza de trabajo ha cambiado y lo va a seguir haciendo en los años venideros. Los nuevos trabajadores tienen un nivel de educación mucho más alto que el de los trabajadores del pasado e incluso que el de sus jefes; vienen con valores, formas de relacionarse y de trabajar distintas; han nacido con los desarrollos tecnológicos y saben cómo usarlos; la estabilidad laboral no los obsesiona, más aún se ven más como emprendedores que como empleados.

Las empresas, algunas haciéndolo de manera correcta y otras de manera incorrecta, van a seguir tercerizando actividades buscando, las que lo hacen bien, enfocarse logrando mayor eficiencia y, las que lo hacen mal, menores costos. 

Finalmente, las empresas para competir mejor, estar más cerca de sus clientes y manejar mejor a sus proveedores y distribuidores cuyo número se incrementa gracias al “outsourcing”, requieren ser más planas, lo que significa tener menos niveles y menos, pero mejor, gente. 

Estas tendencias están transformando las relaciones laborales que en el futuro van a ser más equitativas: pasando de la subordinación de la que habla el Código Laboral a la cooperación; y, de relaciones desiguales a relaciones más balanceadas por cuenta del mayor peso del conocimiento que es intangible frente al capital que es tangible.

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