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Decían nuestros abuelos que mientras haya salud, ¡todo bien! Por estos días ese tema reviste particular importancia, pues hay nubarrones en el bienestar de nuestros gobernantes en paralelo con la pésima salud que viene mostrando la economía mundial. Pura casualidad.
En términos generales todas las economías y gobiernos, junto con las personas están enfrentando dificultades en todos los campos. No hay dicha completa. El presidente Juan Manuel Santos tiene el mejor puesto, pero sus quebrantos de salud son una alarma para el futuro del país.
El vicepresidente Angelino Garzón también pasó por una etapa difícil y ahora parece recuperarse de manera satisfactoria, nos alegramos por todos, especialmente por Colombia.
Esperamos que Santos se haya recuperado completamente de sus dolencias, porque en sus manos está el futuro del proceso en ciernes con la guerrilla de las Farc, que permitiría impulsar el crecimiento interno, la proliferación de negocios y riqueza en el interior del país, si se logra la paz.
Las calificadoras de riesgo miran con lupa todos los elementos que puedan implicar cambios en las condiciones internas. Todos necesitamos que el presidente pueda seguir empujando la locomotora del crecimiento, especialmente ahora que se acaba de conocer que el Fondo Monetario Internacional (FMI) calcula que serán diez años de crisis financiera global que tendremos que soportar.
El FMI proyecta que la crisis económica se prolongaría hasta 2018. Lo que el FMI no se atreve a calcular es cuánto finalmente se perderá en términos de empleos eliminados, utilidades que dejaron de consolidarse, negocios que no se hicieron y todas las fallas que esta crisis dejará para la economía globalizada.
Para nuestra fortuna, la economía colombiana va lentamente sobrellevando la carga de la crisis, gracias a que en anteriores crisis aprendimos la lección. Por ejemplo durante 1998, el mercado hipotecario provocó la extrema pobreza en cientos de hogares que quedaron sin un techo al tiempo que sus ahorros se esfumaron.
Por eso ahora hay que tomar nota de la receta del FMI en cuanto a que sería grave que por tratar de reducir la deuda, los países ahorquen aún más la economía mundial.
De acuerdo con el Banco de la República de Colombia, a junio pasado, nuestra deuda externa superó los US$76 mil millones, es decir el 24,8% del Producto Interno Bruto.
Nuestra deuda es tanta o tan poca, según la óptica con que se mire, si se compara con la deuda estadounidense que pasa de los US$5,29 billones y sigue contando porque todavía correría agua por ese río, si el problema continua hasta el 2018.
Por esas cifras es que al FMI le parece prudente que cada país encuentre como manejar el bolsillo para pagar la deuda, sin provocar mayor estrés en las finanzas públicas. La salud de la economía mundial depende de que todos los gobernantes puedan manejar las decisiones para salir de la crisis, ojalá antes del 2018.
Esperamos que Santos siga en franca recuperación, que nuestra economía continúe por una sana meta de crecimiento y que la crisis financiera global encuentre remedio para todos sus males. A todos nos va mejor con buena salud.