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Es un imperativo para América Latina dejar atrás el guayabo de minoría y enfrentar los hechos de que la Era Trump es una realidad
Donald Trump ganó las eleccionesen Estados Unidos y es el nuevo presidente de este país. Gobernará con mayorías republicanas en el congreso y estará en el poder hasta 2020 con la posibilidad de reelegirse. Esa parece ser una realidad que los latinoamericanos no han asimilado todavía y que no salen de la etapa de negación, como en toda resaca sentimental luego de una ruptura o una pérdida irreparable. Es un hecho realno mediático: Trump es el presidente del país más poderoso del mundo y su motor económico y las cosas no serán iguales parala región, a las vividas mientras el gobierno de Obama estuvo en su lugar. No se trata de decir que serán mejores o peores, simplemente serán diferentes.
Nadie puede negar que Trump encarga el éxito tradicional del poderío estadounidense, un gran empresario, hombre carismático y un líder de masas natural que creció como un buen ‘baby boomer’ con todas las necesidades básica satisfechas y con todas las herramientas para triunfar. En su historia de vida escasean los episodios lastimeros y de superación humana que tanto pegan en las novelas de América Latina, región en dondeel perfil de Obama era más querido por pertenecer a una minoría étnica y representar el anhelo de todos los inmigrantes, representado en el “querer es poder”. Trump es todo lo contrario y su discurso habla por sí solo, pero Latinoamérica se niega a creer lo que pasó el segundo martes de noviembre y sigue negando la realidad con el sesgo o la visión de minoría que nos ha determinado enla historia. Una de las características a cambiar en la coyuntura que debemos lidiar desde el 20 de enero próximo es esa: seguir viéndonos como una minoría que perdió su cuarto de hora en el mercado interno de Estados Unidos y en nuestros países que tienen en la gran nación del norte a su aliado comercial más importante.
Quedó claro que Estados Unidos no son solo Los Ángeles, Chicago, el sur de Florida o Manhattan, que hay muchas más regiones que piensan y opinan diferente al mundo cercano que conocemos a través delos medios de comunicación en español, por viajes de turismo o por nexos con familiares inmigrantes de vieja data. El prototipo de estadounidense que estará en la Casa Blanca por los próximos cuatro años, con posibilidad de duplicarlos, piensa diferente, ve el mundo de manera distinta y observa en Latinoamérica una región amiga, aliada y socia en lo económico, pero con grandes problemas de transferencia como la delincuencia, el comercio de drogas, los indocumentados, el pago de impuestos y demás lacras modernas que tienen que experimentar los países desarrollados que atraen inmigrantes de todas las esferas. Hay un imperativo para nuestros empresarios y gobernantes y es que la realidad es esta y debemos empezar a jugar en la Era Trump cartas diferentes dejando atrás la mirada de minoría lastimera.
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