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El dinero enviado a Colombia creció 42% desde 2019, menos del promedio regional de 61%, la economía se debe preparar para la plata de los colombianos que viven en el exterior
Colombia aún está muy lejos de ser un país que viva de las remesas, ese dinero que envían personas naturales radicadas en el exterior a sus familias. Según las cuentas del Banco Mundial, los cinco países que más remesas son: India US$125.000 millones; México US$67.000 millones; China US$50.000 millones; Filipinas US$40.000 millones y Egipto US$24.000 millones.
Las cifras son del año pasado y al mirar las dinámicas migratorias globales -más de 302 millones de migrantes anuales- el grueso de esa población itinerante por todo el mundo tiene orígenes en India, Ucrania, China, México y Venezuela; Colombia aún está lejos de esos niveles, no obstante, el Ministerio de Relaciones Exteriores habla de que hay censados unos cuatro millones de colombianos que residen en el exterior de manera regular; entre 2010 y 2022 se registró la salida de más de dos millones de nacionales y aún no hay cifras consolidadas de los últimos dos años, cifra que bien se puede duplicar hasta alcanzar unos 8 millones a 2025.
Por el perfil de los colombianos que se están radicando en Estados Unidos, España, México o Chile -quienes son jóvenes preparados- es probable que su adaptación laboral se empiece a reflejar en el monto de dinero que envían al país a sus familiares. Las remesas son la verdadera prueba ácida de eso. Según el Banco de la República, las remesas han crecido 42% desde 2019, una cifra enorme, pero menor al aumento promedio de América Latina y el Caribe de 61% en el mismo periodo.
El crecimiento de remesas desde antes de la pandemia es el cuarto más alto de la región, solo por detrás de México (66%), Ecuador (59%) y El Salvador (44%). La plata que los colombianos mandan desde el exterior a sus familias crece de forma sorprendente: en 2020, año de la pandemia, las remesas tuvieron una caída de 3% debido a la crisis económica mundial, en 2021 rebotaron 24%, debido a las ayudas de los gobiernos donde residen los emigrantes.
En 2023, las remesas superaron por primera vez los US$10.000 millones y en lo que va de 2024, han crecido 15%, más del aumento de todo 2023 de 7%, y que en 2022, cuando subieron 10%. La meta de US$12.000 millones anuales está muy cerca, cifra que antes de 2030 puede llegar a los US$20.000. Si ese dinero que entra directamente a las familias se compara con la deprimida inversión en exploración y producción de petróleo y gas, US$4.880 millones, o lo que aporta el sector petrolero a las arcas de la Nación, (1,3% del PIB), bien se podría decir que muy pronto las remesas serán el nuevo petróleo en cada rincón del país, que ha visto salir a un migrante.
Colombia exporta en promedio unos US$16.000 millones en petróleo, cifra que empieza a caer por factores políticos internos y tendencias del mercado internacional, situación que es inversamente proporcional a lo que muestran las remesas. La economía colombiana aún no depende del dinero que envían los radicados en el exterior, tal como sucede en Guatemala, Ecuador o El Salvador, pero camina rápidamente a parecerse si las rentas petroleras, cafeteras o manufactureras, se pliegan ante el poder del dinero migrante.
Las economías regionales, Antioquia, suroccidente, Eje Cafetero y santanderes, deben prepararse para sacar provecho a las millonarias remesas que van a recibir en los próximos años, ojalá ese dinero no se vaya en comisiones financieras y se vean en el sector constructor, que siempre es el sueño de quien se va a trabajar a otro país.
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