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La legislatura que termina se ensaña contra la actividad empresarial e iniciativas como jornada laboral, etiquetas y licencias tienen un costo que perjudica los nuevos empleos
Tratando de favorecer el debilitado mercado laboral, los congresistas despiden una complicada legislatura inmersos en el “efecto cobra”, pretendiendo solucionar problemas, pero obteniendo resultados contrarios ¿Quién no quiere trabajar menos horas? o ¿Tener una licencia de paternidad o maternidad más larga? Las respuestas son evidentes y algunos congresistas le apuestan a ello para congraciarse con sus electores y ganarse el favor político de cara a las elecciones al Senado y Cámara del próximo marzo.
No hay almuerzo gratis y todas esas leyes cargadas de “buenisia” tienen un costo para los empresarios y sus modelos de negocios. Los costos laborales en Colombia son enormes comparados con países similares, aún subsisten impuestos parafiscales, lo que hace cada vez más complicado competir en el mercado local y mucho más en las exportaciones. El efecto contrario al deseado es que los nuevos emprendedores y los empresarios tradicionales deben reconsiderar sus planes de contratación, pues los números serán otros. Es muy difícil pensar en contratar más empleados ante tantos cambios de reglas en medio de una reactivación muy lenta.
En lo que tiene que ver con el etiquetado de alimentos y bebidas es una tendencia global que funciona bien, pero no es el momento para hacerlo por los costos en que se incurren en tal obligación y el golpe directo al consumo tras la satanización o estigmatización de algunos productos. Lo que para muchos países es exceso de grasas, azúcares o almidones, entre otros, en economías subdesarrolladas o de frontera, pueden ser fuente de calorías de bajo costo. Y hay otro problema más delicado que pasa desapercibido en el Congreso y es el que tiene que ver con la financiación de campañas publicitarias, con dineros extranjeros, en contra de la producción nacional sin que las autoridades actúen.
Lo que no ven u olvidan deliberadamente ciertos congresistas es que quienes pagan impuestos y generan empleo son las empresas y que deteriorar la actividad del sector productivo es golpear la contribución y la generación de formalidad. Algunos congresistas irresponsables legislan en contra de la actividad empresarial y golpean el desarrollo de nuevos emprendimientos. Lo que hace grande a un país con bienestar y desarrollo es la fortaleza de sus empresas; no puede haber crecimiento, desarrollo o disminución de la precariedad, sin el oficio de las empresas en cada rincón del país, y más aún, de las empresas locales que son las que hacen la apuesta por invertir a largo plazo.
Nadie está en contra de una jornada laboral de menos horas, mucho menos de más días para los padres de familia cuando nazcan nuevos hijos, ni de identificar los alimentos y bebidas con su contenido nutricional, el punto está en el momento en que se hacen estas nuevas normas y los incentivos que necesitan los emprendedores y empresarios para seguir generando empleo y pagando impuestos. No se puede volver cultural en Colombia ordeñar sin compasión la actividad empresarial porque se extinguirán las actividades productivas y se evaporarán las inversiones, convirtiendo al país en un Estado asistencialista que depende de los subsidios derivados de unos impuestos provenientes de rentas amenazadas como son las petroleras y mineras. No hay que temer defender a los empresarios y su papel.
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