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EDITORIAL

Año marcado por el desenlace venezolano

lunes, 14 de enero de 2019

A 15 días de 2019 y a poco de medio año del nuevo gobierno colombiano, bien se puede decir que este año estará signado por la crisis.

Editorial

La tragedia del modelo económico venezolano tiene muchas caras en Colombia. La primera y la más vistosa es sin lugar a dudas, la diáspora que ha llevado a que no haya pueblo en el que no se albergue al menos una familia del vecino país. Cálculos informales y no oficiales hablan de que en Colombia viven más de dos millones de venezolanos y que otro tanto similar deambula por las carreteras en busca de la frontera sur para llegar a los países vecinos de Ecuador, Perú y Chile, especialmente. Otra cara de la misma tragedia social es la política que vemos, escuchamos y leemos a diario en todos los medios de comunicación locales e internacionales en los que el gobierno socialista de Venezuela ataca inexplicablemente a la administración nacional actual, siempre en busca de respuestas de facto que le justifiquen escalar de las agresiones verbales a las bélicas, tal como ese país ha amenazado a Colombia desde tiempos tempranos de la separación de las dos repúblicas a mediados del siglo XIX; tensión que ha sido inevitable y en la que ninguno de los dos países ha caído o ha escalado militarmente, lo que llevaría a un irremediable conflicto hemisférico. El rostro político tiene a su vez dos caras: una doméstica, pues para nadie es un secreto que hay facciones o ideas políticas en Colombia que coquetean abiertamente con la “venezualización” de nuestro país. Tendencias de izquierda ideológica que no solo han sido financiadas por dinero proveniente del nefasto gobierno venezolano, sino amparadas para que el fallido socialismo del siglo XXI se extienda por otros países. Es un hecho que guerrilleros del ELN y algunos líderes de las disidencias de las Farc tienen en los 1.600 kilómetros de frontera binacional porosa, un teatro de guerra que busca desestabilizar al país. Hay una gran cantidad de líderes políticos locales hipócritas, que no aceptan abiertamente que el modelo económico de los socialistas venezolanos es un fracaso y no quieren que termine de una vez por todas esa pesadilla para una población como la venezolana. Incluso ven en la tragedia un nuevo territorio sufrido como Cuba, que ha visto como muchas generaciones mueren en la pobreza y la desolación. El otro lado del rostro político es el internacional, un peligroso frente geopolítico que amenaza con meter en un lío continental a grandes potencias orientales como Rusia y China. No podemos olvidar que Venezuela está “embargada” por sus negocios petroleros con China y que a través de su socio Cuba, ha facilitado maniobras militares en suelo americano con estrategas rusos. No en vano, el amenazante Vladimir Putín es uno de los respaldos más miedosos que tiene el nefasto Nicolás Maduro, quien dicho sea de paso, no es más que una trinchera política civilista del poderío económico de los militares venezolanos, aquellos quienes lideraron la expropiaciones empresariales. Con esos tres frentes: la diáspora venezolana; los respaldos políticos locales al socialismo del siglo XXI y el papel geoestratégico abierto por la crisis, podemos vaticinar que las cosas no serán nada fáciles para el año que comienza con bastante frenesí desde Venezuela. Todo lo anterior sin desconocer el comercio informal binacional que sigue siendo una realidad, especialmente en lo que tiene que ver con el contrabando no sólo de gasolina, sino de bienes de primera necesidad que marcan la economía de la frontera. Lo que está pasando y va a pasar en Venezuela será la noticia de todo este año nuevo.

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