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No se puede decir que todas las empresas son iguales y que requieren las mismas ayudas, pero sí defender que los préstamos sean sectoriales o regionales de acuerdo a sus necesidades
Ningún Gobierno Nacional se la había jugado tanto por el sector productivo colombiano como el de Iván Duque, pues a él se le debe que la generación de empleo formal siga aumentando y que la red industrial se mantenga sólida, muy a pesar de los problemas que se han tenido que sortear durante los últimos años.
El desempleo sigue bajando a la luz de las últimas cifras oficiales del Dane de julio, al tiempo que la hipótesis de que la crisis económica tocó fondo entre abril y mayo parece comprobarse. Un ejemplo de esa ayuda decidida al sector productivo es el polémico préstamo aprobado por el Ministerio de Hacienda a Avianca Holding, empresa históricamente colombiana de nacimiento, pero ahora domiciliada en Panamá y que se acogió a la Ley de quiebras en Estados Unidos que la obliga a recomponer sus deudas.
Hecho que no es menor dado que tiene 21.000 empleos, la mayoría en Colombia, y que mantiene 48% del mercado de vuelos domésticos y 20% de los internacionales, situación que la convierte en dorsal para la recuperación económica. No se trata de una nacionalización, es un préstamo de máximo US$370 millones a 18 meses que coincidirán con la obligatoria salida del Chapter 11; si esto no ocurre en ese tiempo estimado, los acreedores serán los primeros en recibir su dinero; Colombia, si hace efectivo el préstamo, entraría entre los primeros acreedores después de empresas como United Airlines y de bancos estadounidenses como Wells Fargo Bank Northwest (US$271,1 millones).
Existe una gran posibilidad que la compañía, hoy en serios problemas dentro de su sociedad, salga a flote luego de este espaldarazo financiero, tal y como ha sucedido en otros países que han salido a tirarles salvavidas monetarios directos para evitar la debacle económica y la desaparición de este tipo de compañías. Que un gobierno se la juegue de esta manera por el sector productivo es loable y habla mucho de la fortaleza de un país y del liderazgo de quienes toman esas decisiones, por polémicas que parezcan.
Ahora bien, en hora buena por tal decisión que muestra el carácter de un gobierno y pone en claro que está del lado de quienes generan empleo formal, pagan impuestos y se comprometen con el país en cualquier circunstancia, pero esa ayuda decidida debe ser sectorial no particular, porque se puede prestar para malos entendidos.
Dentro de la Emergencia Económica se configuró el Decreto 811 mediante el cual “dicta medidas para la inversión y enajenación” por parte del Estado, que dio luz verde para inyectar capitales en empresas perjudicadas por la crisis, que pueden superar el centenar al primer semestre de 2020 y que se han acogido a la Ley de quiebras local en la Superintendencia de Sociedades. No puede haber empresas de primera y segunda categoría, todas generan empleo, pagan impuestos y son importantes para sus socios y accionistas.
Lo que debe dejar claro el Gobierno Nacional es que su política de ayudas al sector productivo es amplia, es sectorial y con énfasis regional y que bajo ningún motivo, dentro de la Emergencia, hubo decretos con nombre propio.
Colombia es una economía importante en la región que debe jugar con reglas claras para todos, que no es otra cosa que la llamada institucionalidad. Hay empresas en grave crisis que van a cerrar el peor año de sus vidas y el Gobierno debe reforzar esa política pública que ha desatado con Avianca.
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