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Tasa de desempleo de los países de la Ocde
Entre los países de la Ocde, Colombia tiene la segunda tasa más alta de desempleo, problema crónico que afecta a más de 2,3 millones de personas, sin contar el número de informales
“El trabajo es sanador”, reza un adagio popular que bien describe alguna de las propiedades de tener un empleo formal que derive en un salario con el cual pagar las necesidades básicas insatisfechas, y más aún, si el trabajo es a largo plazo puede reestructurar una persona, una familia, una sociedad entera. En ningún lugar del mundo se proscribe trabajar, estar empleado, devengar un salario, que no es otra cosa que realizarse laboralmente.
En Colombia desde bien entrado este siglo, el número de nacionales sin trabajo siempre ha estado en torno a los 2,3 millones de personas; cifra que se ha mantenido casi constante, muy a pesar de los cambios sociales, las inclemencias del orden público, los adelantos tecnológicos, las expectativas de las nuevas generaciones y la fortaleza o la debilidad del sector público o el sector productivo.
En apartados artículos y en renglones casi invisibles los planes nacionales de desarrollo no abordan el tema neurálgico del empleo formal; muchos han visto la generación de puestos de trabajo como una consecuencia de las grandes obras o como un subproducto del crecimiento económico, no como el epicentro de una revolución social.
Es cierto, el trabajo es sanador, es una necesidad de sobrevivencia, es una realización, y los gobiernos no lo ven de esa manera, es más, lo ven como un anhelo personal no como un verdadero derecho a tener un empleo formal, con todos los beneficios laborales, vacaciones, seguros de riesgo, ahorro a pensión y salud.
Llama la atención que Colombia sea el segundo país con la tasa de desempleo más alta entre las casi 40 economías que pertenecen a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, Ocde, y que nada pase en los imperativos que debe tener el Departamento Nacional de Planeación, el Ministerio de Trabajo o el Ministerio de Hacienda, mucho menos hay amplios estudios elaborados por el Banco de la República; es un tema sin dolientes, sin planes, sin mayor cuento a lo largo de la historia reciente.
Nos acostumbramos a los 2,3 millones de desempleados que contestan la encuesta mensual del Dane, que están buscando trabajo. La creciente informalidad es el otro lastre económico sin responsables: condena a muchas personas a vivir del asistencialismo; no fortalece el sector salud, ni el pensional y deja a merced del mercado y la delincuencia a quienes le apuestan a no pagar impuestos ni tener cobijo prestacional.
La Ocde ve a Colombia como uno de los países más despreocupados por sus personas desocupadas. El promedio de la tasa de desempleo en la Ocde en 2024 fue 4,9%; España (11,4%), Colombia (10,2%), Grecia (10,1%), Turquía (8,7%), Chile (8,5%), Finlandia (8,4%) y Suecia (8,4%), ocupan los primeros puestos en el drama del desempleo, y si se revisa hacia atrás, siempre son los mismos, bajo el cordón umbilical que nunca hacen nada para salir de ese podio, o mejor, no elaboran planes a largo plazo para que su gente tenga un trabajo formal. Nadie dice nada: Colombia, con la segunda tasa más alta de la Ocde, tuvo un desempleo de 9,9% en diciembre.
“La tasa de desocupación cerró en 10,2%, que es exactamente la misma cifra que reportamos para 2023, y vemos nuevamente los niveles que se registraban antes de la pandemia (…) La tasa de ocupación cerró en 57,4%, ligeramente inferior a lo de 2023, y la tasa global de participación en 63,9% está también por debajo de lo que reportábamos hace un año”, dice la directora del Dane, Piedad Urdinola, pero el Gobierno no reacciona a salir del problema.
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