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El Gobierno debe trabajar duro en reformas a muy corto plazo que permitan mantener crecimientos por encima de 4,0%
Hay que reconocer que la economía colombiana registró un crecimiento muy importante en 2014, pero también hay que aceptar, desde ya, que las condiciones de los últimos meses y de lo que va de este 2015 son muy distintas a las que se dieron hasta septiembre del período anterior. En efecto, según los datos del Dane, el agregado para el año pasado fue de 4,6%, en tanto que en el último trimestre se evidenció una desaceleración significativa que colocó el aumento en un 3,5%, cifra que para nada es decepcionante, pero sí está por debajo de los cálculos de los expertos que esperaban mucho más.
Lo resultados en cuestión, no deben servir para hacer demagogia, sino que deben ser revisados con responsabilidad, tanto por las autoridades como por quienes tienen el encargo de hacer evaluaciones académicas y por qué no políticas. La cifra resalta en el panorama regional como una de las más importantes e incluso destacable a nivel mundial, pero hay que trabajar más para dar un crecimiento similar o superior este 2015. En el análisis de la situación deben destacarse varios aspectos. El primero es que el crecimiento se sustentó en no transables, como construcción de vivienda y obras públicas, actividades financieras y comercio. Hay que aceptar que los dos primeros están ligados a programas de gasto público y las condiciones fiscales no parecen darle sostenibilidad por mucho tiempo, pues el Gobierno deberá hacer un ajuste. Tampoco se puede esperar lo mismo de la dinámica regional sustentada en buena parte en los recursos de las regalías, debido a la caída de los precios internacionales de las materias primas.
Las actividades transables, que sustentan buena parte del valor agregado, como industria, agricultura y minería, que registraron aumentos de 0,2%, 2,3% y -0,2, no están bien. El debate sobre la industria manufacturera y su modelo han sido amplios y hay que reconocer que estructuralmente el sector enfrenta una crisis. En la agricultura, ocurre algo similar, aunque las variables que explican la situación van más allá de la coyuntura o simple asignación de recursos para calmar el descontento social y la entrega de subsidios con impacto solo en el corto plazo. En el caso de la minería y el petróleo hay que reconocer una coyuntura adversa a nivel internacional, pero también cierto desgano oficial en el diseño de una política integral que defina asuntos como la consulta previa, licencias ambientales y el tratamiento a la minería artesanal.
La política económica y la estrategia de desarrollo deben tener como prioridad la generación de riqueza que se da con un sector productivo dinámico y se mide con registros del PIB que se manejan en forma independiente en la entidad encargada de las cifras, el Dane, y que de paso hay que recordar que no es una agencia para alabar resultados, sino para presentarlos con toda imparcialidad.
Para desvanecer el reino de la incertidumbre se necesitan acciones concretas, con foco y objetivos precisos, 2025 debe ser un tiempo de hacer, ejecutar, quejarse menos y garantizar resultados