Bienvenidos los cambios a las zonas francas

La primera zona franca, más o menos como hoy las conocemos, funcionó en 1959 en Barranquilla, pero fue después de la internacionalización de la economía entre 1990 y 1994 cuando tuvieron un leve desarrollo. Entrado el siglo XXI, con el boom de la firma de los tratados de libre comercio, el concepto escaló y se fue difuminando en cientos de municipios del país hasta alcanzar más del centenar que hoy operan en todos los rincones de Colombia. La Ley 1004 de 2005 las reorientó y de su vocación exportadora, las transformó en polígonos industriales y de servicios que generaran más empleos formales y fuesen un foco de desarrollo económico para las regiones. Las viejas subvenciones fiscales con las que nacieron se han ido perdiendo por vigilancia extrema de la Organización Mundial del Comercio, autoridad que monitorea este tipo de espacios en todos los países para evitar trabas al libre comercio y competencia desleal auspiciada por gobiernos.

Recientemente han adquirido vocaciones propias o especializaciones de acuerdo a las regiones en donde están ubicadas. Hay zonas francas dedicadas de manera exclusiva a la salud, el turismo, los combustibles, alimentos o comercio portuario, entre otros sectores, todo en sintonía con las fortalezas de las ciudades o poblaciones que las albergan. Muchas están cerca de universidades para aprovechar el talento desde donde especializan sus productos y servicios.

La pandemia no les fue indiferente y durante el pasado enero se dio a conocer que las exportaciones de mercancías desde las zonas francas registraron una disminución de 7,6%, al pasar de US$219,9 millones FOB en enero 2020 a US$203,2 millones FOB en el mismo mes de 2021; en el mismo orden de ideas, las exportaciones de las llamadas Zonas Francas Permanentes Especiales registraron una caída de 32,6%, lo que contribuyó negativamente con 22,5 puntos porcentuales a la variación total de las exportaciones (-7,6%); una situación crítica que encendió una luz de alerta y ha llevado a que el Gobierno modernice estos espacios cruciales para el crecimiento de la economía, de tal manera que hay una nueva generación de incentivos para que las empresas opten por invertir en esos espacios cruciales para varios departamentos.

El Gobierno acaba de simplificar los requisitos para nuevos proyectos, prorrogar las zonas existentes, fortalecer su marco institucional y habilitar el reconocimiento de activos intangibles como parte de los compromisos de inversión, hasta por 20% de la nueva inversión, tal como reza la argumentación del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, que ha liderado esta modernización. Algo tan simple como permitir la realización de comercio electrónico en las zonas francas para usuarios de bienes y servicios mediante la modalidad de tráfico postal y envíos urgentes, no era una práctica permitida que desde ahora sería una realidad. Desde lo cambiario, para nuevos proyectos de servicios se podrán reducir compromisos de inversión solo si se realizan exportaciones, que sean efectivamente canalizadas por el mercado cambiario anualmente. Otra de las alternativas sugeridas por los usuarios. Y no menos importante, se eliminó el requerimiento de área mínima de 20 hectáreas para las nuevas zonas francas permanentes dedicadas exclusivamente a la prestación de servicios en ciudades y municipios con menos de un millón de habitantes.