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Ver las imágenes de los estragos del huracán Irma en la Florida no dejan de preocupar y deben encender las alarmas por el cambio climático
La región Caribe está atravesando el peor momento de su historia reciente como consecuencia del paso de uno de sus enemigos naturales ancestrales: los huracanes. Los estragos causados por Irma aún son incalculables, pues no hay reportes actualizados de los daños en las infraestructuras de telecomunicaciones, viales, portuarias, viviendas, automotores, vidas, y lo que es más cuantioso, el freno productivo por tres semanas: una, preparándose para contrarrestar sus efectos; dos, procurando que sus estragos no sean tan dañinos; y tres, reparando su letal camino hacia la conversión en una simple jornada de lluvias. Las primeras cuentas que le pasará esta temporada de huracanes a la economía de Florida y de Estados Unidos, hablan de casi un punto y medio de su PIB. Se calculan daños por US$290.000 millones, casi la mitad de lo que puede valer el PIB anual de un país como el nuestro; cifra que equivale a 1,5 puntos PIB estadounidense. Solo Irma puede llevar unos US$100.000 millones y Harvey, que arrasó el estado de
Texas hace unas semanas, es el desastre climatológico más caro de las historia de Estados Unidos con US$190.000 millones. Las cifras se obtienen de sumar todas las destrucciones de la naturaleza en los centros comerciales, la generación de desempleo, la destrucción de las infraestructuras en general, la pérdida de cosechas de algodón, naranjas, verduras y otros alimentos del agro y el alza de los precios de los carburantes, daños a vehículos y casas. Los daños son calculables y harán que las economía del Estados Unidos tenga que reaccionar con nuevas inversiones a los estragos generados por la naturaleza, que poco a poco se cobra el avance del hombre sobre las plataformas marinas y el desplazamientos de aguas para dedicarlas a la construcción, a los puestos, a la agricultura, así como el aumento de la generación de gases contaminantes que ocasionan un indiscutible calentamiento que genera buena parte de este tipo de violencia de la naturaleza. No se puede plantear de manera simplona y sin sustento científico que el calentamiento no existe y que es un invento de los ambientalistas; tratar de desconocer que el clima está cambiando de manera acelerada y que la fuerza actual de los huracanes es un invento de los apocalípticos es ir en contra del desarrollo meteorológico, que así lo ha demostrado. Hay docenas de demostraciones en igual número de universidades que comprueban el avance del cambio climático que tiene como consecuencia el aumento en las temperaturas y el crecimiento de la velocidad de los huracanes en las próximas temporadas. Esta es una realidad que no se puede desconocer y que cada vez se ve más alejada o irreal porque la inmensa mayoría de las personas están afincadas en las grandes ciudades y no dependen de la producción agropecuaria. Solo los empresarios del agro, los agroindustriales y las personas que derivan su sustento de la explotación de los recursos naturales, sabe a ciencia cierta que el clima está cambiando de manera drástica, y que esto debe ser un asunto dorsal para las políticas públicas de cualquier gobierno, más si está en zonas del Trópico. La sostenibilidad ambiental, la protección de los páramos y las selvas no es un mantra de los llamados “verdes”, es una regla de otro si queremos tener alimentos, proteger el agua y dejarle un planeta fértil a los nietos.
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