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Tras 15 años de Luis Alberto Moreno en el BID, el país puede perder la red construida en esa banca multilateral. es un momento de afinar diplomacia y no ceder fichas en la estructura
El colombiano Luis Alberto Moreno termina su tercer periodo como presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) completando 15 años a cargo de la banca multilateral. Este hecho redundó en un beneficio para el país, que más allá de lo monetario, se centró en unos canales de comunicación diáfanos que ayudaron a Colombia a desarrollar grandes proyectos sociales y de infraestructura.
Este fin de semana se viene un cambio en la institución, no solo se conocerá el nombre del nuevo presidente sino que, tal como está el ambiente, el cargo lo desempeñará por primera vez un no latinoamericano. El candidato a la presidencia con mayor probabilidad para ganar es Mauricio Claver-Carone, postulado por Donald Trump y quien aseguró que ya cuenta con la mayoría de votos para ser elegido. Este cambio trae varios desafíos para la región, pues el no tener un personaje cercano a uno de los gobiernos locales hace que las relaciones sean más complicadas pues en estos temas la diplomacia es el factor fundamental para tener buenos acuerdos y lograr la financiación de proyectos necesarios.
Bajo ese panorama, el gran reto de Colombia es reforzar la diplomacia y no perder su influencia en esta institución. Que la relación de 15 años construida por Moreno con los inversionistas y el conocimiento de la problemática latinoamericana no se vaya a perder, sino que al contrario se mantenga y si se puede se profundice aún más.
Según las cifras oficiales de la entidad, desde 2005 hasta hoy, el Banco aprobó US$151.000 millones en operaciones con garantía soberana para apoyar “el crecimiento y la competitividad, el desarrollo social, la modernización del estado, la infraestructura sostenible y la gestión fiscal”. Una cifra nada despreciable si se tiene en cuenta que de ese monto casi 9% fue destinado a Colombia (US$12.9000 millones). Gracias a los préstamos del BID en Colombia se vieron beneficiados 100.000 entidades de la salud, 25.000 hogares tuvieron acceso a mejoras de agua potable, se crearon 21.000 empleos ligados a los proyectos de desarrollo y 58.000 micro, pequeñas y medianas empresas tuvieron financiación entre 2012 y 2020.
En la coyuntura económica actual, Latinoamérica no puede darse el lujo de perder un aliado como el BID. Hoy, cuando la región tiene los niveles de desempleo más altos de su historia, cuando el crecimiento económico se calcula, según la Cepal en -9,1%, una de las desaceleraciones más grandes del mundo debido al impacto de la pandemia del covid-19, la necesidad de financiamiento de los países es mayor y un buen historial con los préstamos del BID le podría abrir las puertas para superar la crisis con el fortalecimiento de proyectos de desarrollo y de generación de empleo. Solo para programas relacionados con el covid-19 el BID espera desembolsar US$15.800 millones para continuar financiando planes de desarrollo por lo que no se pueden desaprovechar esta ventana de recursos.
El BID se había convertido en un fortín diplomático y financiero donde se formaron un número considerable de funcionarios nacionales, esa tradición no se puede perder ahora que llega un nuevo presidente. Está en la diplomacia colombiana la tarea de mantener las buenas relaciones y no perder participación en los desembolsos.
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