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Todos los sectores tienen sus esperanzas puestas en que la economía repunte en diciembre, sin descontar la baja confianza, incertidumbre por las reformas y la ausencia de un plan contracíclico
Es tradicional que cada año por estas épocas la película ‘¡Cómo el Grinch robó la Navidad!’ esté entre las más vistas. La historia, que originalmente es un libro infantil escrito por Dr. Seuss, se ubica en Villa Quién, un pueblo cuya vida gira en torno a la Navidad.
Por ello, no es de extrañar que el protagonista del cuento, el Grinch, elija desquitarse con los habitantes, llamados los quienes, robando todo lo que esté relacionado con la festividad: desde decoraciones, cenas y hasta regalos.
El plot del asunto es que los quienes, que deberían estar miserables por el robo de la Navidad, son superiores a la afrenta del Grinch, y descubren que lo importante de la época no son las cosas materiales.
Aunque esta historia es ampliamente usada para describir la melancolía que muchas personas sienten durante las fiestas de fin de año, también sirve como analogía para explicar un fenómeno económico que vive Colombia: las esperanzas de crecimiento están puestas en exceso en el último mes del año, sin descontar que hay un Grinch que puede robarse la Navidad.
El panorama es desalentador a la luz de las últimas cifras presentadas por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística, Dane, que muestran que la economía está ad portas de una recesión técnica. Esto, si se tiene en cuenta que el Indicador de Seguimiento de la Economía, ISE, tuvo una caída de 0,41% en octubre. La cifra se suma a la contracción del Producto Interno Bruto, PIB, del tercer trimestre, de 0,3%.
Además, confirma que el cuarto trimestre empezó con pie izquierdo y siguió la tendencia negativa que tiene la economía desde agosto, mes en el que el ISE también cayó 0,27%; en septiembre pasado se mantuvo esa línea y se contrajo otro 0,34%.
Unas cifras muy alejadas a las del año pasado: de un máximo de 17,31% en mayo de 2022 bajó a un mínimo de 0,44% en noviembre del mismo año, pero logró recuperarse, para luego caer nuevamente en abril de este año a un mínimo de -0,91%, una de las cifras más bajas en la historia reciente.
El país venía de buenas cifras de crecimiento tras la pandemia, pero a pesar de esos datos necesitaba un plan gubernamental que sostuviera el rebote de la economía. Sin embargo, el cambio al primer Gobierno de izquierda fracturó el modelo, lo ralentizó y lo peor: el nuevo gabinete no planteó un plan contracíclico, que interpretara que el país económico venía de una época de abundancia y de ayudas gubernamentales hacia una crisis liderada por una inflación dura de roer.
Hoy, la actividad económica se enfrenta al reto de volver a crecer para no sumar dos trimestres en rojo que la lleven a recesión. Y aunque todos los sectores ansían un repunte principalmente del consumo de las empresas y los hogares para este final de año, cada vez rebajan más las proyecciones de crecimiento para todo 2023 debido al Grinch que se posa sobre la economía. El indicador que mejor refleja esa situación es que la confianza va mal.
El Índice de Confianza del Consumidor de Fedesarrollo disminuyó 6,9 puntos porcentuales (pps) en noviembre frente a octubre, ubicándose en -20,9% y para el mismo mes el Índice de Confianza Comercial se ubicó en 12,3%, lo que representa una disminución de 2,4 pps respecto al mes previo. Lo más grave es que la disminución en este último indicador se explicó por la caída de las expectativas en la situación económica para el próximo semestre en 3,2 pps, lo que significa que los mismos empresarios esperan que la dinámica se ralentice.
El riesgo de que el Grinch se robe la Navidad aumenta cuando a los anuncios a cuentagotas sin fundamentos se les suma la discusión en el Congreso de reformas estructurales que modificarán en el corto plazo el sistema de salud, las pensiones y la forma como los colombianos trabajan, lo que genera una verdadera incertidumbre social.
El Gobierno Nacional debe entrar en “modo actuación” para que la sombra del Grinch sobre la economía se disipe, esto significa que los ministros ejecuten los presupuestos, se reactiven las grandes obras y que se cree un pacto por el crecimiento de la mano con el sector productivo.
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